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-Vamos a tu casa.- le pedí a Vanessa cuando ya nos habíamos despedido de su madre.

-¿Estás segura?

Asentí y sentí su mano aferrar la mía con firmeza para dirigirme de nuevo hasta su auto. No voy a mentir, me encantaba la sensación de caminar con ella tomando mi mano, pero a la vez me preocupaba que alguien pudiera vernos, teníamos que ser discretas.

Volver a entrar a su departamento me puso un poco nerviosa, pero ella me tomó de la mano nuevamente y me abrazó antes de darme un suave beso.

-Me encanta tenerte acá conmigo.- susurró sobre mi boca y un escalofrío recorrió mi espalda.

Tuve que hacer un esfuerzo muy grande para no devorarle la boca en ese momento y creo que ella lo notó. Solo me sonrió y lentamente se alejó.

-Vanessa yo...

-Shh, no te tenés que decir nada. Vení, quiero mostrarte algo.

La seguí hasta un cuarto contiguo al que recordaba era su habitación.

-Ahora que lo pienso, en realidad no conozco tu casa.- reflexioné.

-Vamos a revertir eso.- abrió la puerta y me encontré con su habitación favorita.

Me había hablado de este cuarto muchas veces, pero nunca lo había visto. Era una perfecta biblioteca privada. Todas las paredes estaban cubiertas de estantes repletos de libros y en el centro una mesa no muy grande con varios papeles y una computadora.

-Y todavía hay más libros en la sala.- dijo haciéndose a un lado para que entrara.

La miré incrédula, pero sonreí. ¡Me encantaba ese lugar! Comencé a caminar mirando todos los estantes, leyendo los títulos de los libros y sus autores. No conocía la gran mayoría, pero también había muchos clásicos de la literatura y la filosofía y varios libros en otros idiomas.

-Traje muchos de Europa.- me dijo al ver que me detenía en una hermosa colección de Shakespeare en idioma original.- ¿Te gusta?

-¡Es hermoso!- tomé uno de los libros y comencé a ojearlo.- Debe haber salido una fortuna.

-No tanto, lo más complicado fue traerlo, eso sí fue todo un presupuesto. No soy muy fanática del teatro, pero cuando vi estas ediciones no pude no comprarlas. Creo que fue más de coleccionista que otra cosa.

-Sí, yo hubiera hecho lo mismo.- con sumo cuidado volví a poner el libro en su lugar.

Vanessa no dejaba de mirarme con una sonrisa mientras yo seguía recorriendo cada estante.

-Podría pasarme el día entero acá adentro.

-Y yo podría pasarme el día entero mirándote observar todo con esa sonrisa boba en la cara.

-Mirá quien habla de sonrisas bobas.- me acerqué a ella y tomé sus manos.- ¿No te desconcentrás trabajando en un lugar con tantas cosas interesantes a tu alrededor?

-Supongo que hay cosas a las que uno se acostumbra.- dijo sin dejar de mirarme con esa intensidad que me daba cosquillas en la parte baja de la espalda.

-¿Y cosas a las que no?

-Ajam.- rodeó mi cintura con sus brazos para acercarme a su cuerpo y juntó nuestros labios con suavidad.

Correspondí a su beso gustosa. Rodeé su cuello con mis manos enredando mis dedos en su pelo y me dejé llevar hasta sentir la excitación creciendo entre mis piernas. Corté el beso y me alejé. Tenía la respiración algo agitada y me sentía avergonzada. Sabía que ella estaba lista para seguir, que quería hacerlo y yo también quería, pero los fantasmas del pasado volvían a mi mente frenándome. No me animaba a mirarla a los ojos y sentía ganas de llorar.

-Kiara.- puso su mano en barbilla obligándome a mirarla.- ¿estás bien?

Asentí y la abracé porque no sería capaz de hablar sin largarme a llorar. Ella me envolvió en sus brazos y dejó un beso en mi pelo.

-Creo que tengo una mezcla de emociones.-confesé.

-Créeme, yo también.- sus palabras me hicieron cosquillas en la oreja y sonreí.- Vení, hay algo más de lo que quiero hablarte.

Tomó su computadora y volvimos a la sala. Nos sentamos en el sillón y pasamos la tarde debatiendo de las posibilidades que teníamos de hacer que alguno de los alumnos se anotara en un concurso de escritura que organizaba la universidad.

El domingo me dediqué a trabajar. Kiara se había ido temprano porque tenía una reunión con su familia, así que decidí aprovechar el día para preparar unos trabajos que pensaba presentar en un congreso próximo además de algunas cosas que tenía pendientes de la escuela. La idea era no pensar en cuanto la extrañaba, porque cada minuto que Kiara no estaba conmigo me sentía terriblemente ansiosa. Cada cosa que hacía quería compartirla con ella, preguntarle su opinión. Varias veces tuve que morderme los dedos para no escribirle un mensaje. "No seas pesada" me decía a mí misma.

Pasada casi toda la tarde, no había avanzado nada en el trabajo y había tardado más de lo usual en terminar de llenar unos papeles de la dirección. Me di por vencida y sin muchas esperanzas prendí la tele. Hice zapping un rato hasta que encontré una película que parecía interesante. Después de quince minutos me di cuenta de que no. No solo era sumamente aburrida, sino que ya la había visto. Pasé varios canales más, y vi pedazos de otras películas que también ya había visto. Me rendí y me fui a duchar.

-Tal vez así me despejo y puedo seguir el trabajo.- hablé sola.

Mi celular seguía sin mensajes de Kiara, así que me resigné y lo dejé en el sillón y entré al baño.

Después de veinte minuto bajo el agua decidí que era suficiente, cerré la ducha, me envolví en la toalla. De nuevo en la sala no pude evitar mirar mi celular, varios mensajes de Kiara:

"Estoy yendo para tu casa"

"Estás?"

"Bueno, paso igual... es que te extraño"

"Vane?"

No sabía si contestarle o vestirme primero. En ese momento sonó el timbre. "Mierda".

-¡Ya voy!- grité, pero seguía dudando si vestirme o qué hacer. Decidí que vestirme iba a llevar demasiado tiempo así que me acomodé la toalla y fui a abrir la puerta.


Mañana publico lo bueno en dos capítulos!

Estoy muy contenta con el resultado, así que espero que a ustedes también les guste.

Gracias por leer!!!

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora