Capítulo 40:"Dulce sueños, hermanita"

4K 356 16
                                    

Allí estaba, tan espléndida como siempre con su porte elegante y postura relajada. La seguridad brillaba en sus ojos y sólo pude quedarme quieta de una sorpresa que más bien ya veía venir.

Yo sabía, claramente, que no tenía escapatoria porque justo detrás de ella, a través de la ventana, podía notar vampiros observándome con suficiencia. Sólo podía preguntarme el porqué de todo lo que hacía, el porqué de su odio injustificado hacia mí, su hermana.

Caminé con pasos torpes hacia atrás hasta que choqué contra la pared y no pude hacer otra cosa más que detenerme. Coloqué mi mano derecha sobre mi vientre, protegiendo a mi pequeña.

-¿Por qué?-pregunté con un nudo en la garganta-, ¿Por qué haces todo esto? ¿Por qué me odias?

Ella río como si le hubiese contando un buen chiste y agitó sus manos descontroladamente.

-¿Por qué hago "todo esto"?-se preguntó rascando su mentón pero prontamente bajó su mano-, ¡Porque te odio! ¡Odio nunca haber podido ser como tú! Que nuestros padres siempre hayan tenido inclinación por ti, que todos siempre estén al pendiente de la pobre Dasha... ¡Oh!... Dasha no está de acuerdo con esto, ¡Cambiémoslo! ¡Oh, Dasha será una gran Reina!-se desquitó-, ¡Al diablo con Dasha!

¿Así se sentía? Estaba segura que amor jamás le faltó, pero no fue suficiente. Su alma no estaba allí, la joven que algún día fue ya no existía. Era sólo eso, un cuerpo sin vida. Tessa ya no estaba. Mi hermana me había abandonado.

-Sabes que papá y mamá siempre te amaron y se preocuparon por ti...-susurré calmada, si me exasperaba tan pronto sería malo.

-¡Eso es mentira! ¡¿Entonces por qué te dieron todo el poder?!

Negué con la cabeza.

-¡Yo era mayor que ti! ¡Además sabes que jamás deseé reinar! ¡Tú más que nadie lo sabía!

Tessa hizo un puchero y agachó la cabeza. La miré extrañada, algo raro pasaba. Cuando volvió a levantar su cabeza, se limpió una falsa lágrima mientras intentaba no reír.

-Lástima que me lo explicaste demasiado tarde... sino no los hubiese matado-río cínica-,... ¡Ups! No debí decirlo, pero ya que lo dije lo repetiré, maté a nuestros padres.

Un dolor invadió mi cuerpo y caí de rodillas al piso, me abracé a mi misma prometiéndome no llorar.

Mamá.

Papá.

Están... muertos.

Los recuerdos me golpearon como estacas al corazón y supe que había perdido. Dejé que las lágrimas caigan por mi rostro agachando la cabeza, rendida. Abracé mi vientre y lloré porque había perdido a mis padres, lloré porque mi hija no conocería a sus abuelos, lloré porque nunca supieron que serían abuelos y lloré por no haber podido salvarlos.

Levanté mi rostro y allí estaba ella, con una sonrisa burlona.

-¿Cómo... pudiste?-pregunté con la voz ahogada.

Ella fingió limpiar sus manos y comenzó a caminar en círculos.

-Bueno, los mantuve en cautiverio...-la interrumpí bruscamente.

-¡No me refería a eso!

Ella río. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Siquiera remordimiento sentía?

-¡Qué aguafiestas!-exclamó escandalosa-, en fin, ellos sólo eran un impedimento para que yo alcanzara la cima, debía eliminarlos...

Maldad. Todo en ella era eso, maldad, sufrimiento, agonía.

-¿Como lo hicieron con Thomas, verdad?-pregunté retomando mi postura.

Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora