Capítulo cuarenta y dos

2.5K 208 84
                                    

Un retumbado sonido crecía cada vez más. Era como si hubiera sufrido una trauma acústica. Por un momento mis oídos se fueron cerrando y no podía escuchar nada. Sentía nauseas. Mi cabeza daba vueltas sin detenerse. No podía controlarme. Estaba perpleja además. Sentía que estaba por caerme cuando entonces Jack se acercó. Una de sus manos la puso en mi espalda y la otra me tomó de la muñeca. Tomó un poco de fuerza y me incorporó.

–Hey, ¿Estas bien? –pregunta intentando alejarme un poco de mis padres quienes se quedaron curiosos e iban a acercarse pero Jack no lo permitió.

–Sí, si.. –trate de buscar con la mirada a Bucky, pero no... no podía encontrarlo por ninguna parte. Pues sí, se había ido, escondido, yo que diablos sé. Además ¿Qué rayos hacía aquí? ¿Quién demonios lo invito? ¿Cómo pudo haber entrado aquí?–. Debo... –tomé un profundo respiro y yo misma me incorporé de nuevo–. debo salir de aquí. Disculpen.

Inmediatamente salí de tanta gente y me escondí en una de las habitaciones de la embajada que estaban completamente solas. Miré a todos lados y me quería asegurar de que Bucky no estuviera por ahí. Cuando revisé perfecto me senté en un diván y traté de regular mi respiración.

–¿Georgie? –de pronto apareció Jack quién me llamaba.

Di un leve salto del susto. Vaya que no me esperaba su presencia.

–Diablos Jack, debes dejar de aparecer así! –le pedí mientras ponía mi mano en mi pecho, sintiendo lo fuerte que seguía latiendo. Y no era por el buen susto que mi hermano me había causado. Sino que seguía con lo mismo de haber visto a Bucky Barnes allá abajo.

Se acercó y se puso de cuclillas. Después de inspeccionarme, me tomó de las manos.

-¿Qué pasó allá afuera? -cuestiona con el ceño fruncido-. Perdiste la cordura, estabas perpleja, y con el rostro pálido, tu respiración no se regulariza, y tus manos... tiemblan y están helando.

-Na...da... -dije casi balbuceando-. sólo creí ver a alguien. -dije intentando pensar lo mismo también. Sólo haber imaginado que fuera él. Seguro y ni siquiera fue cierto... aunque puedo admitir que se sintió tan real.

-Sé que no es verdad. -dejó esperar un momento y cuando se dio cuenta que yo no le estaba negando nada, entonces comprendió que tenía él la razón-. Escucha, si no quieres decir nada lo entenderé... ¿bien? 

Me puse de pie y camine a un espejo que estaba ahí. Me miré y pude ver que Jack tenía razón a como me describía hace un momento. Sin un color de piel. Y realmente en muy terrible condición. Podía hasta imaginarme aun mi corazón apunto de salir de mi pecho. Cielos! Esto no estaba nada bien.

Jack se acercó a mi y apareció en el espejo por detrás mío.

-No quiero salir... -murmuré-. Perdón pero enserio no puedo tolerarlo... -agaché la mirada y jugué con mis dedos.

Un momento de silencio se hizo entre nosotros. Seguro él no sabía que decir. Pero no tardó muco en hablarme.

-Escucha, tengo tu regalo de cumpleaños aquí. Sólo debes acompañarme para llevarte a donde está...

-Eso no servirá para sacarme de aquí...

-No es porque intente algo, sólo quiero darte tu regalo de cumpleaños... confía en mí por un instante...

Lo miré ceñuda mientras que me giraba para mirarlo. 

-¿Regalo de cumpleaños? ¿Es algo muy extravagante como para dármelo a escondidas?

-Algo así. Sí. Eso mismo... -sonríe-. Vamos. -me cede su brazo y me lleva fuera de ahí.

Apenas íbamos saliendo de la habitación cuando corre mi madre a nosotros y de la misma manera, me llevaba a otros invitados. Sólo que esta vez me mantuve con Jack.

-Hija, queremos presentarte a alguien. -íbamos en dirección a un joven de espaldas que estaba con la compañía de una mujer de unos cuarenta. Llevaba puesto un traje negro y sus manos metidas en sus bolsillos. Cuando escuchó la voz de mi madre se giró para vernos. 

Podía jurar que era como una escena en cámara lenta. Era joven, de tez clara, pelo castaño y ojos color avellana. Era guapísimo. 

-Wow -solté un suspiro-. ¿Quién es? -susurré a un tono que sólo Jack podía escuchar.

-Peter Parker... hijo del señor y la señora Parker. Ambos murieron y entonces fue criado por sus tíos.

Cuando me miró y tenía muy consciente que lo estaba viendo en ese entonces, me sonrió. Y por lo que no pude evitar hacer lo mismo.

-Señorita Stone. -extiende su mano y mientras la estrechaba con la mía, siguió hablando-. Me llamo Peter Parker. Es un gusto poder conocerla... y por cierto, feliz cumpleaños... 

Sentía mis mejillas enrojecerse, su voz era perfecta. Me hacía sentir escalofríos recorriéndome por todo el cuerpo.

-Peter, el gusto es mío. Y gracias, aprecio sus buenos deseos.

–Y ella es mi tía... –dijo refiriéndose a la mujer que le acompañaba.

–Un gusto. –nos dijimos mientras nos estrechamos la mano.

-Cabe mencionar que luce preciosa... –habla de nuevo Peter–. espero no sea demasiado...

-Para nada, es encantador. -respondí con las mejillas rojizas.

-Muchacho, te vendría bien un trago... -le dice mi padre.

-No señor. -se dirige a él-. Es usted muy amable, pero no tomo.

-¿Qué edad tienes? -le pregunté. 

-Veintiuno...

-Que muchacho tan educado. Esa es la respuesta. -exclama mi padre

-¿Señorita Stone? ¿Me permitiría la próxima pieza que toquen esta noche?

Estaba justo por responder cuando escuché a Jack carraspear la garganta detrás de mí. Cuando lo miré abrió levemente los ojos un poco más, y entonces comprendí a lo que se refería. Había olvidado que antes tenía que ir con Jack.

-Yo... lo siento, pero tengo un asunto que antes debo atender...

-Descuide, será después. -dijo en modo de disculpa.

Por último le regalé una sonrisa antes de irme con Jack. Claro que mis padres se habían molestado. Y sabía también que en casa me iba a arrepentir después de las mil discusiones.

Subimos por las escaleras, y de ahí dimos a otra habitación. Entonces cuando llegamos Jack abrió la puerta y me cedió antes el paso. Cuando ambos estuvimos dentro la cerró por detrás de él.

-¿Es donde mi padre me dejaban contigo mientras que iban a sus juntas de trabajo allá abajo?

-Veo que recuerdas los peores momentos de mi vida.. -ríe.

-Oh, vamos... No es mi culpa, admite que siempre te ha gustado cuidarme. -dije mientras caminaba por la habitación, viendo cada cosa que me hacía recordar buenos tiempos de mi infancia.

-Sí...

-¿Y dónde escondes mi regalo? 

-Hola Georgie... -habló una voz ronca y muy familiar. 

Un gran escalofrío recorrió por mi cuerpo. No pude contenerlo. Me sentí de pronto muy temblorosa. Y también que no podría durar mucho tiempo parada. Esperaba que cuando me girara no me encontrara con lo que me imaginaba, pero cuando lo hice no fue lo que esperaba...

Estaba ahí parado frente mío, vestido de traje. Y muy bien arreglado. Aunque su pelo quedaba desordenado, pero era perfecto.

-Oh... cielos... -murmuré- Tony....







Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora