Capítulo 7

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Desde ese día Robert me venía a visitar muy a menudo al parque, nuestra relación ya era demasiado fuerte, no nos separábamos casi nunca en la escuela a excepción de los clubes, hacíamos un drama para irnos, después nos encontrábamos de nuevo en la salida y caminábamos hasta el parque, a veces iba con Michelle para que visitara a Max.

Ya habían pasado 4 meses desde que era novia de Robert, era la más feliz del mundo, me encantaba estar a su lado. Pero esa felicidad se arruinaba cuando me daban mis "dolores de embarazo", así le habían puesto mis amigos, porque yo tenía todos los dolores como las embarazadas; vomitaba mucho, me dolía la cabeza, me mareaba mucho. Pero por suerte no lo estaba.

Miranda mando a que cambiaran completamente el parque, ya que ella era la dueña, aún así le preguntó a las personas que vivían ahí si querían, claramente no hubo objeción alguna. Comenzaron a construir casa pequeñas, como las que teníamos de cartón, sólo que están eran de madera, le pusieron a cada persona una, la verdad con esto el parque ya no se veía donde habitaba gente pobre, si no como una pequeña residencia. Además cada casa tenía un estilo diferente, viéndose único. Tenían puertas de verdad, había camas de verdad, teníamos una cocina, baños y hasta televisión.

Miranda había gastado mucho en todo esto, todos le estábamos muy agradecidos.

En si, ya no me faltaba nada. Inclusive Cristina había dejado su trabajo tan cansado que tenía, Miranda le propuesto que de ahora en adelante, ella misma se iba a encargar de la colegiatura y cualquier cosa que me faltara, igual de todos los gastos que surgieran.

Ella poco a poco fue tomando gran importancia en mi vida, ya le tenía un gran cariño, después de todo lo que me ha ayudado.

Sin embargo, después que terminó la remodelación del parque, se fue, los días pasaban y ella no volvía.

Las vacaciones ya habían iniciado la semana pasada. Ya era invierno, hacía mucho frío últimamente, aquello no me importaba en absoluto, me encantaba el invierno, me gustaba ponerme abrigos cálidos y mantenerme dentro de mi casa con las cobijas.

Esta vez estaba haciendo el regalo para Robert, lo había empezado a hacer desde hace dos semanas, casi estaba listo, solo me faltaba muy poco por tejer; hacer un suéter no era tan fácil, me equivoqué muchas veces y tenía que comenzar desde cero.

Su madre fue la encargada de enseñarme. La había conocido hace un mes, cuando fui  a su casa por primera vez, a una cena especial que se encargaron de hacer para mí. Su casa era realmente enorme, inclusive más que la casa de París y Leo. Recuerdo que me puse un vestido que Robert me regalo ese día. Sus padres eran realmente estrictos con que tipo de persona salían sus hijos, tenía mucho miedo ese día, no sabía cómo reaccionarían al saber mi verdad, el cómo vivía y mi situación económica, me esperaba todo menos saber que me habían aceptado como novia de su hijo, al parecer pasaron por alto toda mi situación, dijeron que solo querían que él fuera feliz.

Su mamá me tomo mucho cariño ese día, me invitaba seguido a su casa, me había sorprendido, era realmente amable y tierna conmigo, incluso no me importó el papel de señora fría y mandona ante la sociedad.

Cuando me enseñó a tejer, me reveló que a Robert le encantaban ese tipo de regalos, es por ello que me propuse a terminar el suéter.

– ¡Azul, abre rápido!- gritó Fernando al otro lado de la puerta.

– Ya- respondí abriendo.

– Te tardas mucho, ¿acaso quieres que muera congelado?

– Lo siento, estaba concentrada que me tardé en oírte.

La relación entre Fernando y yo, ya había mejorado demasiado, creo que fue desde que se volvió a mudar a los edificios de al lado, hace dos meses.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora