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Desperté con un terrible dolor de cabeza. Laura no estaba en la cama. Me levanté con dificultad y fui al baño a lavarme la cara, intentando que el agua aliviara un poco el dolor de mis sienes.

Me miré al espejo y recordé lo que había pasado la noche anterior. No había estado mal. Laura era atrevida y se había dejado llevar con una soltura que no sabría si atribuírsela al alcohol o qué, pero había sido sorprendentemente divertido.

Aun así, me lo reprochaba. Laura era mi mejor amiga, mi compañera de trabajo y no era bueno mezclar las cosas. Tenía que hablar con ella y aclarar todo esto.

La encontré en la cocina, parecía de buen humor y no supe bien cómo interpretar eso.

-¡Hola! ¿Café?

-Si, gracias.- tomé la taza que me ofrecía.- Lau, yo... lo que pasó anoche...

-No digas nada, Kiara. Lo que pasó... pasó, ya está. Sé que fue algo del momento. Me gustó, bah, creo que no estuvo mal ¿no? Pero fue solo eso y ya.- yo la miraba entre aliviada y confundida.- ¿Fue muy malo?

-¿Qué? ¡No, no!- me apresuré a responder.- de hecho, estuvo muy bien, sólo que... fue raro Lau, sos mi mejor amiga, no quiero mezclar las cosas y...

-Sí, lo se. Despreocupate, está todo bien.

-¿Segura?

-Sí, olvídate. ¿Vos te sentís mejor?

Su pregunta me descolocó, entonces recordé a Vanessa y el beso y mi dolor de cabeza aumentó. No quería pensar en eso.

-Sí, sólo se me parte la cabeza.

No volvimos a tocar el tema. Aunque me sentí rara unos días, luego mi relación con Laura fue volviendo a la normalidad, lo cual agradecí, porque teníamos planeado irnos de vacaciones juntas desde ya hacía varios meses.

Aunque contrario a nuestros planes iniciales, nos tomamos el viaje con calma. Ya habíamos comprobado que el alcohol no era nuestro mejor aliado y honestamente ya estábamos grandes para algunas cosas. Nos dedicamos a pasear, ir al cine, disfrutar la playa, tomar sol. El viaje terminó de menguar mis miedos respecto a mi relación con Laura. Temía que las cosas se volvieran realmente muy raras o que cayéramos en la tentación de nuevo, pero por suerte no fue así. Me dediqué mucho a leer e incluso a escribir.

Respecto a Vanessa, pensé en ella todo el verano. En varias ocasiones sentí deseos de escribirle, sólo quería saber de ella, la extrañaba si es que eso era posible, aunque no estaba segura de a qué Vanessa extrañaba. Me repetía que ella no se lo merecía y que yo tampoco, así que renuncié a intentar cualquier contacto. Me concentré en sentirme mejor, en disfrutar mis vacaciones y puedo decir con orgullo que lo logré. Para cuando faltaban pocas semanas para iniciar las clases me sentía realmente bien, estaba con la ansiedad previa de siempre y no pensaba tanto en Vanessa, llegué a creer que la estaba superando.

Error. Cuando llegué a la escuela junto con Laura el primer día y me crucé con la mirada fría de Vanessa se me borró la sonrisa. Todo el esfuerzo de las últimas semanas ya no pesaba. Yo moría por esos ojos. No importa que tan fríos pudieran mostrarse, yo había visto el calor en ellos y para mí no había vuelta atrás.

Fría. Así estuvo Vanessa durante las primeras semanas. Con todos se mostraba distante, casi no sonreía y estaba excesivamente exigente. Incluso conmigo, que jamás me había criticado una planificación de clase, al contrario, ahora nada le gustaba. Un día me citó en dirección para pedirme que rehiciera todos los papeles que le había presentado.

-¿Por qué?

-Porque es muy similar a lo que presentaste el año pasado, quiero actividades nuevas.- ni siquiera me miraba mientras hablaba.

-¿Es conmigo esto?

-¿Perdón?

-¿Es por lo que pasó que hacés esto?

-No sos la única a la que le hago correcciones. No te creas el centro del mundo Kiara, esto es trabajo. Mañana tráeme las planificaciones nuevas.- lanzó las carpetas que le había dado sobre el escritorio sin dirigirme la mirada y siguió revolviendo papeles.

Tomé mis cosas y salí de ahí con las lágrimas a punto de salírseme de los ojos. Vanessa nunca me había tratado así.

En la universidad tenía fama de mala, pero nunca fue así conmigo, ni cuando fui su alumna ni como su ayudante, al contrario. No pretendía ser el centro del universo, pero siempre me había hecho sentir que era especial para ella.

Tal vez ya no. Tal vez la única especial para ella ahora era la pelirroja que aún venía a recogerla de vez en cuando. Eso era lo que más me dolía, yo ya no era nadie para ella.

Decidí ignorarla, ahora movida por la bronca, incluso busqué horas en otra escuela y conseguí una suplencia de cuatro semanas. Vanessa no dijo nada cuando se lo comuniqué, pero me di cuenta por su mirada que no le había gustado. No pretendía dejar esta escuela, era mi favorita, pero no venían mal unos pesos extras a mi sueldo y conocer otras personas, solo serían cuatro semanas en las que estaría un poco más ocupada de lo usual, al fin y al cabo, tenía planificaciones de clases de más que podría usar.

El comportamiento de Vanessa empeoró cuando llegó la fecha de entregar las planillas con las notas de los alumnos. Fue Laura la que se llevó la bronca más grande. Habíamos quedado en encontrarnos a la salida de la escuela para ir a tomar algo. Yo estaba esperándola en la puerta, pero apareció unos veinte minutos después totalmente furiosa.

-La odio, está totalmente loca esa mujer.

-¿Qué pasó?

-Me dijo de todo por entregar las planillas un día tarde.

-¿Otra vez entregaste tarde?- Laura era malísima para toda la parte burocrática del trabajo, era difícil que cumpliera plazos y yo vivía retándola por ese tipo de cosas.

-Tampoco fue tan grave, fue un día nada más.

-Igual tiene razón.

-¿Ahora la defendés? También me amenazó con descontarme los días que no firmé la planilla de clases.

-¿No firmás la planilla de clase todos los días?

-A veces me olvido y firmo dos o tres clases juntas. No es para tanto, lo hice miles de veces. Además, yo nunca falto, es más, me tendrían que dar un premio por asistencia perfecta.

-¿Te puede descontar horas por eso?

-¡No sé! No creo, pero tampoco debería poder amenazarme así ¡no sabés como estaba! pensé que me iba a despedir o algo así. El año pasado también entregué las planillas tarde y no me dijo absolutamente nada. No sé que bicho le picó este año, será que la pelirroja no la atiende bien. ¡Pero te juro que me llega a descontar una hora de clases y...

-Bueno, tranquilizate.-puse mi mano en su hombro y froté con suavidad para calmarla antes de darle un abrazo.

En ese momento salió Vanessa. Nos dedicó una sus frías miradas, a las que ya me había acostumbrado, aunque no por eso dolieran menos. Ni siquiera saludó, subió a su auto y se marchó.


Les dejo esto, no se si voy a poder actualizar en los próximos días porque no voy a estar con internet, pero voy a seguir escribiendo (o eso espero) así que a la vuelta habrá más cosillas... se viene lo bueno... 

En Pura Piel capaz deje un capítulo más mañana por la noche... capaz.

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora