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Para fin de año solían hacer la famosa "juntada". Uno de los profesores tenía una quinta y nos invitaba a todos a pasar un día allá. Solía ser una fiesta un poco descontrolada dentro de lo que se podía esperar para un grupo de profesores de secundario. Había alcohol de sobra, comida y la pileta que era mi ingrediente favorito. Laura, que desde que estaba soltera lo único que quería era fiesta estaba más emocionada que años anteriores.

Nos habíamos pasado los últimos dos meses saliendo a bares, boliches y fiestas, en su mayoría frecuentados por público LGBT. Yo había tonteado con algunas chicas, pero ninguna me había interesado para más que una charla, me estaba poniendo vieja. Laura, por su parte, disfrutaba su etapa de experimentación (un poco tardía, la molestaba yo) besando a cuanta chica o chico se le cruzara y estuviera dispuesto, sin discriminar género, sexo u orientación sexual. Así nos hicimos amigas de un grupo de chicas y quedamos para salir con ellas en un par de ocasiones.

No tenía idea si Vanessa iría a la fiesta en la quinta. Sabía que su "amiga" seguía en el país y que vivía con ella. Honestamente, me costaba creer que fueran solo amigas. La pelirroja iba a recogerla a la escuela algunas veces y podía notar como se la comía con los ojos mientras Vanessa caminaba hasta el auto y se saludaban con un abrazo y le daba dos besos en las mejillas. Trataba de no darle importancia, pero en el fondo me moría de celos. Yo había sido la primera mujer de Vanessa y quería seguir siendo la única. Si no estaba conmigo que no estuviera con ninguna.

Una tarde, nos encontrábamos varios profesores reunidos en nuestra sala cuando Vanessa entró por un café. Marcelo, que era el dueño de la quinta, y varios de los otros profesores le comentaron de la fiesta.

Ella pareció un tanto desconcertada ante tan apabullante invitación. Solo Laura y yo nos mantuvimos al margen.

-No se.- dijo Vanessa por fin.- no me veo mucho en ese tipo de fiestas.

No pude evitar mirarla un tanto incrédula e incluso decepcionada tal vez ¿quería que Vanessa fuera? Todos seguían insistiendo para que asistiera, pero sus ojos azules estaban fijos en mí.

-Está bien, voy a ir.- me miró casi con frialdad.

Ella podía, no sé cómo. Después de todo lo que había pasado aun era capaz de sostenerme la mirada de esa forma.

Yo no lo soporté, perdí en ese juego, junté todas mis cosas y salí corriendo de la sala de profesores.

-¡Kiara, esperá!- Laura corrió detrás de mí.-Disimulá un poco amiga, todos se quedaron con una cara cuando saliste así.

-¡Es que no la soporto! Va a ir solo para fastidiarme a mi ¿No viste cómo me miraba?

-Lo que yo vi es que aceptó porque vos se lo pediste con esa miradita que le echaste. Te observo, Kiara, estás esperando que te de un motivo para perdonarla y ella va a aprovechar cada espacio que le des para acercarse. No se qué es lo que quiere de vos o si es simplemente para sentirse mejor con sigo misma, pero te manipula y se lo permitís. Sé que no es fácil, pero ignorala de una vez, no le des ese poder, ni ahora ni en la fiesta.

Y ahí estaba Laura retándome otra vez. Yo sabía que tenía razón, pero no podía evitarlo. Era un sentimiento contra el que luchaba todo el tiempo. Lo lograba durante una semana, luego volvía a ser débil ante ella. Me dejaba embriagar por los recuerdos y el amor que aún le tenía, me derretía de solo imaginarme en sus brazos de nuevo. Entonces la veía subirse a su auto con la pelirroja y recordaba todo lo que me había hecho sufrir, el dolor volvía a apoderarse de mí como los primeros meses luego de la única noche que pasamos juntas.



Sí, la re cuelgo, no me es fácil escribir sobre esto, pero la historia sigue!! Y se viene lo mejor...

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora