Capitulo cuarenta y seis

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Son las siete en punto, una asoleada mañana en Malibú. Con un pronóstico de 28° máximo y mínimo de 22°... —así fue, esa era voz de Jarvis la que me había despertado. Abrí los ojos. Estaba desnuda, recostada en la cama boca abajo, una de las sábanas apenas alcanzaba a cubrirme la parte baja de la espalda hasta los muslos. Venía ocupando toda la cama. Pues aparte de que Tony no estuviera ahí. Tomé la mis sábana y me cubrí para incorporarme. De pronto Stark apareció entrando por la puerta. Venía con una toalla cayéndole por las caderas, mientras que del cuerpo le escurrían gotas de agua. Y su pelo estaba húmedo. Acababa de tomar una ducha—. Señor Stark, la señorita Stone ha despertado...

—Ya me doy cuenta, Jarvis... —dice Stark sin detener su paso hacia mí. Y sin quitarme la mirada ni por un segundo. Me pesaba la boca, tanto que no tenía el control de poder cerrarla. Pero cuando por fin lo logré me mordí el labio inferior, una vez que lo tenía cerca, pasé saliva, mientras que un escalofrío paseaba de un extremo a otro por mi cuerpo—. Buenos días... veo que necesitas ayuda con esos labios... —y me besó.

—Buenos días... —respondí sin saber que más decir.

—¿Dormiste bien?

—Mejor que nunca. —le sonreí.

Su sonrisa traviesa me gustaba. Era tan juguetona...

Estaba por irse, pero entonces lo volví a tomar y lo besé.

—Por favor, un momento más... —le dije entre labios.

—Tengo que...

—Por favor... —insistí.

Dicho y hecho, lo había logrado. Tenerlo nuevamente encima de mí. Le quité la toalla de la cadera y después él apartó la sábana. Sentir su piel húmeda haciendo contacto con la mía vaya como me ponía. Mi piel se erizaba por completo.

(...)

Bajé y entonces lo encontré en la cocina, buscando en el directorio telefónico mientras tenía en su mano el teléfono. Al momento de verme sonrió y camino a mí.

—Tomaste mi camiseta... —me dice él.

—No encontré mi ropa, ¿dónde está?

—No te lo diré... ahora quiero que tengas eso puesto.

—Quiero mi ropa. —le pedí.

—La tendrás hasta no muy pronto. —y después me toma de los muslos, los aprieta y me sube en la barra de la cocina. Dónde me comienza a besar—. De todos modos lo que llevas puesto en este momento no dudará mucho... —bajó a mi cuello para besarlo mientras metía sus manos por debajo de la camisa.

Me estremecía

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Me estremecía. Era una sensación fantástica.

—Eso ya lo veremos... —sonreí mientras abrazaba su cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos. Cuando se apartó lo miré a los ojos y el me acarició el pelo—. Te amo, Stark...

—Yo también te amo. —eso fue suficiente escuchar para abrazarlo. Pero entonces quería jugar más. Reí e intenté detenerlo.

—Para por favor... —reía. Y entonces fue desabrochando los primeros botones de la camiseta. Cuando por fin los quitó todos metió sus manos para abrazarme de nuevo. Era estupendo ese momento—. Stark, no tengo ropa interior puesta... —susurré sin aliento, pues me hacía perder la voz.

—Lo sé. —bajó levemente la camisa para besar mi hombro izquierdo. Quería bajar más pero creí que sería suficiente.

—Lo digo enserio... para! —le pedí. Por suerte esta vez me escuchó y se apartó.

—Pediré algo para desayunar... ¿qué se te antoja? —me pregunta.

—Aprecio tu invitación pero esta vez cocinaremos tu y yo... —le anuncié mientras volvía a abrochar los botones de la camisa y me bajaba de donde estaba.

—Es una broma, ¿no?

—¿Parece que lo es? —levanté ambas cejas—. Te prometí enseñarte a cocinar y lo haré. Sólo necesito saber si tienes comida... —intentaba no reír con lo último, esperaba que nada de eso ocurriera.

—Supongo que sí. —se encoge de hombros.

Me acerqué a la nevera y una vez que la abrí revisé que podría servir.

—Tu picarás la fruta. Y yo me encargaré de lo demás... —parecía no verse muy convencido. Se le hacia más fácil pedir comida que acerca. Así que pensé en una forma de como animarlo y me acerque a él—. Me quedaré una noche más contigo... —le susurré al oído.

Parecía que mi plan brillante había funcionado, pues después de escucharme él estaba más atento con lo que haría.

(...)

—Debes relajar la muñeca, Stark. Te quedará perfecto... —le besé la mejilla y le dejé hacer el resto.

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora