Perdóname. Me equivoqué. Soy una idiota.
Todas las disculpas resonaban en mi cabeza a la vez. Los nervios me impedían pensar en una sola oración coherente... Las fuerzas con las que había asumido el día se habían ido al caño cuando apenas me faltaban dos pasos para alcanzarlo.
Las conversaciones que resonaban en el salón, quedaron reducidas a un leve zumbido cuando atisbé el claro de su iris. Allí estaba, en medio de un cotorreo intenso, mirándome solo a mí. Entonces el barullo acabó de extinguirse. No escuchaba nada salvo el recital de explicaciones que tenía rondando por la cabeza. Su mirada estaba calada de un profundo odio, un odio dirigido a mí, lo que bastó para congelarme en mi sitio. <<No seas cobarde>> <<hazle frente a las consecuencias que acarrean tus actos>>.
Reanudé el paso, eliminando todos los atisbos de duda que pudiesen perturbarme. Me aproximé hacia él, y cuando abrí la boca para comenzar mi retahíla de alegaciones, se levantó, sin tan siquiera escuchar lo que tenía que decir.
— Draco — lo llamé alzando demasiado la voz, lo que sirvió para alcanzar la mirada de muchos curiosos ya al tanto de la situación. Menudos cotillas.
No perdí el tiempo, y comencé a seguirlo. Tenía que escucharme. Debía decirle lo que sentía, tenía la necesidad casi física de explicarle cuan estúpida había sido por creer que estaba liado con Pansy. Dios, solo necesitaba abrazarlo y susurrarle al oído que lo había echado de menos.
— ¡Draco, para por favor! — Le pisaba los talones. Estaba tan cerca de alcanzarlo que cuando paró en seco no tuve tiempo de esquivarlo y me empotré de bruces contra su pecho. Me tambaleé un instante, y de nos ser por esos fibrosos brazos que me sujetaron, estaría besando el suelo como la buena estúpida que era.
Alcé la cabeza para toparme con su rostro. Sus ojos hipnóticos y la sugestiva fuerza de su personalidad me privaron de voluntad, y estaba segura de que en ese estado podría hacer lo que se le antojase conmigo, lo cual ya me había abierto unas cuantas sugerencias. Parpadeé repetidamente para quitarme esa idea de la cabeza y centrarme en lo que tenía que decir. Sus manos dejaron de sujetarme y pronto un vacío me engulló.
— ¿Qué quieres? Tengo prisa — Su tono rabioso y tirano me sentó como un balde de agua fría. Me repetí en el fuero interno que tenía más de un motivo para estar así de cabreado. Tan solo pensarlo me daban ganas de abofetearme por haber sido tan idiota.
— Tenemos que hablar.
Soltó una risa amarga y carente de humor.
— ¿Hablar? No hay nada de qué hablar, Jane. Creo que ya ha quedado todo más que claro. Además está visto que prefieres usar la lengua para hacer otro tipo de cosas.
Sin siquiera pensarlo, estiré el brazo y para cuando me hube dado cuenta, le había abofeteado. El sonido seco aún resonaba por el pasillo cuando su sonrisa se esfumó, dando paso a un semblante hosco. Observé acentuarse un músculo de su angulada mandíbula. Su respiración pesada aceleraba el latido de mi corazón y pronto me arrepentí de haberlo hecho. Actos tan impulsivos como estos eran los que me llevaban a embrollos, y estaba claro, que esta vez no iba a ser menos.
Haciendo acopio de la serenidad que aún conservaba, me las apañe para añadir:
— Que pasará lo que pasó no te da derecho a faltarme al respeto de esa manera.
O a lo mejor sí. a lo mejor fui tan estúpida que ahora mismo no merecía ni que me mirase a la cara. Me pregunté lo siguiente ¿que habría hecho yo en su lugar? Enseguida presentí que las lágrimas de impotencia comenzarían a aguar mis ojos.
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Till The End [Draco Y Tú]
Hayran KurguEl día 2 de mayo de 1998, yo morí. Ahora, donde quiera que sea este sitio en el que estoy, recuerdo los últimos minutos de vida como algo incalculablemente preciado. Nunca habría imaginado que podría haber muerto de aquel modo; con Draco sujetándome...