Capitulo 39

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Desde ese día las cosas habían cambiado, no mucho, pero sí algo.

Todo iba bien, Irak, y yo parecíamos felices, y decía felices porque sabia que él cuando creía que yo estaba "dormida" salia, ¿a contemplar las estrellas? No sabía que hacía, solo me quedaba observándolo, allí parada en la ventana.

Hoy era uno de esos días.

Eran como las cuatro de la mañana, e Irak estaba afuera sentado en el césped, siempre era lo mismo.

Me levante de la cama, cogí un abrigo, y salí de la casa.

— Irak —lo llamé—. Te vas a resfriar, ¿qué haces aquí afuera?

— Nada, solo... nada.

— Que interesante —me senté a su lado.

— Este lugar es perfecto, es decir. Los únicos sonidos que se escuchan a veces son los de los grillos, o tus gemidos cuando hacemos el amor.

Golpeé su brazo.

— ¿Qué hice yo? —se empezó a sobar en el lugar que lo había golpeado.

— No soy la única que gime —fruncí mi ceño—. Eres un idiota.

— Obviamente no, yo también lo disfruto ¿sabías? De verdad.

— Sí, por eso es que lo hacemos cada noche —bromeé.

— ¡Harmony! —se quejó—. ¡Ayer no lo hicimos!

— ¡Un milagro!

— Ay, Dios —susurró.

— Hey, solo bromeaba —entrelacé su mano con la mía—. Ya bájale, tienes las mejillas rojas.

— Lo sé —susurró.

— ¿Cómo crees que estén los demás?

— Quisiera saberlo —murmuró—. No soy adivino.

— No he hablado con mi abuelo desde hace una semana, siempre que llamo a mi abuela no contesta —bufé—. ¿Crees que él esté bien?

— No te preocupes —besó mi frente—. ¿Has hablado con tu madre?

— No, no me he comunicado con nadie desde la semana pasada —suspiré—. Solo quiero hablar con mi abuelo, solo con él. Quiero volver a casa.

— ¿Quieres regresar a tu país?

— Sí.

Nos quedamos en silencio.

Calvin.

Mi hermano no salia de mi cabeza, con lo que me dijo me había dejado muy pensativa.

El había llamado unas veces, muchas... no le contesté, igual que a mi madre, a Félix, y a Albert.

¿Desde cuando Félix tenía celular?

— Tú vas a regresar a Francia, Irak —murmuré—. Tienes un deber allá.

— ¿Ser rey? Eso es lo que menos me importa.

— Tienes personas importantes allá.

— Tenía, ya no. Odio haber cambiado de parecer.

— ¿Tenías?

— Exacto, ya... ya no, no.

— No te vas a quedar aquí en Inglaterra conmigo ¿verdad?

No contestó.

— Tu padre te quiere como rey, yo no puedo impedir eso.

— Gabriela puede ser reina.

— ¿Y ella lo quiere ser?

Nueva princesa, nuevo problema [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora