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Entramos al departamento, dejó sus cosas y me miró expectante. La besé de nuevo y ella me rodeó con sus brazos correspondiendo el beso. La acosté en el sillón y me acomodé sobre ella. Besé su boca y bajé por su cuello deslizando mi lengua por su piel. Vanessa gimió apretando sus manos en mi espalda. Comencé a desabrochar su camisa pero me detuvo.

-Kiara... -La miré.- Yo nunca... No tengo idea cómo...

-Tranquila.-La besé con ternura- Solo... hacé lo que sientas, yo te guío.

Asintió y volvimos a besarnos. Cuando la noté más relajada seguí desabrochando su camisa exponiendo su cuerpo. Besé su abdomen y subí con mis labios pegados a su piel hasta su boca.

-Vamos al cuarto.- pidió claramente excitada.

Me guió a su habitación y volvimos a besarnos. Adoraba su boca. Le quité la camisa y el sostén. La acosté sobre la cama y ella tiró de mi remera para que me la quitara. Lo hice. Besé sus pechos, lamí sus pezones y los succioné dulcemente. Su respiración se entrecortaba. Luego quité el resto de su ropa y besé el interior de sus muslos peligrosamente cerca de su sexo. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban yo sonreía y ella apartaba la vista, entonces mi lengua la acariciaba y sus ojos se entrecerraban de placer. Pasé mi mano por su sexo para comprobar su humedad y ella gimió. Estaba empapada. La besé y dibujé un camino de besos hasta su clítoris. Gimió más fuerte. Chupé rítmicamente su vulva hinchada. Metí mis dedos y los moví en su interior. Temblaba y sus manos se aferraban a las sábanas. Volví a lamer su clítoris. Finalmente su espalda se arqueó y me regaló su orgasmo. Me retiré de su interior y la cubrí con mi cuerpo.

-Wow.- suspiró con los ojos aun cerrados y me abrazó.

Besé su frente, su hombro y acaricié su pelo.

-Fue increíble.- dijo mirándome a los ojos.

Sonreí, me acosté a su lado y la tapé, la noche estaba fresca.

-Vos sos increíble. -Tomé su mano.- Increíblemente hermosa.

Permanecimos unos minutos en silencio mirándonos y sonriéndonos. Parecía un sueño. Fue ella quien habló.

-Quiero intentarlo.- Se volvió hacia mi.- pero no estoy segura de cómo va salir.

Acaricié su rostro haciendo que me mirara a los ojos.

-Hacé lo que sientas, ya te dije, si lo necesitás yo te guío, está bien.

Asintió y se acomodó sobre mí con timidez. Comenzó a besarme. Mis manos recorrían sus espalda y su trasero. Besó ambos lados de mi cuello y bajó a mi pecho. Se deshizo de mi sostén y apretó mis pechos con sus manos. Yo gemí y se metió uno en la boca. Pasó su lengua en círculos alrededor de mi pezón y luego mordió suavemente el otro. Me desnudó y besó mi boca. Bajó hasta mi ombligo y metió la lengua en él excitándome mucho. Siguió bajando pero se detuvo.

-No sé si estoy lista para...- Tiré de su mano para atraerla a mi boca.

-Hacé lo que sientas.- Le repetí.

Me besó y su mano bajó a mi sexo. Gemí en su boca cuando apretó mi clítoris. Repitió el movimiento varias veces haciendo que me mojara más de lo que ya estaba. Luego deslizó su dedo dentro de mi vagina entrando y saliendo una y otra vez. Acarició toda mi vulva explorándola y haciendo que me retorciera de placer hasta que no pude más y exploté en un fuerte orgasmo. Besó mi cuello mientras recuperaba el aliento. Cuando lo hice tomé su mano y chupé sus dedos. Me miró hacerlo y mordió su labio inferior. Luego me besó.

-Lo hiciste genial.

-Me gustó hacerlo.- Confesó avergonzada.

-Vení acá.- Abrí mis brazos y me abrazó apoyando su cabeza en mi hombro.

Nos quedamos en silencio. No podía creer lo que había pasado, tenía miedo de decir cualquier cosa y arruinar el momento. Estaba algo exaltada pero había tomado tanto que no tardé en dormirme.

Cuando desperté Vanessa no estaba en la cama y yo tenía un fuerte dolor de cabeza. Mandé un mensaje a mis padres avisando que estaba en lo de una compañera y que se quedaran tranquilos. Mi ropa estaba doblada a los pies de la cama, me levanté y me vestí. Vanessa estaba en la cocina.

-Buen día.- saludó- ¿Café?

-Buen día. Sí, gracias.- Me senté a la mesa y enseguida me alcanzó una taza.

-Lo siento Kiara.- dijo sentándose frente a mi.- Pero quedé en ir a ver a mi madre en un rato.

-No te preocupes, yo ya me voy.

-Desayuná tranquila, todavía hay tiempo. ¿Te alcanzo a tu casa?

-No, no es necesario, puedo tomar el tren a esta hora.

Terminé mi café y tomé el resto de mis cosas. Vanessa me acompañó a la puerta y en el ascensor volvió a besarme. Nos despedimos y me fui.

Esa tarde le mandé un mensaje para ver cuando podría verla de nuevo, pero no me contestó. La llamé y tampoco respondió. Al otro día me llegó un mensaje de ella.

"Lo siento, estaba ocupada. Esta tarde no puedo, te aviso por mañana"

Esperé unos días y volví a escribirle. No obtuve respuesta, tampoco contestó mis mails. Supe un mes más tarde que había viajado a Europa, pero nada más hasta ahora, que la tenía frente a mí y sería mi nueva directora.


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