Capítulo 16

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Nuevamente, después de unos largos días de no hacerlo, volví a mi rutina mañanera.

Al escuchar la alarma, abrí los ojos con dificultad. Las cobijas no querían dejarme ir o yo no quería dejarlas ir.

Con el mayor esfuerzo que pude, salí camino al baño. Me quité la ropa, metiéndome en la ducha. Sentí el agua sobre mi rostro, siempre era el mejor truco para hacer que mi sueño desapareciera.

Al salir, sequé mi cabello, pasando la toalla infinidad de veces, en mi opinión era mejor a maltratártelo con el aire que salía de la secadera. Después, pase el cepillo desenredando los mechones de pelo. Junto con la bata, me encaminé a sacar el uniforme del armario.

El cual, era diferente al año pasado. Por lo que oí al momento de ir a comprar el uniforme nuevo, la escuela tuvo problemas en la organización de los protocolos nuevos que querían implementar. Así que, por idea de la directora cambiaron el uniforme para un toque más elegante de la institución.

A mi parecer, era un asco, falda roja con cuadros negros, camisa blanca de manga corta con una corbata roja y un saco azul marino. Por lo mismo, la directora dio su consentimiento para que, las mujeres pudiéramos usar el calzado que quisiéramos, la única condición era que debía ser de color tanto rojo o negro.

Yo me puse botines rojos.

Para terminar y según yo, dar una mejor impresión, me puse perfume, no sabía si eso serviría de algo. Antes de tomar la mochila, saqué el collar de Robert, esperaba que esto me diera suerte en un día diferente sin mis amigos. Al igual que me puse la pulsera de Fernando, estaba segura que él se emocionaría al verla.

Sin más, tomé mi mochila, poniéndome en marcha.

Caminé hasta la estación de autobuses, la cual no estaba nada cerca a comparación de antes en el parque. No estaba segura de que dirección ir. Después de mucho, organicé mis ideas, por fin sabiendo el cartel que debía fijarme, que estaba cerca de la calle, donde estaba la escuela.

Cuando llegué, vi un mar de gente en la entrada. Era lo clásico en las escuelas, donde entraban personas de nuevo ingreso. Los padres seguían preocupándose de sus hijos, que pasaban a otro nivel de educación. Moviéndome lento por los padres preocupados por sus hijos, logré llegar al pizarrón, en donde estaban colocadas las hojas con el grupo asignado de cada alumno.

Pase el dedo por cada uno de los salones, me detuve en el "C", en donde estaba el nombre de Robert, junto a Paulina. De inmediato sentí un dolor en el pecho, era inevitable no pensar lo peor con ellos dos en el mismo salón. Mi vista, se fue al último salón, el "D". Ahí vi el nombre de Fernando, para después tres más abajo el mío. Una sonrisa se formó en mi rostro, no estaría tan sola y aburrida como creía.

Segundos más tarde, logré salir entré toda la multitud que cubría el patio principal del colegio, encaminándome a los pasillos, para ponerme en busca de mi salón. Que como todos los años, el salón "D" eran los más escondidos. No sabía la razón, pero la escuela ponía a simple vista el "A" y "B", dejando a los dos restantes lejos de los demás.

Subí al segundos piso, donde se encontraban los salones de segundo grado. A simple vista, en cuanto llegabas, se notaban los salones de "A" y "B", como ya había dicho anteriormente. Al doblar el pasillo, se encontraba el "C", el cuál estaba cerca de los baños.

Me cansé y cuando estaba a punto de rendirme, noté unas escaleras seguida de los baños. Varios estaban bajando curiosos. Me uní a ellos con la esperanza que mi salón se encontrará entre ese hueco y efectivamente el salón "D" estaba ahí.

El desorden ahí era un lío.

Todo mundo estaba de pie, yendo de un lado a otro.

No pude evitar sentir que no pertenecía ahí. Era una extraña sensación. Decidí sentarme en una banca de hasta atrás, donde recargué mi cabeza en la mesa de la banca, cerrando los ojos con la mínima esperanza que el tiempo se pasará rápido.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora