Capítulo 2

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Me quedé sola en el sofá tratando de buscar una perspectiva diferente con la que enfocar lo ocurrido. Todos eso en lo que mamá esperaba que me convirtiera; abogada, mujer de un hombre de bien y madre de una familia numerosa... Todas aquellas metas se veían más lejos que nunca. De un momento a otro mi vida entera se descuadró, pero a la vez, las cosas comenzaron a tomar sentido, un sentido que tan siquiera yo era capaz de comprender.

¿Qué pasaría a partir de ahora? Por lo poco que me había explicado el señor Dumbledore, el colegio quedaba muy lejos de casa, y tendría que permanecer allí un año interna. Un año entero rodeada de gente diferente, rodeada de... magos y brujas. No podía ser una bruja. Estaba segura al cien por cien que se equivocaban de persona. ¿Cómo una chica  yo podía ser algo tan guay?

Unos pequeños toques a la puerta del salón hicieron que volviera a sentir los pies en la tierra.

— Jane, debemos irnos.

<<¡¿Irnos?!>> Grité en mi fuero interno. No. No estaba preparada. No todavía. Aunque siendo realistas, jamás lo estaría.

— No debes preocuparte, es normal que estés asustada. Créeme cuando te digo que si estás preparada — Me dijo.

— ¿Ahora también lee la mente?

Se río.

— No poseo ese don, pero no hace falta la ayuda de la magia ni ningún poder para saber lo que estás pensando. Eres demasiado transparente y todos lo que piensas queda cincelado en tu rostro.

Como un movimiento inconsciente, me toque la cara.

Tras ordenar a mis piernas ponerse en marcha me levanté. Las dos personas que habían cuidado de mí toda la vida esperaban juntos a unos pasos de distancia.

— Tengo que coger algo de ropa — Hablé en un endeble intento por retrasar lo ineludible. No quería marchar.

— No hará falta. Me he tomado las molestias de ordenar llevarte lo necesario a Hogwarts.

No sabía cuanto terror daba la palabra ''cambio'' hasta que lo viví en mis propias carnes. ¿Qué pasaría si no me gustaba? ¿ o si no encajaba? ¿Y si echaba de menos esto, podría volver?

Me despedí de ellos. Siempre había sido una persona acostumbrada a sufrir en silencio, y no estaba dispuesta a cambiarlo. No iba a llorar.

Dumbledore me miró con la actitud pacífica que lo caracterizaba. Elevó el antebrazo a la altura de su abdomen, formando un perfecto ángulo de noventa grados con el brazo.

— Cuando quieras.

Miré extrañada por unos segundos y sin saber muy bien que es lo que hacía, posé mi mano sobre la suya. En el mínimo roce, nuestros cuerpos fueron absorbidos por alguna especie de agujero. Mi cabeza daba vueltas y vueltas mientras traspasábamos un túnel del que no podía escapar. Afortunadamente esa sensación duró escasamente tres segundos.

Di gracias por haber podido aguantar el vómito al sentir los pies otra vez en el suelo. Si esta era mi bienvenida a la magia, no tenía demasiadas ganas por saber lo que me aguardaba, sea donde sea que fuera.

Lo primero que vi es que era de día, y lo segundo, fue gente. Mucha gente. Estábamos en un sitio público y eso era alarmante. ¿No se supone que esto de la magia es una de las cosas que hay que llevar en secreto? Sin embrago nadie parecía demasiado sorprendido por nuestra repentina a aparición, fue entonces cuando me percaté de que no estaba frente a las personas con las que seguramente yo estaba acostumbrada a tratar.

— ¿Qué es este lugar?

— Jane, estamos en el callejón Diagon — oteé atónita a mi alrededor —. Todo el material que necesites lo encontrarás aquí.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora