Capítulo 35

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Narra Fernando:

Estaba sentando en las sillas, en el auditorio de la escuela, otra vez y por última ocasión. El día de la graduación por fin había llegado. La emoción de todos era notoria, la emoción de Karen y la mía estaba con efecto retrasado, no entendía, sí, puede que fuera emocionante dejar los salones que te recibían, los pasillos que susurraban cosas tuyas, las paredes que te vieron fallar y festejar triunfos. Pero, ¿realmente fue algo para ponerse como locos? No, no es que fuera amargado, ¿o quizás sí?

El ambiente que había en donde Karen y yo estábamos, era muy distinto al de los demás. Si Azul estuviera aquí todo sería diferente, ¿cómo pretendían que sonriéramos con todos si la causante que nuestra preparatoria fuera lo mejor no estaba presente? Los que estaban aquí no podían entender como nos sentíamos, ellos estaban reunidos de sus familiares, sus "mejores amistades" ¿nosotros? Nosotros nos teníamos mutuamente, nuestra mejor amiga estaba en un hospital, lamentándose consigo misma de no haber podido venir.

Qué asco de graduación sería esta.

– ¿Crees que la directora otra vez dirá su discurso eterno? - preguntó Karen, con una mueca de lado.

– Es lo más probable- susurré, tomando su mano.

Ella apoyó su cabeza en mi hombro. Todavía faltaba un buen rato para que esto diera inicio, supongo que era buena idea matar el tiempo de cualquier forma posible. Paso aproximadamente una hora, el auditorio ya estaba casi completo. Todos los grupos estaban completados, Karen le importaba poco que este no fuera su lugar correspondido. Cuando una maestra le llamó la atención, ella se encogió de hombros, "Sin Azul, no tiene sentido que este con los molestos de mis compañeros", se justificó, negándose a cambiarse de lugar, al final, la maestra se rindió, dejándola quedarse a mi lado. Se vio a las maestras más importantes en este año escolar, arriba del escenario, sentadas en una silla, con las manos una sobre la otra y un porte de gran elegancia. Minutos más tardes, todos nos pusimos de pie, para que el himno del colegio se hiciera escuchar. Me mantenía callado, junto a Karen, únicamente escuchando con respeto. No fui muy admirador de mi propia escuela para entonar la canción que nos representaba.

Seguido de ello, cuando tomamos nuevamente asiento, la directora se paró en el pódium, con una gran sonrisa en el rostro, ahí yacían unas hojas, esperadas por ser leídos, esperadas por aburrir a todo el auditorio durante minutos eternos. Estiré los brazos, manteniéndome con la cabeza fija, no pasaba nada, podía aguantar esto, ya había pasado por dos ceremonias iguales, la tercera debía de ser más sencilla. Por lo tanto, veía con suma cautela todo el lugar, este año había sido ligeramente diferente, no había los decorados en los techos con banderas, ni los lazos con las frases típicas de: "felicidades por otro logró más" "Eres un orgullo" y ese tipo de cosas. Ahora era más formal, únicamente estaba el escudo de la escuela en el centro del escenario, junto con banderas de los colores de la escuela. De cierta manera, era mejor ese tipo de decorados.

Ver el auditorio me recordaba a la fiesta de gala que hace poco se hizo, en este mismo lugar. Ese día fue extraño, divertido, eufórico y con muchos buenos recuerdos. Después de estar convenciendo mucho al doctor para que Azul pudiera ir, al fin lo habíamos logrado. Ella estaba deslumbrante, sin duda brillaba más que todas en la sala. Se apoyaba con una muletilla, aunque eso no impidió que perdiera su belleza, de pies a cabeza se veía espectacular. Llevaba puesto un vestido coral, que estaba ligeramente esponjado de la falda. Le conseguimos una peluca, cosa que la hacía verse más segura de sí misma. Era bastante parecido a su cabello original. Estaba sencilla, aunque insistía, que eso no fue impedimento para que demostrará toda la belleza de mujer que era. Esa noche baile con ella hasta cansarme, hablábamos de cualquier cosa que pasara por nuestra mente. Ella llamaba bastante la atención, todos sabían la situación en la que estaba, así que era inevitable que miradas extrañas llegarán, aunque supo manejarlo muy bien, no les prestaba atención, sonreía y se divertía. Cuando volvimos al hospital, se bañó, se colocó su bata y pasé la noche cuidándola, mientras que Karen, se iba a descansar a la casa.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora