Detrás de la enfermedad

Capítulo 1

Mi nombre es Azul Vega yo era una chica como cualquier otra, iba al colegio, me gustaba arreglarme, salir con los pocos amigos que tenía. Lo único en que era diferente es que yo no tenía familia. Mis padres me abandonaron cuando estaba pequeña y una señora llamada Cristina cuido de mí, desde ese entonces yo la considero como mi madre.          

Vivo en un parque, o algo perecido, son áreas verdes junto a unos edificios, nadie nos a corrido, así que se encargaron de modificarlo para armar casas de cartón, las cuales construyeron muy bien, cada casa tiene colchones y cobijas.                               

En el parque hay una estufa donde ponemos la comida que encontramos.

Como hay edificios a nuestros alrededores. Los adultos hicieron un tratado con el dueño de uno de los departamentos del primer piso para que nos dejará usar su baño y cuarto de regaderas.                                

Cristina trabaja muy duro para darme una vida como todas las chicas. Paga una colegiatura bastante alta, para que yo pueda ir a la escuela. Desde que era pequeña, me había metido en escuelas con prestigio para que tuviera buena educación, todo eso ella lo hace porque suele decir a menudo que estoy "condenada" a vivir así mi adolescencia, sin embargo con la mejor educación puedo llegar a triunfar en la vida o al menos eso piensa.

Como todos los días me levanté para ir a la escuela, me puse mi uniforme escolar; una falda azul marino con una blusa de botones blanca y un suéter del mismo color de la falda, todo esto junto con unos zapatos negros que van con unas calcetas que me llegaban hasta la rodilla.                                                                                                                                 Salí de mi casa y me despedí de todas las personas que estaban ahí, porque eran como mi familia, me dirigí al autobús que me dejaba a unos metros de la escuela.                     
Cuando llegué me di cuenta que estaba muy nerviosa, pero emocionada porque pasaba a primer año de Preparatoria. Entré al colegio, en el patio había un pizarrón para asignar tu grupo. Me acerqué empezando a revisar. Miré en todos los grupos y me tocó el 1°D, en los tres grados había hasta esa letra.                                                                                           Fui a mi salón donde me estaban esperando mis amigos: Luz, París, Elisa y el único hombre, Leonardo. Ellos eran muy diferentes a mí, tenían una casa donde vivir, todos ellos tenían a sus dos padres, los cuatro eran amigos de la infancia, a mí me conocieron hace tres años en primero de secundaria, ellos al igual que la mayoría de esta escuela tenían mucho dinero, sin embargo a no les importó mi situación económica, ni que era una huérfana y mucho menos que vivía en un parque, nos hicimos muy buenos amigos desde el primer día de escuela.                                                                                                    Confiaba demasiado en ellos y los apreció bastante.                                               

También eran muy diferentes físicamente; Luz tiene ojos azules, el cabello castaño claro, era lacio, ella se hace rizos en las puntas, ya que le parece aburrido tenerlo liso. Mide unos 5cm más que yo, tiene bonito cuerpo. En su pelo jamás puede faltar su moño, que le daba ese toque único. Por alguna razón odia tener el cabello amarrado, suele enojarse cuando tocan su cabello.                                                                                                     

Elisa tiene ojos color miel, tiene unas pestañas enormes que le hace resaltar su brillo. Tiene problemas de la vista, así que por obvias razones usa lentes, solo que varía, a veces suele usar los de armazón que le dan su estilo interesante y a veces los de contacto, con los que llama la atención por su increíble mirada. Su cabello es chino, así que se le hace un tipo afro en la cabeza, dependiendo de que tan esponjado este, es un negro bastante notable, suele usar una simple diadema en su intento de "peinarse". Mide 2cm más que yo, solo que  casi no se nota las diferencias de nuestras estaturas.                                                         París podría decirse que es el polo opuesto de Luz, es la clase de chica que odia arreglase, sin embargo su cabello rubio y rizado, junto con aquellos ojos azules que tiene, la hacen tener bastantes pretendientes, el único problema era que su estilo de llevar uniforme deportivo casi todos los días, alejaba a unos cuantos chicos. Es la más alta de todas, mide 1.73, la altura no le afectaba en mucho, ya que en el colegio la mayoría de los hombres median los 1.80 o más.                                                                                                             Y el último de todos; Leonardo, quien es hermano de París, por ende son casi iguales,  añadiendo el echo que son cuates. Su cabello igualmente rubio, solo cambiaba en el hecho que lo tenía lacio, ojos también azules. Él fácil podía ser el chico ideal de toda mujer, es guapo, es cierto, bastante alto y todas estábamos de acuerdo que tiene cuerpo de modelo.                                       
Muy feliz fui a abrazarlos, en eso sonó la campana, nosotros nos acomodamos juntos.     
La maestra entró, enseguida se colocó en el pizarrón queriendo demostrar su entusiasmo o eso parecía.                                                                                                                               – Buenos días alumnos, yo seré su tutora de este año, mi nombre es Verónica- mencionó presentándose.                                                                                                                
Algunos cuantos sonrieron prestando atención a sus palabras, otros platicaban con el primero que veían. De la nada se escuchó la puerta abrirse, ahí estaba un chico que apareció de la nada, la maestra le indicó que pasará. Cuando esté entró, muchas se quedaron viéndolo. Tenía su cabello color marrón, sus ojos eran verdes, si ¿por qué los ricos tienen ojos de color y yo no?                                                                                                 A primera vista supuse que media lo mismo que Leo.                                                              
– ¿Por qué llegó tan tarde alumno?- preguntó la maestra intentando sonar tranquila.           
– Lo siento, se me olvido poner la alarma- respondió completamente sincero.                        
– De acuerdo, pero que no vuelva a ocurrir- añadió mientras se sentaba en su silla- preséntese- le ordenó al chico.                                                                                       
Después de un par de segundos, volvió a hablar.                                                                    
– Hola mi nombre es Robert, espero llevarme bien con ustedes- después se fue a sentar al único asiento vacío que estaba al final del salón.                                                               
Cada uno de nosotros fuimos presentándonos, todo paso muy rápido hasta que sin darme cuenta ya estábamos en el descanso.                                                                                   
No sé que le pasaba a las mujeres de mi escuela, cuando por fin teníamos la posibilidad de estar en paz, felices descansando antes que volviera a un salón de clases, posiblemente con nuestros amigos platicando cómodamente. Pero no, la mayoría de mi salón estaban reunidas en un gran círculo enorme, que rodeaba al chico que llego tarde, Robert.          
¿Qué buscaban ganar? ¿Acaso querían su atención? Por qué si así fuera, creo podrían tener mejores cosas que hacer.                                                                                               
Sé que no lo conocía, sin embargo después de ya haber estado en distintas escuelas privadas podía escanear a la personas desde que las miraba y él parecía de los típicos que pretendía llamar la atención al primer momento. Prefería no involucrarme con gente tan... hartante como esa. Sinceramente no buscaba agradarle a nadie, tenía a mis amigos, sabía que en ellos podía confiar mucho, los apreciaba bastante.