Capítulo 3.

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—Solo ha sido una vez. —le digo a mi padre quién se encontraba sentado enfrente de mí.

Tony y yo estábamos en el despacho de mi padre, Stark no paraba de observarme, mantenía los brazos cruzados mientras estaba de pie junto a mí. Y él sabía que yo lo percibía, pues si no ya lo hubiera dejado de seguir haciendo a propósito, ¿qué diablos trama? Intranquilizarme más y sentirse más dominante? Pues diré que lo ha logrado, incluso más que mi padre.

—¿Acaso sabes de lo que te estoy salvando, Georgie? ¡De lo que menos te esperabas! Deja de ser tan indiferente con el señor Stark! —menciona en tono alto.

Exhalo y después apoyo la espalda contra la silla. Stark seguía siguiéndome con la mirada. Incluso de lo suficiente que me moví noté como su cuello casi se retorcía...

—Pero yo... 

—Stark, lleva a Georgie a casa, por favor. —le ordena mi padre, y sin que Stark dijera ninguna palabra sólo asintió con la cabeza y soltó sus brazos para verse más relajado—estoy agotado de tanto discutir contigo, Georgie—. se puso de pie y mientras que su única salvación para no mirarme más caminó a la ventana de cristal que había detrás de su despacho, que mostraba una preciosa vista de la ciudad. 

Me desconcertaba como mi padre actuaba, su manera de comportarse era más fría y dura, como si quisiera que ya no lo tratara más. Pues era obvio, estaba muy decepcionado de mí.

Stark se ofreció para que me pusiera de pie, pero rechacé sus buenos modales quitándome su mano cerca de mí y me levanté para salir de ahí, molesta, y angustiada.

—Yo puedo... —le respondí de mala gana. 

—Espero que esa sea la última vez que pongas esos ojos en blanco. —menciona sin ni siquiera me miró por un momento, su voz me detuvo. Vaya que me conocía perfecto como para que supiera en que momentos lo hacía—. O podrían ver grandes consecuencias.

—Como sea... —me despedí sin ningún ánimo de seguir con la conversación mientras salía de ahí con Tony detrás.

Bajamos hasta llegar al auto, y de ahí fuimos a casa.

—No puedo creer lo que idiota eres.—le digo—. ¿Qué esperabas? ¿Que mi actitud cambiara a ser bonita para que salieras bien con mi padre?

— Sí, algo parecido. —ladea un poco la cabeza. Como si le pareciera algo divertido—. sabes, ahora que lo dices y lo analizo... así es... tienes la razón.

—No pensé que le hayas dicho lo que te mencioné, solamente porque quería mantener la calma. ¿Sabes como me sentí cuando supe que me cuidarías?  No tienes porque estar soltando todo así nada más...

—Ese es mi trabajo.

—No. —le corregí—. Tu trabajo es cuidarme la espalda... no escuche a mi padre añadir algo más que eso.

—Hagamos algo ¿vale? —me mira fugazmente mientras lo dice, yo le alzo una ceja curiosa—. Sólo deja de ser patética con tus comentarios y le diré a tu padre lo buena niña que eres.

—Se supone que me cuidas...   —hablo rápidamente—. No que me educas... y tu labor aquí termina. —iba salir del auto cuando antes él me sostiene con fuerza del brazo.

—Yo me llevo los créditos y tu serás la buena hija de papi. —dice como por última oferta.

Este tipo es un engreído.

—¿Que? Ya te dije! ¡NO! —exclamé—. Tu ego no puede compararse.

—Gracias! —responde, con mucho orgullo.

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora