Al querer darme cuenta ya estábamos en las preciadas vacaciones de verano.
Mis amigos se habían regresado después de un mes, cosa que me sirvió bastante, pues fue divertido estar de nuevo cuenta con ellos, ayudándome a poder ver la vida de forma más fácil, como siempre lo hacía cuando ellos estaban cerca de mí. Una de las noches cuando ellos la estaban pasando en mi casa, nos pusimos a hablar seriamente de todo..., queriendo ponernos al corriente de todo lo que había pasado con cada uno de nosotros, ellos ya tenían una ligera sospecha que yo tenía algo grave, junto con París lo confesé.
– No sé si muera el día de mañana, no sé si el tumor invada mi cerebro y ya no se capaz ni de controlarme a mí misma- ellos tomaron mi mano- pero sí, tengo mucho miedo de lo que sea que pueda pasar.
Las palabras quizás ahí no servirían de nada, ninguno hablo con el típico "cliché" de intentarme animarme, la situación era muy real y ellos lo sabían. Aquella noche, lloramos bastante los cinco, nos abrazamos y juntos intentamos compartirnos el dolor mutuo, como en los viejos tiempos.
Seguí el consejo de Luz y comencé a abrir mi corazón a Yael. Fue incómodo al principio, después de tantas cosas, tratarlo diferente a como solía hacer, sin embargo, eso me ayudó a darme cuenta que quizás si sentía algo por él y no, no quería lastimarlo. Miranda claro que me ayudó en todas mis decisiones, una de ellas era empezar a salir con Yael, cosa que le alegró bastante.
– Mereces ser feliz, todo lo que tu decidas será lo mejor- aquello me dijo cuándo le platiqué mis pequeños sentimientos, ella estaba con unos ojos cristalinos muy notorios, sin duda la que más la estaba pasando mal, era ella, haciéndose la fuerte y madura todo el tiempo. Quien, si lo negó rotundamente y no quería saber nada más del tema, fue Fernando. No me sorprendía, de hecho, si era de esperarse. Sabía que su respuesta no influiría mucho en mi decisión, así que en su "intento de hacerme sufrir" me dejó de hablar un par de días, enojado conmigo.
Tocaron la puerta de mi habitación aun cuando el sol no se había puesto, no quería ni imaginarme que horas eran, ¡odiaba los estudios médicos por la mañana! Según la lógica de Karen, yo podría ir dormida tranquilamente en el camino al hospital o incluso en el hospital, cosa que no sucedía, pues el sueño se me espantaba una vez que salía de la cama.
– ¿Ya estas despierta? - preguntó Karen, asomándose por el marco de la puerta, me limité a asentar la cabeza, de una forma exagerada para que ella pudiera verme y no me volviera a preguntarme- Yael está esperándote en la sala- anunció con un tono muy feliz.
Quité las cobijas de inmediato, intentando ponerme en pie sin ayuda de sujetarme de nada, cosa que no tuvo éxito. Saqué un vestido color azul claro, bastante sencillo y en mi opinión, muy bonito. Igual me coloqué unas calcetas blancas que me llegaban hasta la rodilla y unos zapatos que combinaban perfectos con el vestido. Cuando ya estaba lista, bajé hasta la sala, apoyándome todo el tiempo de la pared. No voy a mentir, cuando vi a Yael, una sonrisa se dibujó en mi rostro de inmediato. Cuando conectamos miradas, mi corazón dio un vuelco. Enseguida se levantó del sillón para reunirnos en un abrazo, me levantó ligeros centímetros del suelo. Yael me pidió que fuera su novia una semana antes de la clausura de segundo. Así que, desde mi platica con Luz, me esforcé para poco a poco borrar a Robert de mi mente y corazón. Es cierto que todavía no podía estar cien por ciento segura que quería a Yael, lo intentaba y bastante.
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Detrás de la enfermedad
Teen FictionAzul es una chica que con tan solo dos meses de edad fue abandonada en un parque. Ella creció siendo cuidada por una mujer de nombre Cristina, la cual le daba una vida normal. Cuando entra a Preparatoria, comienza a tener una serie de extraños dolor...