Capítulo 48.

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Tuve que ocupar demasiado aire de los pulmones para gritar tan fuerte. Jamás había soltado un grito tan alterado como este.

Mis piernas temblaban. Sentía que no faltara nada para que mi corazón saliera de mi pecho. Me dolía el pecho. Mucho. Sentía un fuerte pulso cardíaco que nunca en mi vida había experimentado.

Di media vuelta. No me había encontrado nada. Ni a nadie. Ahora estaba sola. Fruncí el ceño y mientras una pasajera migraña me ocasionaba mareo, pasé los dedos de mi mano derecha entre mi pelo que aún estaba mojado. Me desconcertaba pensar en todo. Miré la ventana que había visto antes de meterme a la regadera con Tony, y aún seguía abierta. Apreté mi mano contra mi pecho e intenté relajarme, -o al menos calmar mi ritmo cardíaco-.

Inmediatamente apareció Tony, con una patada la puerta del baño se abrió. Enseguida se acercó conmigo, y al notar lo desconcertada, distraída, y confundida que estaba, tomó de mis mejillas para obligarme a mirarlo a los ojos, luego me abrazó. Estaba preocupado. Demasiado preocupado. Le asustaba que me haya pasado algo. No estaba seguro de lo que había acabado de ocurrir.

-¿Estás bien? -después de apartarse de mí, era único que me pregunta, una y otra vez-. ¿Georgie? Vamos, Georgie! ¿ESTÁS BIEN? -me levantaba la voz para hacerme reaccionar. De nuevo tomaba de mis mejillas.

Lo miré directamente a los ojos y después de hacer una mueca de náuseas, negué con la cabeza, luego agaché la mirada, mientras que una avalancha de miedo me venía a la mente.

-...

-Tranquila, cariño. Estoy aquí. -después de regalarme un adorable beso en los labios, me indicó algo más-. Vamos a la cama. -me dice, haciendo que me apoyara con su hombro para caminar. Pues me veía demasiado distraída como para dirigirme a la cama por cuenta propia.

Tenía un nudo en la garganta. Sólo pude decir una cosa.

-La ventana. -comenté mientras lo obligaba a que me escuchara primero-. Ciérrala.

-¿Qué? Georgie, déjalo así.

-Ciérrala, demonios! -grité, pero cuando volví a mantener la calma, le supliqué amablemente-. Lo siento... -me disculpé-. Por favor. -suspiré-. sólo cierra esa ventana.

Sin decir nada, él sólo hizo lo que le decía. Había sentido un enorme alivio al ver que lo hacía. Después volvió conmigo y cedí a apoyarme con él para volver a la cama.

Mientras íbamos en camino a esta me di cuenta que al Bucky que había visto hace un momento tenía el mismo aspecto al que ví en la embajada. Un hombre de pelo corto y muy bien peinado, permitiendo mostrarse su rostro completo. Él que me encontré hace unos minutos tenía la expresión de estar furioso. Quizá eso era lo que me había ocasionado un gran pánico. Pero, ¿por qué realmente estoy diciendo esto? ¿Qué tal si no ha sido real? ¿Y si todo fue una alusinación?¿Habrá sido también parte de mi imaginación lo que ví en la embajada?

Parecía que Tony me hablaba, pero no lo había escuchado porque prestaba ma atención a mis pensamientos que a él.

-Recuéstate. -me ordena dulcemente mientras movía las cobijas para yo quedara debajo de éstas-. Traeré algo de agua. -avisa antes de salir por la puerta.

Cuando había quedado yo sola sentí de nuevo ese miedo que me invadía sin poder evitarlo de algún modo. Temía a que algo más pudiera llegar a ocurrir. Entonces por fin llegó. Después de sentir un eterno momento sin Tony conmigo, había regresado. Justo en ese momento le conté todo. Tan abreviado como podía.

-Es Bucky. -musito. Y aunque lo haya dicho tan bajo, él me había entendido perfectamente. Frunció el ceño y toda su atención fue dirigida hacia mí mientras dejaba el vaso de agua sobre la mesita de noche-. Lo ví observándome. Dos veces. -suspiré, él esperó a que siguiera y entonces continúe-. Una en la embajada. Otra hace un momento, detrás mío... cuando apenas habías salido del baño.

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora