Abrí los ojos.
¿Me había quedado dormida?
Si, lo había hecho.
Me senté sobre la cama y restregué mis manos contra mis ojos.
Enderece mi espalda sintiendo un dolor en mi maldito abdomen.
— Mierda —de mi boca salió un gemido de dolor.
Dejé mis manos caer sobre la cama y miré al lado mío.
— ¿Tú que haces aquí? —pregunté enojada—. Vete a la mierda, Irak, ¿sabes como hacerlo?
Negó lentamente con la cabeza.
— He dicho que te vayas —grité.
— ¿Estabas llorando? —preguntó.
Negué con la cabeza.
— Claro que si, no me engañas, Harmony —murmuró—. Cuando llegue aquí tenias las mejillas mojadas, tu labio inferior estaba totalmente rojo y supongo que por mordértelo...
— Vete, Irak, vete —pedí.
— Tus pestañas estaban mojadas —se paró de la silla—. Ah... y lo ultimo, tus gritos se escuchaban desde abajo y también las cosas que rompías.
Miré la margarita que estaba entre sus manos.
— ¿De donde la cogiste?
— De ti —me miró—. Estaba en medio de tus pechos, y no, no me atreví a tocarte. Aunque ganas no me quedaban.
Miré a mi alrededor.
Había tirado todo.
— ¿Donde esta él Irak dulce? —pregunté mirando sus ojos marrones.
Caminó hasta a mí y sentó en frente de mi.
— Debiste haberte puesto la camisa.
— ¿Por qué? —reí con hipocresía—. Palmer es mujer, Albert me ha visto muchas veces en ropa interior de hecho hemos dormido así.
— ¿Eres virgen? —preguntó nervoso—. Es decir... Julián te escucho cuando estabas hablando con Palmer y...
— No es tu problema —murmure—, es el mío, no es tu vida, es la mía.
— ¿Quien...
— Cállate —grité.
— Ahí está —señaló mi pecho izquierdo—. Ese es el lunar que más me gusta.
— ¿Y lo quieres tocar? —pregunté picara—. Por mi no hay problema, me encantaría.
Ese color rojizo llenó sus mejillas.
Su mano fue directamente a mi abdomen.
— Soy un monstruo —me acercó a él.
Al fin estábamos de acuerdo en algo.
— No quiero que me toques, Irak —murmure.
Estaba a unos milímetros de su rostro.
— Estoy casi segura que me harás algo —me paré de la cama.
Giré dándole la espalda.
— Harmony —murmuró—. De verdad no sabia lo que estaba haciendo, no lo pude controlar.
Giré hacia él.
— ¿Cuanta confianza me tienes? —me senté en sus piernas—. Dime que excusa tienes y yo veré si es valedera.
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Nueva princesa, nuevo problema [LHC #1]
RomanceBilogia: "Los Hermanos Craft" (Libro #1). ❝Eran dos motores muy diferentes que al unirlos pasaban los límites de la velocidad❞. * HISTORIA COMPLETA. * PRÓXIMAMENTE SERÁ CORREGIDA. * PROHIBIDO SU COPIA O ADAPTACIÓN.