Capítulo cuarenta y tres

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Mi corazón latía mil veces más, podría decirse que me sentía de las mismas maneras después de encontrarme a Bucky -al menos de que haya sido una ilusión, claro eso espero-, sólo que esta vez eran mucho más intenso.

No podía creer que lo tuviera aquí después de mucho tiempo. Quiero decir que es inesperado y sorprendente. Era difícil hablar o moverme. Por Dios! si apenas me salían sólo unas pocas palabras. 

Miré a Jack ceñuda.

—Esto... ésto es...

—Feliz cumpleaños, hermanita. —agacha por un momento la mirada, nervioso aun por mi respuesta, o mi reacción, o hasta lo que pensaría en ese momento—. Yo... —dice él mientras se rasca la nuca, aún dudoso por todo—. Veré como calmar el ambiente allá abajo. —entonces se marchó, y así Stark y yo quedamos solos. 

Ninguno de los dos fue quien terminó con aquel silencio tan incómodo. Vaya como era tan insoportable ese momento. Deseaba que se acabara, pero podía jurar que se sentía infinito el tiempo.

Su mirada. Cielos! Esos ojos. Pude verlos de nuevo. Tan profundos, y penetrantes. Llenos de misterio, era lo único que podía ver. Pero no por mucho tiempo. Tanto poder tenía su mirada que no podía mantener los ojos en él.. Sólo podía sentir como me observaba. Tan detenida y fijamente. Me ponía nerviosa y también muy asustada. Y no sabía porque sentía lo último. ¿Asustada de qué? ¿De lo que podría pasar? ¿Algo que por ejemplo nos haga volver a quedar igual que hace dos años y no volver a vernos después de mucho?

—Feliz cumpleaños... —entonces una leve sonrisa se le dibuja en los labios.

Escuchar de nuevo su voz me hacía sentir con más fuerza. Así que lo miré también y no me sorprendía que lo encontrara observándome aún.

—Gracias.

—Tengo un obsequio... —carraspea la garganta y continúa—. en mi bolsillo. —dice mientras metía la mano en el bolsillo derecho de su pantalón. Después de sacar lo que había me lo entregó.

Era una cajita de unos quince centímetros forrada de papel plateado. 

—Oh! Cielos! —al abrirlo me encontré con un precioso collar de plata con diamantes morados como decoración.

—Oh! Cielos! —exclama—. es precioso. —lo miré y cuando ví que se le echó a ver una sonrisa después de saber que me había gustado, le agradecí—. ¿Quieres... 

—Oh! Sí claro. 

—...ponérmelo. —murmuré las últimas palabras que no había alcanzado a decir porque él sabía lo que quería.

Entonces se acercó mientras yo me daba la vuelta. Tomé mi pelo y lo pasé a un lado mientras Stark se encargaba del resto. Cuando terminó sólo quedó callado, ni siquiera sin avisar si estaba listo. Cuando me giré, el volvió a verme. 

 

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Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora