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Los siguientes meses Laura y yo mantuvimos la distancia y todos lo notaron. Algunos de nuestros compañeros me preguntaban intrigados sobre qué tipo de pelea podríamos haber tenido, me atrevería a decir que algunos creían que habíamos tenido una relación amorosa que no había funcionado y que ese era el motivo de nuestra distancia, pero ninguno preguntó sobre eso. Yo trataba de esquivar el tema diciendo que habíamos tenido un desacuerdo sobre algunas formas de pensar y por lo tanto nos habíamos distanciado, pero que estaba todo bien. No sé si eso no hacía más que alimentar la imaginación de todos, pero me daba igual. Mi relación con Vanessa iba bien, otra cosa que todos sospechaban a pesar de qué tratábamos de ser cuidadosas. Yo busqué todas las horas que pude en otras escuelas, no era fácil, pero lo sentía cada vez más necesario. La escuela que tanto quería y donde tan cómoda estaba empezaba a parecer un lugar solitario y hostil para mí. Para mantener a salvo mi relación con Vanessa me alejé de todos casi sin darme cuenta.

Vanessa y yo prácticamente vivíamos juntas, usualmente en mi departamento, para ella era mucho más cómo por estar tan cerca de la escuela. Decía que dormir en mi casa era mejor porque podía pasar más tiempo en la cama conmigo cada mañana y yo no podía quejarme de eso. Ella era más madrugadora que yo y cuando despertaba solía encontrarme con sus ojos celestes mirándome con ternura. Por otro lado, me había prácticamente apoderado de su auto, era más fácil para ir y venir entre escuelas y quedándose en mi casa ella ya no lo necesitaba.

Algunas tardes, esas que solo pocos cursos quedaban hasta última hora, me tomaba el atrevimiento de pasar por ella.

Ese miércoles llegué algo más temprano y entré a buscarla, la escuela estaba prácticamente en silencio, solo se oían los murmullos de los dos cursos del final del pasillo, los únicos con clase hasta tan tarde, todos los demás ya habían salido. La encontré en la dirección, concentrada en unos papeles. La puerta estaba abierta así que la observé por unos segundos, con sus lentes sobre la nariz, los labios levemente entreabiertos, sacó su lengua para remojarlos y mordió su labio inferior en un gesto de concentración, pero que encendió una chispa en mí.


El sonido de la puerta cerrándose me sorprendió. Kiara estaba frente a mí.

-¡Hola!

Ella no respondió, se acercó a la ventana y cerró las cortinas. Me puse de pie y rodeé mi escritorio.

-¿Se puede saber qué estás haciendo?

Kiara fue a la puerta y puso la traba, entonces me sonrió mordiéndose el labio inferior. Sabía exactamente lo que eso significaba.

-Kiara...-empecé, pero no pude decir más, ella simplemente encontró mi boca y sus manos se colaron por de debajo de mi saco para subir por mi espalda.

Retrocedí hasta mi escritorio buscando un apoyo para mantener mi equilibrio y lo agradecí cuando la lengua de Kiara recorrió mi cuello haciendo que mis piernas temblaran. Solté un gemido.

-Shh..- susurró en mis labios antes de volver a besarme.

Su mirada lo decía todo, iba a hacerme el amor ahí mismo y tenía que mantenerme callada si no queríamos que alguien nos descubriera. De pronto me sentí sumamente excitada. Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás tratando de mantenerme en silencio mientras ella seguía con lo que estaba haciendo.

Las manos de Kiara se deslizaron por mis piernas colándose por debajo de mi falda mientras me acomodaba mejor sobre el escritorio. Su boca abandonó mi cuello y cuando abrí los ojos Kiara estaba arrodillada entre mis piernas luchando con mi ropa interior. Tuve que morderme la lengua para no gemir ante esa imagen: estaba a punto de tener sexo sobre mi escritorio.

La lengua de Kiara se deslizó sobre mi sexo y no pude evitar el gemido que escapó de mis labios. Apoyé mis manos sobre los papeles en el escritorio y levanté mis caderas para darle mejor acceso. Hubiera deseado que durara más, pero la situación era realmente excitante y una parte de mí estaba aterrada de que nos descubrieran. Aparté ese pensamiento de mi cabeza y me concentré en Kiara sin preocuparme por estirar el momento. El orgasmo me alcanzó rápido y estrujé un papel que tenía bajo mi mano, esperaba que no fuera ningún documento importante.

-Dios, Kiara.

Ella sonrió.

-Sos hermosa.- me besó y me abracé a ella.

-Me las vas a pagar.

-¿No te gustó?

Claro que me había gustado, le iba a devolver el favor en cuanto llegáramos a casa y sabía exactamente cómo.

El timbre sonó antes de que pudiera contestar y Kiara me ayudó a acomodar mi ropa antes de salir de ahí.




Lo prometí...

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora