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Las primeras dos semanas intenté no cruzarme con Vanessa, no era fácil, ya que tenía bastantes horas en esa escuela. Sin embargo, ella tampoco insistía. Siempre que la veía había otras personas presentes, lo cual me hacía todo un poco más fácil. La noticia de que nos conocíamos de la universidad no tardó en extenderse, pero no fue más que eso, como un acuerdo entre ambas ninguna había dicho nada de que yo había sido su ayudante de clase. Así que, con excepción de Laura, para el resto de la escuela éramos solo ex profesora y ex alumna que a penas de conocían... era mejor así.

Aunque la situación seguía siendo tensa poco a poco fue desapareciendo esa sensación que me había dado al principio que me hacía pensar que el destino me estaba jugando una broma. ¿Cuántas probabilidades había de que terminara trabajando en el mismo colegio que yo y justo en el que paso la mayor parte de mis horas laborales? Todo eso me había frustrado mucho, pero poco a poco me había ido calmando. Temía que Vanessa insistiera en disculparse o algo así, no quería tener que andar esquivándola, pero no hizo falta.

Solo una tarde, en mi última hora, Vanessa pasó por mi salón a hablar con los alumnos. Pidió permiso para interrumpir mi clase y se lo dí. Mientras ella hablaba me sumergí en mis pensamientos, empecé a recordar las cosas que había vivido con ella. Escucharla hablar como docente al frente de un aula reavivó recuerdos y me perdí en ellos.

-¿Qué le parece profesora? – Su pregunta me volvió a la realidad. No tenía idea de que me hablaba.

-Sí, sí.- respondí. Estaba súper descolocada y probablemente ella lo notó porque no me preguntó más nada.

Dijo unas palabras más y se fue del aula, pero no de mi cabeza.

Esa noche recibí un WhatsApp de Vanessa:

          Vanessa: siento haber interrumpido tu clase, hubiera preferido pasar por ese curso en otro momento, pero no me fue posible.

Escribiendo...

         Vanessa: Si no renuncié fue por lo que dijiste, pero me preocupa que no podamos trabajar bien...

¿A qué venía esta explicación?

         Kiara: no te preocupes, no me molesté porque hayas aparecido en mi clase, es tu trabajo, no vamos a poder evitar cruzarnos o tener que dialogar... Es algo incómodo pero creo que puedo acostumbrarme a eso, de todas formas, no tenemos otra opción.

         Vanessa: también es incómodo para mí, pero supongo que no, no hay otra opción... entonces, podés perdonarme por lo que pasó?

¿Perdonarla? No estaba segura de si alguna vez me lo había planteado en esos términos. No se trataba de perdonarla o no, deseaba que nunca hubiera hecho nada que tuviera que perdonarle. ¿La quería en mi vida de nuevo?

          Kiara: creo que te perdoné hace mucho, si no, no hubiera podido seguir con mi vida... aunque no estoy segura de que podamos ser amigas como antes... si es que eso éramos.

          Vanessa: entiendo... entonces limitémonos a trabajar.

          Kira: así es.

Preferí no seguir la charla e intenté dormir. Vanessa tampoco respondió más nada.


No estaba segura de porque le había escrito, pero había notado su incomodidad ante mi presencia esa tarde, de verdad había querido evitar que fuera en su hora pero no había tenido otro momento y quería hablar personalmente con cada curso para ir conociéndolos poco a poco. Sin embargo, pasaron un par de semanas y no volvimos a tener un diálogo directo.

Una noche soñé con ella, fue un sueño muy vívido, como un recuerdo de las épocas en las que era mi ayudante y de las veces en las que nos juntábamos a preparar clases y terminábamos hablando de cualquier otra cosa. No recordaba muy bien el sueño, pero desperté con esa sensación de estar a gusto que tenía cuando pasaba tiempo con ella. El sueño había sido como el olor que te recuerda tiempos de tu infancia en invade tu cuerpo de sensaciones. Esa sensación de comodidad que tenía con ella. Me di cuenta cuanto extrañaba eso y cuanto me gustaría recuperarlo. Pero Kiara había dicho que no estaba segura de que pudiera volver a ser mi amiga. Me di cuenta que tampoco sabía si estaba en una relación con alguien. Me invadió una tremenda curiosidad y el deseo de recuperarla, aunque fuera como amiga o como colega.

La mañana siguiente pasé frente a su aula y me la quedé observando por la ventana intentando que no notara mi presencia. La recordaba de sus épocas de ayudante, pero se la notaba mucho más relajada, hacía chistes y sus alumnos parecían apreciarla y respetarla. Era una gran docente. No pude evitar sonreír ante estos pensamientos.

-¿Es linda, no?

Me di vuelta sobresaltada y me encontré con Laura, la profesora de biología, sosteniendo unas carpetas contra su pecho y en la otra mano un cráneo humano recién sacado del laboratorio. Era una imagen un tanto intimidante.

-¿Perdón?

-Kiara, ¿es linda, verdad? – su mirada era fría.

La miré totalmente desconcertada ¿Por qué esa pregunta? ¿Laura sabía algo? Recordé que era muy cercana a Kiara, probablemente conocía la historia. Me di cuenta que estaba tratando de intimidarme y como directora no podía permitirlo, no iba a darle ese poder. Recuperé la compostura de inmediato y me hice la tonta.

- ¿Por qué esa pregunta?

-Por nada. - dijo y siguió caminando.




<<<<    Estoy preparando  otra historia que subiré en.... algún momento no dentro de mucho.                                                    Gracias por leer :)  >>>>>

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora