Capítulo 23

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Todos los días era un constante estar ensayando hasta la muerte con la obra. Esto era lo que yo pedí, era responsable de este peso que estaba sobre mis hombros, con gusto iba a cargarlo sin protestar.

Me di cuenta que, el mismo día de la kermés era mi cumpleaños. Al parecer era un buen día para armar festivales en la escuela.

En estos últimos días habían ocurrido muchas cosas que a penas y podía asimilar, por ejemplo, Karen se había mudado a la casa, algo que me ponía bastante feliz, esto era bueno para las dos, así yo ya no me sentiría tan extraña y sola con el tema de mi familia, ella al fin salió del horrible departamento en el que vivía. Me sentí como en una película al momento de la mudanza, teníamos que hacer todo con suma cautela, su padre nos ayudó en todo lo que estaba en su alcance, así que conocí a uno de mis tíos.

El día que tanto había esperado por fin llegó, el día de presentar la obra.

Internamente sentía que no podía hacerlo, pero intentaba motivarme a mí misma, era cuestión de confiar, si el maestro me daba su aprobación en cada ensayo, si mis amigos me apoyaban, si toda la clase estaba pendiente de mis actos, ¿por qué no podía animarme y superarme a mí misma? Lo pensé infinidad de veces y lo decidí, debía de dar todo lo que tenía, debía demostrar lo que podía dar.

Mi día comenzó escuchando unos pasos en el corredor de la casa, los cuales lograron despertarme. No sabía si la intención de mis compañeros de casa era levantarme por la mañana, antes que sonará mi despertador, sin en cambio lo lograron. Como no quería levantarme de mi cómoda cama, me quedé viendo al techo, pensando en infinidad de cosas que podía ocurrir hoy.

Sin previo aviso, la puerta se abrió de golpe, haciéndome sobresaltar. Ahí estaban Karen y Fernando, sus sonrisas sobresalían de unas enormes cajas que tenían en la mano.

– ¡Feliz cumpleaños! - gritaron al unísono.

Traían un pastel con la otra mano que tenían restante, tantas cosas estaban sobre de ellos que me sorprendía que no les ganara el peso.

Me levanté de la cama y los abracé, claro que antes dejaron las cosas en el suelo.

Colocaron unas cuantas velas improvisadas en el centro del pastel y comenzaron a cantarme las mañanitas, cosa que me dio mucha risa, pues ellos no sabían ponerse de acuerdo que parte de la canción cantar. Al final, únicamente soplé las velas, partiendo el pastel. El sabor era bueno, era cremoso y tenía un ligero sabor a vainilla con leche.

Me dejaron el cuarto llenos de bolsas con regalos, para después irse a arreglar para el festival.

Debido a que se trataba de un evento ajeno a las horas de la escuela, nos dejaban vestirnos como quisieras, dejando de lado el horrendo uniforme que día a día usábamos.

Tomé uno de los regalos de Karen, un vestido color azul fuerte con degradado, simplemente se veía hermoso. Me los puse junto con unos zapatos negros de piso, los cuales estaban en otra de las bolsas de regalos. Antes de salir de la habitación, tomé la bolsa la cuál contenía mi cambio de ropa para el tema de mi salón, el cuál era una casa de terror. De igual manera, tomé la pulsera que Fernando me había dado, junto con un suéter negro por si las dudas.

Me encaminé a la sala, bajando todas las escaleras. Ahí ya se encontraba Karen con un pantalón negro entubado, una camisa blanca con el nombre de una banda de metal, su clásica chamarra negra de piel y sus botas negras, junto con todas su joyería que consistía en pulseras de picos y calaveras, todo con un gorro negro.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora