Estaba golpeteando la mesa con los dedos, la comida se tardaba bastante.
Miranda, estaba observando algunas cosas en su revista, intentaba concentrarme en otra cosa, el paisaje, las personas, algo... pero al parecer eso no era para mí. Sentía que debía amarrar mi lengua para no decir algo que no debía, las palabras estaban por salir de mi boca, ah... debía decirlo ahora.
– Tú tienes mucho dinero, ¿verdad?- solté por fin, quería hacerle esa pregunta desde hace mucho. No solo su ropa era costosa, si no que también la camioneta era modelo de este año.
Ella dejó de observar la revista para concentrar su vista en mi, se quedó meditando la respuesta.
– Digamos que sí, mi papá tiene una cadena de hoteles, restaurantes de sushi y centros comerciales. Su empresa se encuentra en Japón y por eso siempre anda allá con mi mamá- me contestó con una sonrisa.
– ¿Tú trabajas en algo?- pregunté directa.
– Soy diseñadora, trabajo en Francia, soy muy famosa allá. Tengo una pequeña empresa y pues no vivo del dinero de mis padres, ellos me mandan dinero por una cuenta, sin embargo no tomo nada de ella- contesto explicándome- mi papá está enfermo y quiere que consiga esposo pronto para que se haga cargo de su empresa, porque él sabe perfectamente que yo no pienso ser la siguiente sucesora de la empresa.
– ¿No tienes hermanos o algo que se hagan cargo?- esa pregunta la puso sentirse incómoda, solo empezó a jugar con sus dedos pensando que me podría contestar.
Lo sé, lo sé. Azul, ¿por qué diablos la interrogas así? No podía aguantarme, conforme contestaba una pregunta yo le daba otra, desde hace un buen rato quería saber un poco más de ella, pensé que era el momento adecuado.
– Tengo una hermana menor- confesó viéndome directo a los ojos- me enteré hace poco por mis padres, sin embargo no sé nada de ella, se perdió hace un tiempo, ellos no quieren darme demasiados detalles- de la nada, una lágrima se deslizó por su mejilla- actualmente debería tener tu edad, desapareció cuando estaba internada, era muy pequeña.
Quedé impactado, aunque... fue imposible no relacionar con la historia que me contó Cristina, recuerdo que igual yo tengo una hermana mayor por algún lado del planeta.
Decidí dejar de hacer preguntas, lo más seguro era que solo estropeara el ambiente aquí.
Al terminar de comer, fuimos al cine, la cuál era el segundo regalo.
Llegamos al parque y me metí a bañar. Metí un short y una blusa delgada para que saliendo me peinara y me vistiera. Al salir de bañarme vi a dos hombres hablando con Miranda en mi casa.
– Azul, al fin sales- dijo Miranda riendo- mira él es Rogelio y el otro es Alfonso, ellos serán los encargados de peinarte y maquillarte, es parte de mi tercer sorpresa- continuó guiñándome un ojo.
Me sentaron en un banco y me secaron mi cabello. Me hicieron trenzas y las juntaron todas en una coleta alta, después hicieron rizos con los cabellos que habían dejado sueltos al frente, me pusieron un decorado en la cabeza que iba con el vestido y ya estaba listo mi peinado.
Después empezaron el maquillaje, pedí que no me maquillaran tanto, pues no estaba acostumbrada; empezaron poniéndome una base que iba con mi tono de piel, después me pusieron sombra de ojos negra, que era muy clara en tono y me delinearon los ojos, continuaron poniéndome el rímel, me pusieron quien sabe cuántas capas, parecía que llevaba pestañas postizas, después me pusieron la cosa que iba en las mejillas y para terminar el brillo labial.
Me sentía incomoda con el maquillaje, pero decidí aguantarme, solo sería una noche y ya no faltaba mucho.
Miranda llegó con barnices y cosas para las uñas, sonrió tomando mi mano.
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Detrás de la enfermedad
Genç KurguAzul es una chica que con tan solo dos meses de edad fue abandonada en un parque. Ella creció siendo cuidada por una mujer de nombre Cristina, la cual le daba una vida normal. Cuando entra a Preparatoria, comienza a tener una serie de extraños dolor...