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Casi me muero cuando Vanessa me abrió. Había decidido ir a verla porque la extrañaba. Además había pasado la tarde con mi familia que no hicieron más que preguntar sobre lo que había pasado en la escuela cuarenta y cinco, removiendo todas mis emociones sobre el suicidio de ese chico, de mi alumno. Cuando me fui de la casa de mis padres solo quería estar en los brazos de Vanessa, así sin pensarlo mucho me tomé un colectivo y el tren para llegar a su casa.

Ahora la tenía frente a mí, cubierta únicamente por una toalla y con su pelo húmedo cayendo sobre sus hombros. La recorrí con la vista disfrutando de la imagen que tenía delante, grabándola en mi mente. Ella parecía un poco avergonzada por mi escaneo y se mordió el labio inferior. Ese detalle fue suficiente para que perdiera mi autocontrol y abalanzara a su boca.


El beso de Kiara me tomó por sorpresa, aunque por la forma en que me miraba no podía haber esperado otra reacción. Sus manos en mi cintura me pegaron a su cuerpo y sentí la electricidad recorrer mi espalada. Jadeé suavemente cuando nos separamos, aunque su frente seguía pegada a la mía.


Cuando me di cuenta lo que estaba haciendo detuve el beso lentamente, pero sin separarme de ella. Su toalla no había caído al piso sólo porque nuestros cuerpos estaban lo suficientemente cerca como para sostenerla. Lentamente nos fuimos separando y ella la sujetó para evitar quedar completamente desnuda delante de mí.

-Perdón por venir así, yo...

-No me molesta, al contrario.- besó mi frente.- Dame un segundo que me visto.

Se alejó suavemente para ir a su habitación y yo la seguí.

-¿Y si no quiero que te vistas?

Me miró sorprendida, aún aferrando la toalla a su cuerpo.


-Kiara...- sentí mis mejillas arder.

Ella se acercó lentamente y sujetó mi cintura.

-No quiero que te vistas.- soltó sobre mis labios antes de volver a besarme.

Luego sus manos se posaron en mi cuello profundizando el beso. Tuve que sujetarme a ella para no perder el equilibrio cuando su lengua rozó mis labios. Había besado a mucha gente, hombres y mujeres, pero cada vez que Kiara lo hacía de esa manera sabía que nadie me besaba como ella. Sentí sus manos acariciar mis hombros desnudos y deslicé las por debajo de su camisa, yo también quería tocar su piel.


El toque de sus manos sobre mi piel llenó mi cuerpo de cosquillas, encendiéndome más y no pude evitar soltar un gemido. Nuestros labios se movían en un ritmo perfecto y nuestras lenguas por momentos se aventuraban para encontrarse.

-¿Estás segura?

Asentí.

-Estoy lista.- y lo estaba, ya había esperado bastante, ahora sólo quería sentirla sin importarme lo que pasara después.

Comenzó a desabrochar mi camisa y, a pesar de todo, empecé a ponerme un poco nerviosa.

-Mirame.- pidió.

Le hice caso y me perdí en sus ojos azules, esos en los que tanto me costaba sumergirme sin ahogarme, ahora eran los que mantenían a flote mis emociones. Ella me sostuvo la mirada mientras uno a uno iba deshaciéndose de los botones para dejar mi torso al desnudo.


Cuando por fin me deshice de su camisa la recorrí con la vista sin tapujos. Era hermosa. Pasé mis manos desde sus hombros a sus muñecas y luego desde sus clavículas hasta el borde de su pantalón, pasando suavemente sobre sus pechos aun cubiertos. La sentí temblar bajo mis manos.

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora