Capítulo 8

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Las vacaciones habían terminado la semana pasada, a todos nos costó un poco volver a la rutina de; levantarse temprano, hacer tarea, dormirse tarde por estudiar.

Bueno... a mi si, últimamente era una floja de primera, no quería hacer más que quedarme en casa, haciendo nada.

Desde todo lo que pasó, Miranda iba a verme todos los días, ahora más que nunca teníamos una relación mucho más fuerte, supongo que eso era lo que se esperaba, hablaba de mi hermana, ¿Así eran los hermanos? ¿Era normal llevarnos tan bien? Bueno si ponía de ejemplo de los cuates de París y Leonardo, su relación era la más parecida, se llevaban tan bien, eran el orgullo de sus padres, en si, su familia era tan respetuosa y educada, por ende ellos debían de ser así también.

No conocía a muchos hermanos, quitando a ellos, Michelle y Robert, en si no sabía cómo era su relación, a veces se llevaban de maravillaba, otra veces no, era complicado.

Sin embargo, a Cristina no le estaba gustando casi nada la situación de ocurría, no lo decía, pero apostaba que estaba enojada, impotente pensando mil cosas que no ocurrirían, si me ponía en sus zapatos tenía razón. Que críes y encariñes con alguien para que años después llegué una persona a querer "robártela", robar todo ese esfuerzo invertido. Aunque su pensamiento fuera así, estaba mal, realmente mal, Miranda no tenía tales intenciones, Cristina solo estaba organizando mal sus pensamientos, tarde o temprano vería que la verdad es otra.

El despertador sonó bastante temprano en la mañana, lo apagué quejándome como de costumbre. Me levanté con el mal aspecto de siempre, metiéndome a la ducha en mi intento de querer despertarme por completo, al sentir el agua en mi rostro, reaccioné de inmediato pegando un brinco.

Saqué mi muy melancólico uniforme, que vaya que lo extrañé, aunque no quisiera admitirlo, me lo puse, junto con una chamarra caliente. Cuando terminé de alistarme salí entusiasmada a la estación de autobuses, tomando como siempre el mismo.

Cuando llegué a la puerta del colegio, vi a mi amigo. Fernando tenía una pinta de flojera que me daban ganas de golpearlo, sin embargo yo estaba así hace unos minutos. Juntos nos metimos entre los pasillos, intentando llegar a nuestro salón. Antes de dar un paso más, algo o mejor dicho alguien, jaló a Fernando, llevándolo lejos de la puerta de nuestra aula, al voltear la mirada, noté a Amanda abrazada a él, no quería interrumpir, así que me metí dejando a aquellos tórtolos en sus asuntos.

Minutos más tarde, mi maestro ya venía con su gran libro a querer iniciar un buen inicio de clases. Colocaba sus ejercicios complicado en el pizarrón, para después comenzar a pasar a los que menos sabían.

Mis piernas y manos temblaban sin razón, ¿acaso era por qué estaba nerviosa?

Tal cual como lo esperaba, fui llamada para hacer mi mayor esfuerzo al frente de la clase, maldito problemas matemáticos, por qué no podíamos ser amigos.  

– Recuerde lo que vimos la clase pasada- me decía "intentando" alentarme, aquello no servía de nada.

Intenté, intenté y seguí intentando, esto era complicado, nada venía a mi mente, ¿Qué vimos la clase pasada? ¿Qué clase pasada? ¿En serio hubo clase pasada?

¡Esperen! Por clase pasada se refería a la clase de antes de salir de vacaciones, ¿Cómo pretendía que me acordará? No toqué un solo libro en todos esos días, si así hubiera sido, sería de todo menos de matemáticas, eso estaba seguro.

Además, sentí su presión, al igual que la presión de todo el salón porque ya terminará. Escuchaba algunos murmuras, sí, algunos de los que hablaban mal de mí, ya me imaginaba lo que decían, cosas como; "por eso no debería estar aquí, que mala educación" "una inculta de primera" "yo lo hago mejor" y bla bla bla, ¿acaso no se cansaban?

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora