Capitulo veintisiete

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Cuando desperté encendí el televisor y busqué algo de entretenimiento, mientras comía lo que Tony me había dejado... podría decirse que después de terminar pasé todo el día en la cama... Me desesperaba no poder hacer algo, no poder moverme al menos de que fuera necesario. No había visto a Tony desde anoche, y no sabía si preocuparme o quedar tranquila... Me recosté de lado y así quedé para ver la puesta de sol de aquella tarde. Era perfecto como lo iba viendo... poco a poco la luz del sol se iba escondiendo hasta que por completo el día se transformará en noche. Entonces recordé aquella noche que Tony fue al balcón de mi habitación y me llevó en su traje al techo del edificio. Tan hermoso que podía verse desde haya arriba, que intenté imaginar esa misma escena. Oí a Tony hablar mientras entraba, no le presté atención, hasta que supe que quería decirme algo.

-¿Qué? -volví a preguntar, pues no escuché lo que me había dicho. Mientras fuí incorporándome con esfuerzo para verlo. Cuando lo observé, note su rostro demasiado pálido, traía los ojos un tanto rojos y caminaba con pesadez.. algo raro de él... el hombre más egocéntrico que jamás he conocido caminando de esa manera.. algo andaba mal.

-Es hora de cenar.. -dijo mientras llevaba un pequeño plato. Era de fruta.

-Gracias.. -apoyé mi codo sobre la cama, y empecé a comer. Cielos! Tenía demasiada hambre. No había comido nada más desde la mañana. Ahora entendí que debí haber administrado la comida para que me durará más. No que tragara bocados gigantes.
Al parecer él también comería conmigo, por lo que se quedó un rato más. No quise hacer por el momento comentario alguno. Pues no quería hechar a perder el buen rato en el que él estuviera conmigo. Pues en poco tiempo dejaría de verlo... y no... no quería eso. Pero el ambiente se hacía cada vez más tenso, y seguía preocupándome por su estado. Por él. Debía alguno de los dos empezar una conversación... yo fuí la que me ví obligada a hacerlo–. ¿donde estuviste hoy?

–Abajo... –respondió sin mirarme. Tan rápido como si estuviera desesperado por esperar a que alguien hubiera empezado a hablar de una buena vez.

–¿Estás bien? –pregunte

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–¿Estás bien? –pregunte. No podía continuar más con la intriga.

Ni con mi pregunta me miró, después de unos segundos habló.

–¿Tu que crees? –por fin levantó la mirada para verme también, mientras su cabeza la hechaba un poco de lado. Hablaba como si estuviera cansado. Sus ojos enserio me hacían preocuparme más. Se veía tan mal...

–Ya no sé en qué.. –dije–. me confundes demasiado, Tony.. –susurré.

–¿Qué dices?

–Digo que eres difícil de entender... jamás puedo adivinar como te sientes, o que tienes... –comencé–. y esto fue peor desde la noche en que.... –quedé sin voz, no podía.

–¿En que qué? –preguntó, deseaba oírme hablar–. Habla! –alzó la voz. Yo bajé la cabeza, no podía continuar. Se me había hecho un terrible nudo en la garganta que no me dejaba hablar, pero al parecer, a él le desesperaba que yo no dijera ni la más mínima palabra. Se levantó de un brinco y caminó de lado a lado. Pero pude notar que ponerse de pie y equilibrarse de manera correcta no era lo suyo en ese momento–. ¿cuando te besé? ! –dijo, casi en un grito. Me sobresalte cuando lo escuché en ese tono. Pude ver cómo las venas de su cuello se hechaban de ver fácilmente.. su mandíbula se forzaba mientras que sus manos se hacían unos puños. Duros. No estaba bien–. dime! ¿es a lo que te refieres? –ahora volvió de nuevo cerca de mí, lo suficiente para que mis fosas nasales atraparan el olor a vino. Vino demasiado fuerte. Cielos! Ha tomado! Esta ebrio.

Sabía que cualquier cosa lo exaltaría más

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Sabía que cualquier cosa lo exaltaría más. Hasta que ni hablara.

–Sí... –respondí, casi en murmuros.

–¿Por qué te preocupas tanto? Fue sólo un beso. –lo decía como si a él mismo se lo dijera–. después de todo, nadie nos ha visto. Nadie sabrá.

–¿Por qué me lo diste?

–Yo me pregunto lo mismo. –tomo asiento, y sólo fue relajándose de poco a poco–. Lo siento... esto es culpa mía. –se cubrió el rostro con ambas manos, evitando molestarse en perder el control de nuevo–. debo irme. –intentó volverse a ponerse de pie, pero antes de eso lo tomé de la mano. Deteniéndolo.

–No. –dije–. por favor no te vayas. –supliqué–. no me dejes sola...

El dió un suspiro leve, no pudo apartarme la mirada. Y de nuevo volvió conmigo, pero esta vez, se acomodaba encima de mí. Con cuidado para no lastimarme. Podía chocar su aliento contra mi rostro.... y aseguraría que me mareaba respirar nada menos que el olor de alcohol.

Primero rozó sus labios con los míos, sin besarlos, después bajó a mi cuello para besarlo con cuidado... giré mi cabeza de lado permitiéndole mejor acceso.. cerré los ojos y sólo me dejé llevar. Mi respiración se agitaba cada vez más. Entonces metió su tibia mano por debajo de la camiseta que yo llevaba puesta. Mi espalda se arqueó una vez que lo sentía tocarme tan delicadamente, cuando intentó tocar donde llevaba el vendaje, mis músculos se tensaron un poco. Solté un pequeño jadeo y entonces volví a abrir los ojos mientras me volteaba a verlo. Al parecer el había notado lo que sucedía. Por lo que él también me miró, se detuvo. Sacó la mano y después se quitó de encima. No quería verme. Parecía estar preocupado... ¿pero de que? ¿las consecuencias quizá?

 ¿pero de que? ¿las consecuencias quizá?

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Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora