Capítulo cuarenta y cinco

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Quitó con delicadeza mi vestido. Aquella vez no llevaba sostén, por lo que mis pechos fue lo primero que Stark vio de mí. Pasé mis brazos alrededor de él para acercarlo y besarlo de nuevo. La sensación de tener un contacto físico me daba un intenso escalofrío que no terminaba después de un buen rato. Mis músculos se tensaban.

-Hazme el amor... -le supliqué en un susurro.

Él se apartó un poco y me miró fijamente.

-¿Estás segura qué...

-Por favor... -le imploré-. Yo quiero que lo hagas...

Después de que escuchó hablarle su mandíbula se tensó, acarició mi pelo y entonces me sonrió.

No fue mucho cuando volvió a acercarse a mis labios. Mientras tanto se quitaba los pantalones y antes de que se quitara los boxers apartó mis bragas... Diablos! Su modo de hacerlo era maravilloso, mi piel se erizaba por completo. Y así mismo sucedió cuando ví su miembro. Oh! Mierda! ¿Cómo iba a funcionar todo esto con un tamaño tan grande? Estaba duro, vaya que sí.

No hice ningún comentario y preferí continuar con ésto antes de que todo se atrasara.

Entonces de quien sabe dónde consiguió sin mucho movimiento un paquetito plateado, lo abrió y se puso el condón en su miembro. Me excitaba tan sólo verlo hacer aquello.

Mis piernas las dobló un poco y después las y abrió para acomodarse entre ellas. Sentir su miembro en un roce contra mi vientre me hacía sentir de una manera inexplicable. Pequeños gemidos de placer se conseguían escuchar de mi boca, aún y sin ni siquiera tenerlo dentro de mí.

Cerré los ojos y esperé a que sucediera... de sorpresa Tony se acercó a besarme y no tardó mucho en sentir una suave penetración poco a poco profundizarse dentro de mí. La segunda vez que metió su duro miembro en mí feminidad me hizo sentir un tremendo placer jamás experimentado, pues esta vez había sido mucho más fuerte que la anterior.

-Ah! -gemí... sacando todo el aire contraído dentro de mí. Lo que había acabado de sentir fue una combinación de lujuria con ardor, pero era un dolor que podía soportarse y cambiarse por gusto.

Quizá mi gemido consiguió que Tony se excitara más, por lo que después de un gruñido me penetró nuevamente más fuerte que la anterior. Y más rápido. Así mismo fue con el resto. No podía contener soltar gritos de placer, pues era muy excitante.

En cada penetración arqueaba mi espalda. Perdía la maldita cordura.

-Oh! Tony... -entonces me quedé sin palabras. Mis músculos se tensaban demasiado. Parecía que estaba pasando por un calambre por mi cuerpo completo.

Después bajó sus labios a mi cuello y empezó a besarlo sin detener su delicioso ritmo.

Las sábanas se arrugan por medio de que los movimientos que hacíamos eran sorprendentes. Incluyo también que tomaba de éstas mismas para contenerme un poco, pero Tony no me ayudaba en nada para lograrlo. Todo se movía. Pero él era quien tomaba el protagonismo en ese momento. No podíamos detenernos. Cada vez era menos insaciable. Lo tomé de la espalda y mis uñas encajaban con ella. Diablos! Eso tampoco parecía ser de mucha ayuda, pues después de eso no paraba de gruñir y andar con más fuerza.

No pude contenerme y de manera espontánea cambiamos rápidamente de posición. Ahora yo quedaba encima de él y eso hizo duplicar la fuerza y la velocidad.

Apoyé mis manos en su duro abdomen. Mientras tanto el me tomaba por la cadera.
Mi espalda no paraba de doblarse hacia atrás. Necesitaba estirarme, era mucho placer...

Entonces llegó el momento, así es... el momento en el que de pronto sentí estar en el paraíso. Después, no sólo yo, sino ambos soltamos un jadeo de satisfacción. Era el maldito orgasmo.

-Ohh...

Para acabar, Tony metió una vez más con la misma fuerza que las últimas veces su miembro. Y yo, exhausta me tiré encima de él.

Nuevamente habíamos hecho contacto físico. Diablos! Era una sensación deliciosa.

Nuestras respiraciones iban disparejas, estábamos muy cansados. Parecía que acabábamos de correr un maratón.

Me recosté en su pecho, mientras tanto lo acariciaba. Así como él a mí.

Y sin sorprenderme, de pronto caí dormida.

(...)

-Imaginé que eras diferente, Georgie... -me dice Peter.

-No digas eso... Peter... -le pedí.

-Georgie! Te está destruyendo...

-¿Pero...

-¿Piensas que ésto es correcto? -me interrumpe-. Respóndeme. ¿Acaso nunca se te ocurrió que yo realmente siento algo especial... ?

-¿Por... quién?

-No te conviene...

-¿Por quién?

-Cometiste un error con hacerlo de nuevo...

-¿Por quién?! -insistí nuevamente pegando casi un grito. Ignorando lo demás que me haya dicho.

-Por tí! -exclama rendido mientras me toma por los brazos. Después de un bufido agachó la mirada y respiro profundamente-. No quiero verte mal, Georgie... Pero ahora estás en peligro... Él viene por tí...

-Peter... no entiendo lo que dices... ¿ahora de quién hablas?

-Tuviste una advertencia aquella noche en la embajada ¿y no haces nada como para evitarlo...? ya te pasó una vez, ¿esperas que suceda una segunda?

-Explícame... -le pedí.

-Solo... no quiero que vuelvas a hablarme... -levanta levemente su mano dándome a entender que debía detenerme. Hecho esto y sin moverme sólo lo ví marcharse.

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora