El sonido de cadenas metálicas siendo forzadas es uno de los tantos ruidos que podía oír con claridad, unos gritos opacados por algo que no supe identificar parecían decir algo; y yo sólo estaba sumergida en una profunda oscuridad. No sabía dónde estaba, no sabía el porqué ni tampoco cómo llegué allí, lo único que sabía era que parecía estar en un eterno camino opacado por la oscuridad. Mi cabeza dolía demasiado, como lo hubiese hecho si fuese humana; y claramente no lo era. Mi cuerpo parecía no recibir las órdenes de mi mente ya que se encontraba completamente quieto.
¿Qué me sucedía? ¿Por qué una sensación de angustia me carcomía por dentro?
No lo sabía, y tampoco lo haría hasta que lograse salir de ese extraño trance en el cuál me encontraba. Había perdido la noción del tiempo,no sabía dónde me encontraba ni tampoco qué día era.
De a momentos la sensación de poder escuchar sonidos exteriores era nula y en otras era completamente clara; pero ninguna de ellas lograba ayudarme a saber dónde me encontraba. La sensación de angustia dentro de mí parecía haber llegado para quedarse, porque había estado allí todo el tiempo, jamás se marchó. La movilidad de mi cuerpo jamás regresó, y no esperaba que lo hiciese por el hecho de estar en un extraño lugar.
Quizás estaba muerta,pero, ¿es así realmente la muerte? ¿estar en un oscuro lugar consciente de algo pero sin poder mover ninguna parte de tu cuerpo? No parecía serlo. O quizás, sólo quizás, estaba inconsciente en algún lugar del planeta. De igual manera, sea donde fuese que me encontraba, no había paz. Era lo contrario, las preocupaciones parecían atacarme como dagas filosas en busca de su próxima víctima; y aquello se convertía en algo demasiado tedioso para alguien que se encontraba en un raro trance como yo.
Las voces volvían a oírse pero ésta vez con más claridad que antes e incluso me permitían entender las oraciones que formulaban.
-¿Cuándo crees que despertará? -preguntó una voz femenina pero no la podía identificar del todo.
-Lo hará en un par de minutos -contestó la otra voz femenina, también.
-Bien, creo que es momento de que me vaya. Recuerda hacer todo como te dije, no quiero que cometas ninguna negligencia o ya sabes,¿entendido? -dijo la primera voz en un tono amenazador.
Luego de unos segundos la segunda voz respondió.
-Está bien.
Y eso fue lo último que escuché, ya que la movilidad volvió a mi cuerpo y fui capaz de valerme por mí misma. Mis ojos se abrieron de repente ambientándome con el horrible lugar donde me encontraba.Mi cuerpo estaba reposando sobre el piso, que a la vez se encontraba cubierto de musgo y polvo por todos lados. Era una especie de celda hecha de rocas y barrotes de metal, bastante escalofriante. Intenté levantarme pero mi muñeca izquierda se encontraba encadenada impidiendo que pudiera moverme adecuadamente, o en éste caso, que pudiese dañar a Analeigh, porque claro tenía que ella fue quién me trajo aquí.
Instintivamente llevé mis manos a mi vientre, comprobando que mi bebé estuviese bien y así fue. No había signos de haber sufrido nada, y lo agradecía. Mi ropa estaba toda sucia, por lo que debía tener una apariencia deplorable, y mi cabello estaba todo revuelto y cubierto de polvo. Quien me viese llegaría a pensar que era una pordiosera.
A los pocos segundos oí como la improvisada y vieja puerta se abría dejándome ver a la dueña de mis males. Estaba parada allí con una maquiavélica sonrisa que parecía encantarle en su mayor esplendor, dejándome saber sus no buenas intenciones.
-Veo que has despertado-habló con un tono frío que jamás había oído de ella y claro, justo ahora comenzaba a relucir su verdadera personalidad.
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Almas Eternas
VampirEl recuerdo de aquella cálida noche de verano me erizaba la piel, y no es para menos, ese día encontré a mi otra mitad. Pasé cuatro siglos buscando a quién sería mi compañera de eternidad, y cuando finalmente la encontré, huyó de mi. No soy una...