Capítulo 33:"Leicester"

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Las antiguas mansiones de la ciudad eran reliquias ante los ojos de cualquier ser existente; la belleza arquitectónica que poseían era embelesante y parecían no querer dejar de ser apreciadas. La mayoría de las personas que vivían aquí, tenían un gran nivel socioeconómico por lo que estaba repleto de la alta sociedad. Lo sabía —porque como gobernadora del lugar—, debía conocer cada rincón de mi territorio. O al menos las ciudades, sobre bosques entre territorios no sabía nada.

Minutos antes, había robado ropa de una tienda y la mujer que atendía parecía ser bastante despistada porque ni siquiera notó a una vampira robando algunas prendas de vestir. Así que, allí estaba yo, vistiendo un largo vestido blanco holgado y cómodo,perfecto para el estado en el que estaba ya que ocultaba mi embarazo y eso es lo que necesitaba en ese momento, de lo contrario, especularían sobre ello. Había conseguido unos zapatos negros con un poco de taco y lo más importante para no ser descubierta; una larga capa roja que ocultaba gran parte de mi cuerpo, todo mi cabello y gran parte de mi rostro, además, tenía unos grandes anteojos negros que ocultaban la mayor parte de mis facciones y en especial mis ojos.

Cada momento intentaba ignorar ese sentimiento de dolor que sentía mi alma al haber perdido a un hermano, al haber perdido a Thomas. Debía tratar de olvidar aquello solo unos momentos, al menos hasta que estuviese a salvo y pudiese carcomer mi alma en una lenta agonía.

Caminaba entre las calles captando la atención de varios vampiros lujuriosos, pero decidí ignorarlo. Trataba de guiarme con los carteles de avenidas para poder llegar a la mansión que estaba buscando, y tiempo después, lo hice.

La mansión de la bruja Eleanor Rigby hacía presencia ante mis ojos y no podía estar más agradecida. Tan sólo esperaba que se ofreciera a ayudarme, de lo contrario, tendría que amenazarla.

Avancé hacia la entrada y abrí la puerta sin permiso de nadie. No podía arriesgarme a ser oída por los vecinos, debía ser precavida. La mansión por dentro era muy bella, aunque un poco fúnebre.

Caminé por la sala oyendo el sonido de mis zapatos y cuando observé a la gran escalera de cristal frente a mis ojos, allí estaba ella. Con su gran porte de elegancia y aires de feminidad. Su rostro seguía igual-de unos treinta años cuando la realidad era que tenía más de quinientos años-, y su cuerpo poseía un bello vestido azul francia largo y bonito. Su cabello rubio seguía igual de brilloso y sus ojos verdes brillaban de confusión.

—Que gusto volver a verte, Eleanor Rigby—exclamé con un toque de emoción.

—¿Dasha?

Reí.

—Veo que has aprendido a tutearme, me alegra —hablé—, y sí, hablas con la mismísima Dasha Metzler.

Sus ojos se vieron temerosos por un momento.

—¿Sabes que te están buscando, verdad? Acaban de lanzar el comunicado...

Asentí.

—Lo sé...

—¿Quisieras tomar algo? —preguntó sospechosamente.

Sonreí sin creerme nada, aunque era una buena bruja, dudaba de sus palabras.

—Está bien.

Ella desapareció rápidamente y se fue a la cocina de su gran mansión, decidí seguirla, no podía arriesgarme a ser descubierta tan fácilmente. Me tomó unos pocos segundos encontrar la cocina, pero lo hice.

Cuando llegué,me encontré con que sus ojos verdes se habían vuelto negros y brillosos, y eso podría significar una sola cosa. Ella se estaba comunicando con alguien.

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