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Tatiana decidió quedarse por varios meses y fue realmente un alivio para mí. Con ella podía distraerme. Desde el tiempo que había pasado en Europa, había perdido a muchos de mis amigos, por lo que estaba realmente sola y no tenía con quien salir o con quien hablar. Además, Tatiana era el alma de la fiesta, sin importar donde estuviera. Solíamos ir a distintos bares a tomar algo e incluso salíamos a bailar. Aunque muchas mujeres se nos acercaban, en especial a ella, siempre volvíamos juntas. Me sorprendía que prefiriera estar conmigo siempre en lugar de conocer a otras personas. Le pregunté en varias ocasiones el motivo, pero siempre decía que no le parecía justo dejarme sola. A mí no me habría importado, Kiara seguía en mi cabeza, pero aun así apreciaba el gesto de Tati.

Otra salida frecuente era ir a cenar con mi madre, quien adoró a Tatiana desde el primer momento. Insistía en que no debía dejar que esa mujer se fuera.

Yo quería muchísimo a Tatiana y después de Kiara había sido la única mujer que realmente me había cautivado, pero no quería ilusionarme. Aunque Tatiana insistiera en que yo era especial para ella, la conocía lo suficiente y sabía cuan inquieta era, nunca se quedaba más de seis meses en un mismo país, sin importar que mujer se le cruzara.

Mi relación con Kiara volvió a ser tan distante como el primer día. A veces la observaba dar sus clases desde el pasillo y luego me encerraba en la dirección y soltaba suspiros por ella. Me dolía enormemente haberla lastimado, me dolía saber que seguía haciéndolo, que ella sentía cosas por mí y yo por ella y aun así seguía haciendo las cosas mal. Tal vez no había forma de arreglarlo y lo nuestro simplemente no debía ser, pero no podía resignarme a ni siquiera intentarlo. Había perdido mi oportunidad hacía tres años, pero mi orgullo era más fuerte y algo me decía que el destino nos había juntado por una razón y que tenía que intentarlo.

Tatiana fue mi consuelo y apoyo todo el tiempo. Para fin de año nuestras salidas se habían reducido y solíamos pasar las noches en casa.

-Quiero quedarme.- soltó luego de una cena. La miré sin entender.- Quiero quedarme a vivir aquí contigo. Pensaba irme en un mes, después de las fiestas, pero no quiero. Te quiero tía, quiero estar contigo. Sabes, estoy más grande y no quiero seguir dando vueltas por el mundo sola. Además, si te dejo sola vas a volver a caer por esa niña y vas a volver a romperle el corazón y ella a ti.

No supe que bien como reaccionar a lo que acababa de decirme, estaba totalmente sorprendida. Tenía razón en todo y lo cierto era que yo tampoco quería que se fuera. Por segunda vez en mi vida, Tatiana me estaba rescatando lentamente de mis días grises y del tormento que suponía mi amor por Kiara. Siempre me había apoyado, sin juzgarme, desde el primer día que nos conocimos y le conté mi historia. Era una mujer hermosa, que me quería y que me gustaba. Tal vez mi madre tenía razón. Tatiana había venido pura y exclusivamente para verme, se merecía una oportunidad.

Tat.- dije por fin.- por mi podés quedarte todo el tiempo que quieras, es más, me haría muy feliz que lo hicieras.

Ella rodeó la mesa y se arrodilló frente a mí para besarme. Correspondí a su beso y no tardamos en llegar a la cama.

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora