Llegué corriendo a la universidad, era mi primer día como su ayudante de clase. Vanessa me esperaba en la cafetería.
-Lo siento... el colectivo...- a penas podía hablar, estaba agitada por corrida.
-Tranquila, todavía es temprano.- me hizo un gesto para que me siente.- ¿Café?
-No, gracias.
-Bien, termino el mío y vamos a clase.
Vanessa Spinger había sido mi profesora en primer año y desde ese momento me había maravillado. No solo me parecía sumamente bella si no que para su edad ¡sabía muchísimo! A penas si tenía 36 años, sin duda la más joven en toda la universidad. Durante toda mi carrera asistí a sus cursos y seminarios y entablamos una buena relación. Ahora, en mi último año había logrado ser su asistente en el dictado de sus clases. Y lo mejor de todo es que ella misma me lo había ofrecido. No es que no hubiera pensando en ofrecerme para ese puesto pero me sentía algo insegura y que ella me considerara adecuada para el trabajo fue muy alentador.
Aunque no fue fácil logré coordinar mis clases, mi trabajo de niñera cuidando a los hijos de unos vecinos y mis clases con Vanessa. El año se pasó rápido, terminé de cursar todas mis materias y solo me quedaban unos pocos exámenes para oficialmente recibirme en Literatura.
-Bueno, se acabó el año.- me dijo Vanessa la última clase que dimos en conjunto luego de que todos los alumnos se retiraran.- ¿Tomamos algo? -Habíamos ido a tomar café varias veces pero eran más de las nueve de la noche, ese tomar algo no implicaba café. –Hay un barcito lindo a la vuelta de mi departamento, dale, yo invito.
-Está bien.- No podía perder esa oportunidad, el año siguiente dejaba la universidad, no sabía si la iba a volver a ver.
Fuimos hasta su auto y condujo unos quince minutos. No hablamos mucho en el viaje, yo aproveché para avisar a mis padres que saldría con unos compañeros y que llegaría tarde. Su casa era algo lejos de la mía, tendría que pagar un taxi pero valía la pena con tal de cenar con ella.
Estacionó frente a un edificio.
-Esta es mi casa.- dijo desabrochando su cinturón de seguridad.- El bar está acá en la esquina.
Bajamos y miré el edificio, no era gran cosa pero parecía muy lindo. La seguí hasta el local que había señalado. Entramos y nos sentamos en una de esas mesas de cuatro con sillones acolchados junto a la ventana. Enseguida una de las meseras nos entregó la carta.
-¿Ya terminaste de cursar? -preguntó cuando nos trajeron su cerveza y mi Cuba libre.
-Sí.-di un sorbo a mi bebida- me quedan un par de exámenes pero las clases se acabaron.
-Fue genial tenerte este año como ayudante. ¿Qué te pareció la experiencia? Sé que puedo ser un poco irritante a veces.
-Me encantó, gracias a vos por elegirme, no sos tan irritante. Había pensado en ofrecerme pero no estaba segura.
-¿Por qué? Sos buena alumna... o eras, ya estás prácticamente recibida.
-Ey, que todavía no aprobé los exámenes.
-No te imagino reprobando.
-Sin presiones ¿no?
-Para nada.- río.
Nos sirvieron nuestras hamburguesas y lo agradecí. Beber con el estómago vacío estaba empezando a marearme.
-¿No tomás cerveza?
-Prefiero el Ron- respondí alzando mi copa.
-Hace años que no tomo uno de esos.
-¿Querés? -le ofrecí el vaso y tomó un sorbo.
Charlamos de las clases y otras cosas. Pedimos más bebidas.
-Estás saliendo con la chica que fue a buscarte la otra noche? –Vanessa Sabía de mi sexualidad desde hacía mucho. En primer año me encontró a los besos con la que en ese momento era mi novia en una escalera poco concurrida de la universidad. Yo me había apartado de la chica en cuento me había dado cuenta que alguien nos observaba. Ella había sonreído divertida, dijo "buenas tardes" y siguió su camino como si nada. Me había molestado con el asunto más tarde cuando, ya con más confianza el tema de las mujeres en mi vida había salido en alguna conversación. Pero nunca me hubiera esperado una pregunta tan directa.
-No, no es nada formal, solo nos vimos un par de veces.- Le resté importancia aunque era cierto, no me interesaba esa chica, solo era sexo ocasional si se puede llamar así.
-¿Pero te gusta?
-No en plan novia.- ¿Qué clase de interrogatorio era ese? Yo estaba sintiendo los efectos del alcohol y por como venía la conversación me animé a preguntar.- ¿Y vos?
-Yo llevo mucho tiempo sin una relación formal.
-¿E informal?
-Tampoco- respondió y bebió más cerveza.- No tengo suerte con los hombres últimamente... creo que nunca la tuve.- Sonó un poco triste- Voy a terminar siendo una vieja solterona.
-No digas eso, sos una mujer increíble, vas a encontrar a alguien, sin duda, solo tiene que llegar la persona correcta.- Me sonrojé al decir esas palabras.
-Gracias.- dijo Vanessa sonriendo con sinceridad y haciendo que me sonrojara más.
-Es la verdad- Me encogí de hombros para disimular mi nerviosismo.- voy al baño.
Al regresar pasé por la barra y pedí algo de postre, pero no pude evitar que también tuviera Ron. Llegué a la mesa pero no me senté en mi lugar, lo hice en cambio, al lado de Vanessa.
-¿Qué es eso? – preguntó haciéndome espacio.
-Piña Colada- Se lo acerqué y dio un sorbo.
-Delicioso.- dijo abriendo los ojos.
Estábamos muy cerca. Me llevé el sorbete a la boca y bebí sin dejar de mirarla. Me cautivaban sus ojos, eran la mezcla justa entre verdes y celestes que no permitía definir su color. Turnándonos bebimos el trago en silencio y dejamos el vaso sobre la mesa. Entonces ella acarició mi rostro y me besó. Fue un beso tímido que cobró fuerza cundo se vio bien recibido por mi boca. Puso su mano en mi nuca y me acercó a ella. Mis labios envolvían los suyos con cada vez más ansias. Mi lengua pidió permiso para entrar y lo obtuvo. Un gemido suave fue su respuesta. Acaricié su muslo y comencé a subir por su cintura. Su mano hizo al camino inverso bajando por mi brazo a mis caderas. Entonces cortó el beso, jadeante. Acaricié su rostro con ternura y apoyé mi frente en la suya.
-¿Estás bien?
-Si.- Cerró los ojos y descansó su cabeza sobre mi mano.
La di un beso dulce pero pareció incomodarla.
-Vamos a mi casa.- Fue una mezcla de pregunta y afirmación.
-Vamos.-Accedí
Con un gesto llamó a la mesera y le pidió la cuenta. Pagamos y salimos a la calle. Tomó mi mano y me dirigió a su casa. No sabía cómo iba a terminar todo eso pero confiaba en ella. Estaba nerviosa aunque me tranquilizaba saber que ella también lo estaba.
Si alguien lee y le va gustando agradezco me avisen y seguiré subiendo. Lo mismo si encuentran errores los iré corrigiendo. Gracias :)
ESTÁS LEYENDO
Tramposo Destino
RomanceKiara conoce a Vanessa como su profesora de la universidad pero todo entre ellas termina mal. El destino no se conforma con eso y vuelve a juntarlas. ¿Qué pasará esta vez?