Capítulo 11

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La casa en si era enorme, bastante grande.

En cuanto entré me quedé boquiabierta, siempre que iba a casa de mis amigos notaba lo grandes que eran, quién diría que yo me mudaría a una casa así.

Miranda me mostró todo el lugar. Tenía la sala que, contaba con bastante espacio, una cocina que parecía sacada de un restaurante lujoso, tenía todo lo necesario para preparar algo interesante. Al igual que un comedor, situado al lado de la cocina, este no era tan grande, pero igual contaba con un buen espacio.

El patio tenía un techo de vidrio, además que estar rodeado por todas partes de flores y el pasto verde.

Había seis habitaciones, las cuales contaban con su propio baño. Y también baño en cada piso de la casa.

– ¿No crees que la casa es mucho para sólo nosotras dos?- le comenté, una vez terminada la expedición por los cuatro pisos.    

– Lo sé- mencionó Miranda viéndome con mirada inocente- nuestros padres la escogieron, así que ya me imaginaba algo así, a ellos les encanta las casas muy grandes.

Me sorprendí al escuchar eso, nunca pasó por mi mente que ellos estuvieran involucrados en esto.

Mi hermana me llevó hasta el tercer piso, donde ahí se encontraba mi cuarto.

Cuando abrí la puerta, nuevamente me quedé boquiabierta. Al igual que muchas habitaciones de esta casa, el cuarto era enorme, en serio enorme, mucho más de lo que imaginaba.

Mi vista vagaba por toda la habitación, intentando descifrar cómo funcionaba esto, intentando que mi mente se adaptará a este cambio, aunque igual, creerme que esto me estaba pasando y que aquella enorme habitación sería mi cuarto.

Cuando Miranda se fue a su habitación, la cual estaba en el piso de abajo. Acomodé la ropa en la cama, doblándola con cuidado.

Con la mirada buscaba el armario, pese que abrí infinidad de cajones, ninguna era para la ropa o no tenía el espacio suficiente.

De tanto ir aquí para allá, sentí que necesitaba ir al baño a mojarme un poco el rostro. Había tres puertas en el cuarto, la principal, la cuál era la más enorme, que daba para ir al pasillo, otra que daba con el baño y una última que no sabía que tenía detrás o donde daba.

Abrí una de las puertas, que estaba entre la del baño y la misteriosa. Me encontré con que se trataba de un pequeño cuarto, que si lo veía bien, era un armario, el cual tenía ropa colgada y muchos más ganchos. Ahí, coloqué toda la ropa que tenía acomodada en la cama.

Cuando terminé de ordenar las cosas, guardé la maleta e hice un interesante recorrido por todos los cuartos que restaban.    

– ¿Ya ordenaste todo?- preguntó Miranda, encontrándola en el sillón de la sala.

Asenté la cabeza.   

– Vaya que es enorme la casa- susurré jugueteando con mis dedos, ella entrecerró los ojos ladeando un poco la cabeza.    

– Lo sé- echó un suspiró- está fue la única opción que me dio a escoger mi madre, ella es una mujer que siempre consigue lo que quiere. Cuando me dio la lista con las casas me dijo; "está, es la única decente para dos señoritas que necesitan relajarse, así que la aceptas, sí o sí". Entonces, terminé con esta casa.

Miranda se levantó para preparar un poco de café con leche. Unos minutos después, me entregó una taza.   

– Entonces así es mi madre- murmuré, intentando hacerme la idea.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora