Capítulo 12

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Abrí los ojos.

¿Me había quedado dormida?

Si, lo había hecho.

Me senté sobre la cama y restregué mis manos contra mis ojos.

Enderece mi espalda sintiendo un dolor en mi maldito abdomen.

— Mierda —de mi boca salió un gemido de dolor.

Dejé mis manos caer sobre la cama y miré al lado mío.

— ¿Tú que haces aquí? —pregunté enojada—. Vete a la mierda, Irak, ¿sabes como hacerlo?

Negó lentamente con la cabeza.

— He dicho que te vayas —grité.

— ¿Estabas llorando? —preguntó.

Negué con la cabeza.

— Claro que si, no me engañas, Harmony —murmuró—. Cuando llegue aquí tenias las mejillas mojadas, tu labio inferior estaba totalmente rojo y supongo que por mordértelo...

— Vete, Irak, vete —pedí.

— Tus pestañas estaban mojadas —se paró de la silla—. Ah... y lo ultimo, tus gritos se escuchaban desde abajo y también las cosas que rompías.

Miré la margarita que estaba entre sus manos.

— ¿De donde la cogiste?

— De ti —me miró—. Estaba en medio de tus pechos, y no, no me atreví a tocarte. Aunque ganas no me quedaban.

Miré a mi alrededor.

Había tirado todo.

— ¿Donde esta él Irak dulce? —pregunté mirando sus ojos marrones.

Caminó hasta a mí y sentó en frente de mi.

— Debiste haberte puesto la camisa.

— ¿Por qué? —reí con hipocresía—. Palmer es mujer, Albert me ha visto muchas veces en ropa interior de hecho hemos dormido así.

— ¿Eres virgen? —preguntó nervoso—. Es decir... Julián te escucho cuando estabas hablando con Palmer y...

— No es tu problema —murmure—, es el mío, no es tu vida, es la mía.

— ¿Quien...

— Cállate —grité.

— Ahí está —señaló mi pecho izquierdo—. Ese es el lunar que más me gusta.

— ¿Y lo quieres tocar? —pregunté picara—. Por mi no hay problema, me encantaría.

Ese color rojizo llenó sus mejillas.

Su mano fue directamente a mi abdomen.

— Soy un monstruo —me acercó a él.

Al fin estábamos de acuerdo en algo.

— No quiero que me toques, Irak —murmure.

Estaba a unos milímetros de su rostro.

— Estoy casi segura que me harás algo —me paré de la cama.

Giré dándole la espalda.

— Harmony —murmuró—. De verdad no sabia lo que estaba haciendo, no lo pude controlar.

Giré hacia él.

— ¿Cuanta confianza me tienes? —me senté en sus piernas—. Dime que excusa tienes y yo veré si es valedera.

Nueva princesa, nuevo problema [LHC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora