Al día siguiente me levanté como todos los días e hice la misma rutina de siempre.
Cuando llegué a la entrada de la escuela, vi a Michelle hablando con Robert, me sorprendí al verlos. Mi primer instinto fue esconderme cerca de la pared para no ser vista, se podía escuchar de lo que estaban hablando.
No entendía el porque estaban juntos, ¿Qué relación tenían?, tenía muchas preguntas en mi cabeza. De la nada Robert tenía rostro de desagrado, escuchaba unos cuantos susurros, no era del todo claro, intenté acercarme un poco más para tener más claridad de las cosas, pero... él volteó en mi dirección descubriéndome.
Me paré derecha fingiendo que no estaba haciendo nada, estaba claro que no lo iba a convencer así. – ¿Qué haces?- preguntó mientras se acercaba.
– ¿Yo?- me señalé intentando crear una mentira- solo pasaba por aquí- añadí nerviosa jugueteando con mis dedos.
– Ah... claro, solo pasabas, pero te escondiste en la pared- dijo llevándole el ritmo a mi tonta mentira- si te gusto no tengas miedo de decírmelo, no te tienes que esconder para espiarme- bromeó conteniendo la risa.
Era sin duda un tonto, esta era una de las cosas por las que no debía influenciarme mucho con él. – ¡Oh, eres tú!- exclamó Michelle sorprendida, mientras me apuntaba con su dedo intentando acusarme.
De acuerdo, esto confirmaba unas de mis dudas, aquella chica si se trataba de la misma Michelle que conocí ayer, la reconocí pese que hoy estaba muy cambiada, se veía como una chica de secundaria común y corriente, no traía más que su uniforme y sus zapatos negros casuales de todas las escuelas, finalmente se veía de su edad.
– ¿Se conocen?- preguntó Robert confundido.
– No, no la conozco- se apresuró a responder- pero ayer me mojó con una manguera- añadió sacando la rabia que tenía.
Robert me volteó a ver sin entender, iba a hablar pero en eso sentí una mano que me golpeó con fuerza en la mejilla, me llevé la mano de inmediato a la cara, ¿enserio acabo de ser golpeada por una niña menor que yo?, ah... me ardía el rostro.
– Tú te merecías lo que te paso ayer- me defendí por fin pudiendo hablar.
– Explíquenme, por favor..., no entiendo nada de esto- suplicó Robert confundido, todo había pasado tan rápido que lo más probable es que su cabeza estuviera por explotar.
– ¿Sabes que, idiota?, ¡me hartas!- me gritó Michelle caminando indignada hasta la otra esquina, donde estaba un coche esperándola.
Miré a Robert, quien estaba sin saber que decir.
– Te juró que te contaré todo, pero primero dime ¿Qué relación tienen? - pregunté algo a la defensiva. – Ella es mi hermana menor- en cuanto escuché eso, quedé por completo anonadada, ¿acaso había escuchado bien?- mi padre me pidieron que fuéramos juntos a las escuela, entonces me pasaron a dejar a mi primero y ella tuvo curiosidad de ver el colegio- añadió con media sonrisa. Ahora me sentí apenada, no sabia que era hermana de Robert, si no hubiera sido más serena y paciente. Mi comportamiento no fue el mejor, sin duda.
Comenzamos a caminar hacia nuestro salón mientras le contaba todo lo que había ocurrido, hasta me sentía mal al decirle.
– No puedo ni creer que realmente haya dicho eso- confesó Robert deteniéndose a mi paso- pensaba que ya era un poco más madura- se escuchaba decepcionado, de cierta manera fue extraño. – La verdad, me enfadé mucho, al principio intenté controlarme, pero pierdo la paciencia cuando insultan a mis amigos- apreté el puño intentando no volver a enojarme por ello- además, Max enserio se estaba esforzando por impresionarla, me sentí realmente furiosa por todo su esfuerzo que se fue a la basura.
Robert rodeó mis hombros con su brazo, como si quisiera que las palabras que iba a decir se escucharan más épicas.
– De acuerdo, haré que se disculpe con tu amigo- dijo por fin, después de un momento de silencio, sus palabras lo hacían sentirse un buen hermano mayor, se veía en la expresión que tenía. – Está bien, pero..., pero...- no pude terminar la frase, me sentía mareada.
– ¿Pero, qué?- preguntó Robert mirándome algo extrañado.
– No puedo...- susurré intentando seguir respirando.
No me podía mantener en pie, de repente caí, antes de cerrar los ojos sentí los brazos de Robert, que me sujetaban fuertemente.
Cuando desperté, veía todo borroso, la enfermera me tomó la temperatura y al quitarme el termómetro vio que tenía fiebre. Me había enfermado debido a que no había descansado apropiadamente estos últimos días.
Mis amigos estaban ahí, la enfermera les preguntó el número de un familiar mío, como no tenía familia, no le pudieron decir nada. Cristina tampoco tenía teléfono, así que no le podían avisar. No me podían llevar así al parque, de seguro Cristina se preocuparía. Al final decidieron que París me llevaría a su casa para que me atendiera un médico. Su familia me conocía muy bien, por eso mismo no les molestaría.
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Detrás de la enfermedad
Novela JuvenilAzul es una chica que con tan solo dos meses de edad fue abandonada en un parque. Ella creció siendo cuidada por una mujer de nombre Cristina, la cual le daba una vida normal. Cuando entra a Preparatoria, comienza a tener una serie de extraños dolor...