Capítulo 32

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Cada día era para mí algo similar a un minuto, los momentos en el hospital se habían terminado antes de lo que creí. Iba a extrañar ligeramente los dolores que causaban las pastillas, al igual que los paseos por los jardines del hospital. Pese a cosas buenas o malas, siempre había una experiencia y algo obtenido detrás de todo eso. Esta vez... no quería creer que aquellos dolores que tanto padecí, gracias al fuerte medicamento fueron en vano, no encontraba el lado positivo por más que me quedará pensando.

Mi cabello se había caído por completo, ahora eran las aventuras de "Azul y el gorro azul", con el cual me podía sentir segura, ya que era extrañó pensar que esta vez no fue porque yo me rapará, sino que sucedió lo que era de esperarse, gracias a las quimioterapias, quedé sin un solo rastro de rizo, dejando ver las consecuencias del tumor que se reía de mí en cada tratamiento, en cada hospitalización, en cada cosa que tratará de vencerlo. Ya estábamos en invierno, por ello el frío no daba tregua. Diciembre era de uno de los meses más tranquilos que podían existir (a mi punto de vista), la mayoría pensaba en relajarse en estas vacaciones que se aproximaban, algunos en los regalos de navidad o incluso en la paz que traían consigo estas fechas.

Desde hace ya un tiempo, las pesadillas constantes con Karen habían desaparecido, aunque ella comenzaba a comportarse de una manera muy extraña, estaba cansada por todo, se sentía mal del estómago muy seguido, se mareaba y ese tipo de cosas. Las cuales aumentaban mi corazonada, no quería adelantarme a los hechos, así que esperaba paciente por si ella quería hablar conmigo, referente a "algo".

Los pocos días que Michelle me había visitado al hospital (la mayor parte junto con Max), me contaba que Robert la había dejado de llamar, también había dejado de escribirle. Sus padres no tenían noticas de él, lo cual desconcertó a todos, incluyéndome. Después de ese día, no volvió a pisar suelo por lo menos en mi habitación, dejándome con el gran pendiente de ¿por qué Robert dejó de comunicarse? Gracias a ello, mi mente tuvo mucho con que entretenerse, pensando en ello una y otra vez.

El frío logró hacer que abriera los ojos mucho tiempo antes de que mi despertador sonará. Me sentí frustrada y enojada, por más que intenté, no pude dormirme de nuevo, sólo daba vueltas en la cama una y otra vez, ya en espera que escuchara el tan clásico timbre que era mi peor enemigo y mejor amigo al mismo tiempo, cada mañana de escuela. Hoy..., hoy era el último día antes de iniciar las vacaciones, así que debía de ver esto con buenos ojos, ya pronto podría pasarme viendo películas todo el día, al mismo tiempo que iba a revisiones diarias. Una vez que ya era la hora, me puse en pie, poniendo en marcha mi rutina de siempre. Con lentitud, me di un buen baño caliente, que hizo que el frío desapareciera durante unos segundos, hasta que volví a la realidad de mi habitación, abrazando la toalla del baño, queriendo que el calor corriera por mi cuerpo. Sin más, me coloqué el uniforme y terminé de arreglarme con la cobija abrazada a mí. Unos minutos más tardes, Karen tocó a la puerta, para verificarse que ya estaba despierta y arreglada. Cuando reuní el valor de dejar la cobija, para colocarme el saco del uniforme, temía que fuera un día horrible. Tomé la mochila y la pulsera que me regaló Fernando, para bajar al comedor. Karen traía el mandil puesto, junto con una cuchara enorme, terminando de preparar el desayuno. Era raro verla a ella cocinar, la mayoría de las veces Fernando era el encargado de hacer las comidas.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora