Capitulo cuarenta y siete

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—Me he demorado demasiado en saber cómo picar comida... —confiesa, un poco sonrojado. Era la primera vez que lo veía apenarse un poco.

Ya habíamos terminado de preparar el desayuno. Comíamos juntos. Al escucharlo mencionarlo, sonreí mostrando los dientes, me puse de pie, caminé hacia él y me senté en su regazo, interrumpiendo su comida.

—No necesitas porque disculparte. —le pedí mientras le abrazaba por encima de los hombros—. Realmente lo has hecho delicioso para ser principiante. —le besé los labios.

El sonrió también, me tomó de la cintura y luego me habló.

—Tu también lo has hecho delicioso para ser principiante... —hace una rápida pausa y sigue—. Y no me refiero al desayuno... —luego me devolvió otro beso.

Había comprendido. Me dejaba con la boca abierta sus palabras. Reí por lo bajo y después de terminar con el beso, lo abracé tan fuerte como podía.

—Tengo miedo de volver a casa. —le conté mientras volvía a mi asiento que estaba frente suyo.

—Hey! —exclama—. ¿Por qué te marchas? —cuestiona—. Ven aquí de nuevo, me gusta tenerte cerca.

—Pienso terminar mi desayuno. —volví a reír.

—De acuerdo. —dice rendido—. ¿Por qué temes volver a casa? —vuelve con mi pregunta. Vaya que sí me ponía atención y además me escuchaba, pues a cualquier otro hombro se le hubiera olvidado y evitado de tener curiosidad por saber más.

—Mis padres. —confesé—. Es el único maldito problema. ¿Qué dirán cuándo me vean llegar? No dudo en que comiencen a interrogarme sobre porqué me salí de un momento a otro en la embajada. —solté un bufido y luego seguí—. No sé qué hacer. —agaché la mirada.

Tony por un momento permaneció en silencio. Cuando tomó la oportunidad me habló.

—Yo podría sugerir que regreses y expliques cualquier cosa para evitar mal entendidos. —hizo una pausa y continuó—. Mientras tanto, puedes quedarte conmigo en lo que que piensas cuando sea más conveniente volver a casa. —se encoge de hombros dando una opción disponible.

Su hospitalidad me hacía sentir aliviada. Tranquila. Enamorada.

Enseguida me eché a correr hacia él obligándolo por voluntad propia a ponerse de pie y después treparme en él, abrazando su cadera con mis piernas y su cuello con mis brazos, eso lo obligaba a cargarme desde los muslos. Lo llenaba de besos por doquier. Estaba emocionada y muy agradecida.

—Cielos, gracias, gracias!!! —exclamaba una y otra vez.

Entonces él interrumpió el momento y se apartó​ de mis labios.

—Alto! —frunce el ceño—. ¿No querías terminar tu desayuno antes?

—Eso puede esperar... —por último rápidamente le regalé una amplia sonrisa y volví a acercar mis labios a los suyos. Entonces caminó despacio a la sala y me recostó en una de éstas. Antes de seguir se volvió a detener—. Quiero mostrarte algo —me comenta emocionado—. ven conmigo. —se puso de pie y enseguida me ayudó a hacerlo también. Tomados de la mano me llevó debajo de las escaleras que iban hacia el segundo piso. Estás eran otras escaleras, pero guiaban hacia abajo. Supuse que podría ser algo así como un sótano. Entonces recordé, era el lugar donde había entrado una vez hace dos años—. Seguro conoces este sitio —manifiesta, pues parecía que él ya notaba mi expresión de reconocer el lugar.

—Sí, lo recuerdo... —sonreí, mientras entrabamos—. La primera y última vez que estuve aquí fue en la semana de tu cumpleaños de hace dos años, había llegado mientras te cambiabas un reactor. —le conté.

Iron Man mi Guardaespaldas ❨sin editar❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora