El fuego que salí de la chimenea captaba la atención de nosotros tres. Había sido una de las mejores inversiones en todo el tiempo que llevábamos en la casa. Recuerdo las palabras de mi hermana: "sólo si eso te hace feliz, hazlo". Todavía ayer estábamos indecisos.
– Será la primera y última vez- susurraba Karen, con el dinero en las manos- sólo es un objeto.
– Un objeto que nos hará sentir felices de estar juntos, en el frío, dentro de la casa, quizás con un chocolate caliente- añadía Fernando, con una mueca de lado.
– Nos emocionamos por lo más mínimo- informó ella, con la vista hacía el techo.
– Así es- confirmé, con la más grande felicidad.
Y así es como gastamos un buen dinero en colocar una chimenea en la casa. Para mi este tiempo juntos significaba todo, no era por lo gastado o lo material, sino este ratito juntos admirando el fuego quedaría marcado por siempre. Durante estas épocas hace dos años, estaba haciendo un suéter para Robert, en tan sólo pensar en eso me ponía melancólica y un dolor en el pecho me invadía. Miré a ver a Karen, tenía la vista concentrada en el fuego, al igual que Fernando.
No podía decir que su problema se solucionó del todo después de que hablé con su mamá y le expliqué todo... desde el más mínimo detalle.
– Esa no es justificación para la atrocidad que hizo- mencionó la señora, con tono de molestia, creyendo que era una completa incompetente para expresar ante alguien como ella.
– Quiera o no, tengo el apoyo de mi hermana y el de su marido, el cual me ayudó a poder sacar a Karen de las condiciones en la que estaba- mi tono era tranquilo, me estaba sacando de mis casillas, así que me pondría seria y le demostraría que no era ninguna incompetente y si sabía lo que buscaba- no sé qué tipo de relación tenga con Miranda, ni con ninguno de mis padres, si se llevaban mal o bien, ese no es mi asunto. Ahora seré directa, Karen no se irá del país, intenté llevarme la contraría y con gusto arreglaremos esto con un juez, sólo que recuerde que su imagen de por medio, lo cual le importa más que nada, a mí no me importa los rumores que puedan salir, no me importa mi imagen, somos cuatro o más, contra usted.
Era duro recordar la seriedad que tuve que mantener o ese carácter fingido que me costaba mantener. La madre de Karen, no se opuso y dejó que ella siguiera a mi lado, viviendo en mi casa y estudiando ahí mismo. Las cosas se arreglaron duramente, aunque nuevamente lo habíamos conseguido.
– En ese aspecto, eres igual que Javier, guardas un coraje muy fuerte en tu interior. Espero que así sigas- fueron sus últimas palabras antes de darse la media vuelta e irse.
Mientras teníamos la mirada fija en el fuego de la chimenea, cada uno imaginando una cosa distinta a lo de la otra, Fernando echó un ruido peculiar, llamando y desconectando nuestras mentes. Volteamos a verlo, con confusión.
– Necesito de su ayuda, necesito hacer algo desde hace mucho tiempo- nos miró con una tranquilidad, poniéndose en pie, extendiendo ambas manos, en espera que la tomáramos, confiando en él.
Miré de reojo a mi prima, que no dudo en un segundo en su novio, para después quedarme sin remedio e igual, dándole mi mano.
Íbamos a un destino desconocido, montados en el coche, abrazados de las mantas, sentados firmemente, en espera de descubrir que quería hacer Fernando. Como siempre, ellos íbamos enfrente, él conduciendo y mi prima de copiloto.
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Detrás de la enfermedad
Teen FictionAzul es una chica que con tan solo dos meses de edad fue abandonada en un parque. Ella creció siendo cuidada por una mujer de nombre Cristina, la cual le daba una vida normal. Cuando entra a Preparatoria, comienza a tener una serie de extraños dolor...