Capítulo 29

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El tiempo en estos días no era nada, no sabía con exactitud a que se debía, no sabía con exactitud porque las cosas se estaban dando de la manera en cómo se estaban dando. Prestaba atención a todas las cosas, al mismo tiempo que a cada hecho que ocurría a mi alrededor. Desde el incidente con Amanda, Karen era muy cuidadosa en sus acciones, en su control de emociones e igual en su mismo vocabulario. Sin embargo, no importaba que tan cuidadosa fuera, se trataba de Karen, así que, por eso estaba yo, la encargada que no se le ocurriera hacer nada que la pudiera perjudicar. La semana que acababa de pasar, se cumplían dos meses desde que habíamos entrado al último año en preparatoria. Sí, dos meses que ni se sintieron, dos meses que se fueron como agua.

Y bien, de nueva cuenta estaría en la cama del hospital dentro de muy poco tiempo, un período corto, únicamente para comprobar que todo estuviera bien conmigo. Mi doctor era bastante estricto, siempre que íbamos a las revisiones, me atacaba con preguntas que parecían que no iban a tener fin, aunque bueno, lo comprendía, era mi Doctor, su trabajo consistía en cuidar de mi mejor que nadie. Me di cuenta que, por culpa del medicamento, mi humor cambiaba constantemente, normalmente me deprimía más de la cuenta, llegaba a la casa, me tiraba a mi cama a llorar en todo el día, sin fuerzas, sin ganas de nada. No sabía cómo hubiera podido aguantar todo esto sola sin Karen ni Fernando a mi lado, apoyándome. También era importante el punto de que, dentro de poco, sería mi cumpleaños. Sí, había estado dormida medio año de mi vida, por eso sentía extraño el hecho de tener un cumpleaños muy pronto. Pronto tendría los preciados 17 años, un año antes de convertirme en toda una persona "responsable" mayor de edad.

Karen invadió mi cuarto por la mañana, dispuesta a despertarme. Y no, no se fue hasta verme completamente dispuesta a levantarme e ir al hospital. Por ende, la situación tardo un par de largos minutos.

Cuando por fin terminé de arreglarme, Fernando me llevó camino al auto, haciendo sentir un duro frio que ahí había. Había llovido toda la noche, por ello, el frío era tan conocido. Realmente agradecía el haber estado dormida y no tener que escuchar los posibles rayos que cayeron (de seguro sin piedad alguna)

A los pocos segundos, ya estaba en la puerta que daba al consultorio del Doctor. Venir aquí últimamente era estresante, la misma rutina, lo mismo día a día. Al menos yo, ya me había desesperado, estaba segura que Karen y Fernando igual. Junto a mi prima, estábamos esperando que pudiera atenderme, mientras tanto, vagaba la vista por todo el pasillo. Y ahí, a lo lejos, había otra silla de ruedas ocupando espacio entre el mediano pasillo. Era un chico. Él de igual manera me miraba. Sonreí ligeramente, alzando la mano. Él me devolvió el "saludo", alzando su mano, que estaba envuelta entre vendaje.

De la nada, Karen avanzó jalando la silla dentro del consultorio, yo aún con la vista en el chico, poco a poco dejé de poder verlo, hasta cruzar el marco de la puerta, en donde desapareció. Extrañada, volví con la vista al frente, viendo al Doctor, quien tenía una sonrisa. Me preguntó el cómo me sentía. No supe responderle más que un cortante "bien, creo". El Doctor Javier, se sentó en su escritorio, suspirando una y otra vez. En ese cacho de tiempo, Karen se dedicó a hacerle algunas preguntas, ya que se sentía preocupada por distintos ataques de tristeza que de repente me daban.

Detrás de la enfermedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora