Capítulo 20

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Me fue difícil mantener firme en un momento como este. Sentí que mi corazón volvía a sus latidos normales cuando centraba mi mente.

Dejé escapar unas ligeras lágrimas, de igual manera que tomaba valor para poder aceptar esto. París se iría de mi lado, después de una semana que pasamos, volvería a Australia a su vida, volvería con su familia, volvería para iniciar ya por fin en su escuela.

La abracé en el último momento de la despedida, mientras más le diera vueltas al asunto más doloroso sería.

– Prometo volver- dijo tomándome de las manos, con un brillo en los ojos.

– Por supuesto que debes de volver, si no lo haces me enojaré contigo- ella río, asentando con una gran sonrisa.

La tristeza no podía interrumpirnos, este no era un adiós, nosotras nos volveríamos a ver y eso no sería en un futuro tan lejano.

– Para la otra, prometo traer a Leonardo conmigo.

– Por favor hazlo- dije embozando lo más grande sonrisa al pensarlo- salúdamelo, es extraño pensar en él.

Ella asentó.

Nos volvimos a abrazar en el momento que dieron la última llamada para abordar el avión, ella aguantándose las lágrimas, me miró con toda la dulzura del mundo.

Se dio la media vuelta, tomando su maleta, caminando lejos de ahí, con la mano despidiéndose de nueva cuenta. Al final, desapareció de mi vista en el momento que entró en la puerta.

Por primera vez, desde el día que me uní, estaba concentrada en la hora del club de teatro, estaba haciendo un gran esfuerzo en ese momento, para que todo lo que dijera el maestro se quedará en mi cabeza y así no estar pensando en los diversos problemas que tenía.

Lo primordial era fijar mi atención aquí, no en Robert, ni en Fernando. Porque vaya que había estado pensando en Fernando desde nuestra discusión, nada se había arreglado aún, estábamos peor que antes, el o yo siempre nos íbamos antes de la hora para no encontrarnos y así no tener un mal rato.

El punto aquí era que sólo debía centrarme en el maestro y nada más.

Debía esforzarme lo más que pudiera, pronto se haría una obra de la leyenda japonesa del "hilo rojo del destino", por ello la escuela y sobre todo este club sería un caos, estaba segura de que todas las mujeres en esta sala querían en protagónico y yo estaba más que decidida a obtenerlo, así que tendría que impresionar al maestro con lo que era capaz de ofrecer en escena. Mi contrincante más fuerte era Noa, ella tenía talento nato para la actuación, sería difícil vencerla.

Cuando la hoja para las audiciones llegó a mis manos, confirme lo que estaba intuyendo desde hace varios días, en efecto todas las mujeres estaban apuntadas para luchar por el protagónico, no había ni una sola que presentara otro papel.

Con París practiqué las líneas una y otra vez, con ella podía hacerlo sin pensarlo, pero presentarlas en el día de la audición, con todos mirándote era una situación diferente, además que el maestro enfocaba los ojos específicamente en cada uno de tus movimientos, si cometías el más mínimo error estabas fuera.

Tomé la pluma y lo suficientemente confiada escribí mi nombre, si yo no tenía confianza en mí, ¿Quién lo haría?

Salí con ánimo decaído del auditorio, era difícil creer que yo pudiera lograr el protagónico, pues había muchas talentosas ahí dentro.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora