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La semana siguiente me reporté enferma, necesitaba tomarme unos días para recuperarme. Me quedé en casa de mi madre porque ella insistió en que no debía estar sola, se la veía realmente preocupada por mí. Charlamos mucho, en varias oportunidades me insistió para que empezara terapia y lo empecé a considerar. Ahí fue cuando me di cuenta de que realmente había tocado fondo, no podía seguir así. No podía hacer pagar a todo el mundo mis errores, tal vez había perdido para siempre mi oportunidad con Kiara, pero aun así debía hablar con ella, decirle todo lo que sentía. Ya no importaba si estaba con Laura o no, iba a decirle la verdad.

Todo esto era mucho más fácil decirlo que hacerlo. Cada vez que me cruzaba con Kiara, ella me miraba con una frialdad que me asustaba. Me dolía, es decir, yo había sido igual, me comportaba así con todos, pero ella era un joven dulce y solo me dedicaba esa mirada a mí. Además, me mostraba una entereza que yo había perdido frente a ella y no me animaba casi a hablarle ¿Cómo iba a pedirle que me escuchara todo lo que tenía para decirle?

El jueves por la tarde me quedé a hasta última hora en la escuela para poner al día todo el papeleo que había dejado de lado la semana anterior. Faltaba poco menos de media hora para que salieran los alumnos, cuando entré a sala de profesores por un café. La preceptora era la única que quedaba además de los poco docentes que todavía estaban dando clase. Estaba viendo el noticiero en internet. No debería y estuve a punto de llamarle la atención por eso, pero ya no había mucho que hacer. Sólo los cursos más grandes tenían clase hasta tan tarde, por lo que había muy pocos alumnos a esa hora, así que decidí no decirle nada y me puse a escuchar yo también las noticias.

"REITERAMOS: Un alumno habría intentado suicidarse al saltar del segundo piso de su escuela durante un recreo. El hecho ocurrió en la escuela número cuarenta y cinco..."

-Más bien yo diría que lo logró.- acotó la preceptora, pero además de la horrible noticia yo había captado otro dato.

-Escuela cuarenta y cinco.- me sonaba por algún motivo.- ¿Esa no es la escuela donde está haciendo la suplencia Kiara?

La preceptora me miró como si no entendiera de qué le hablaba. No dije nada, dejé mi café por la mitad y salí disparada de la escuela.




Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora