21

813 68 1
                                    


Un rato más tarde estaba improvisando una salsa con lo que encontró en mi cocina mientras lo fideos se cocinaban en una olla con agua.

-Creo recordar que alguna vez te dije que iba a invitarte a comer.

-Sí, lo dijiste, pero nunca lo hiciste.-respondí.

-Bueno, sí te llevé a comer, solo que no cociné.

-Es cierto... en parte.- respondí y cometí el estúpido error de prender la tele.

-¿En parte?

No contesté, el suicidio de un chico en la escuela cuarenta y cinco era el titular de todos los noticieros. La tristeza que por un rato había abandonado mi cuerpo volvió a apoderarse de mi corazón.

Siempre había odiado las formas en las que los periodistas trataban las noticias. Se olvidaban de que hablaban de personas y hacían preguntas totalmente insensibles y estúpidas, especulaban con la información con tal de tener algo que anunciar, aunque no podían confirmar nada porque se aferraban a simples rumores. Y eso era lo que estaban haciendo en este caso.

"El chico se habría suicidado porque era gay" Ese era el titular que figuraba debajo de la pantalla donde un periodista relataba lo sucedido: "El adolescente de dieciséis años saltó desde el segundo piso de su escuela al finalizar el recreo. Lamentablemente, no sobrevivió a la caída. Alumnos de la escuela, testigos del hecho, afirman que no fue ningún accidente, el joven habría subido a la baranda y luego se habría dejado caer al vacío. El motivo: porque era gay"

-¡Hijos de...!-apagué la tele y lancé el control remoto al suelo.

De pronto sentí que ese chico era más parecido a mí de lo que creía. Me sentí peor, más triste, incluso más culpable. La impotencia ahora se sumaba a la tristeza de lo ocurrido y deseaba con más fuerza haber podido hacer algo.

Vanessa dejó lo que estaba haciendo y corrió a mi lado. Me abrazó y empecé a llorar de nuevo.

-Kiara, tranquila.-susurró.

-No puedo creer que digan eso así. ¿Será cierto?

-No lo sé.- ella parecía compartir mi tristeza.

-No es justo. No es justo que un chico de dieciséis años haga algo así, pero si es por eso... Eso ni siquiera debería ser un motivo.- hundí mi rostro en su cuello y me dejé consolar.

No tardé en calmarme y la dejé regresar a la cocina a terminar la cena. Los ojos me ardían de llorar, me acosté en el sillón y los cerré hasta que la comida estuvo lista.

Al principio me costó comer, no tenía hambre, pero Vanessa se encargó de cambiar lentamente mi ánimo. Además, estaba riquísimo. Quería disfrutar con ella, pero mi tarde en la escuela regresaba a mi mente cada tanto nublándolo todo.

-Quedate.- le pedí cuando empezó a levantar la mesa.

Me miró sin entender.

-Quedate.-repetí.- Dormí conmigo.

-¿Estás segura?

-No quiero estar sola.

-Está bien.- me dedicó una sonrisa.

No me dejó hacer nada. Lavó los platos y limpió todo lo que había utilizado mientras yo tomaba un té que también había preparado ella.

Miramos tele, ya ningún noticiero, se encargó de buscar una película a la que realmente no le presté mucha atención. Me era difícil concentrarme en otra cosa que no fuera su cuerpo pegado al mío o su mano tomando la mía.

-Tengo sueño.- le dije.

-¿Querés que nos acostemos?

Asentí y me puse de pie tirando de ella para que también se levantara. Se paró frente a mi y me sujetó por la cintura.

-¿Estás mejor?

-Sí, creo que sí.- rodee su cuello con mis brazos para besarla, enloquecía en sus labios.

Poco a poco el beso fue aumentando la intensidad. Sus manos ya no estaban quietas, se movían por toda mi espalda hasta que se deslizaron por debajo de mi ropa haciéndome soltar un gemido. Pegué mis caderas a las suyas provocándola. Tiré de su cuello y empujé con mi lengua sus labios para entrar y chocar con la suya. Gimió y sentí sus manos bajar a mi trasero. Tomó mi mano y me llevó a la habitación. Caímos en la cama. El peso de su cuerpo sobre el mío me llenó se sensaciones. Sus besos descendían por mi cuello volviéndome loca, mi respiración se entrecortaba, me sentía en el aire y con ello llegó el vértigo.

-Esperá, esperá.- la detuve.

-¿Qué pasó? ¿Estás bien?-ella también estaba agitada.

-Vamos muy rápido, necesito... tiempo. No estoy lista todavía para esto.-vi la decepción en sus ojos.- Lo siento.

-No te disculpes, tenés razón.- Se acomodó a mi lado y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos.- Vayamos despacio.

-Me muero por sentirte de nuevo, pero me da miedo.- confesé.

-Voy a hacer todo lo que haga falta para que vuelvas a confiar en mí, te lo prometo.-dejó un beso en mi frente.- Yo también me muero por sentirte, sos hermosa.

Sonreí.

-De hecho.- siguió hablando.- no se que viste en mí. Te llevo ¿cuánto? ¿Quince años?

-Quince años y veinticuatro días. Y no, no me importa la edad. Es más, capaz es una de las cosas que más me atraen de vos. Siempre fuiste como mi ídola, quería ser como vos.

-Y te decepcioné.

-Digamos que me mostraste tu lado humano, pero aún así te quiero.

-No soy la misma que hace cuatro años, mi cuerpo...

-¿Crees que eso me importa? Para mí sos hermosa igual.-me acomodé de lado para verla a los ojos.-Vanessa, eras mi profesora y te admiraba como tal, pero también te conocí como persona, disfrutaba estar con vos, hablar de cualquier cosa...

Me acarició el rostro y me perdí en sus ojos y su sonrisa.

-A mi también me gustaba eso. Jamás pensé que podría gustarte tanto, que podías quererme así. No creo que me lo merezca.

Me acosté en su pecho y me abrazó.

-Hoy cuando apareciste, me di cuenta de que eras a la única persona que quería ver. Gracias por venir y por quedarte.- bostecé, me estaba quedando dormida en su pecho.

-De nada preciosa.- nos tapó y me dormí profundamente.


Hay actualización en Pura Piel! Qué lo disfruten :)

Tramposo DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora