Capítulo 34

65 16 0
                                    

Me quedaban exactamente veinticinco minutos para el examen de Defensa. Había pasado la última semana estudiando como una posesa, y podía decirse, que tantas horas de esfuerzo obtuvieron su recompensa. Solo hizo falta apartar pensamientos que en esos momentos estaban de más, y concentrarme en el examen.

Abandoné la clase casi una hora después y lo hice contenta (dentro de lo que se esperaba) tras de haber realizado el examen correctamente. La tensión acumulada que los nervios de la prueba me habían creado se fue disipando a medida que avanzaba por el pasillo ¡Por fin podía respirar tranquila! O al menos, pude hacerlo hasta que doblé el pasillo y me topé con Astoria cara a cara.

No estaría siendo del todo honesta si diría que no había dado vueltas a mi conversación con ella. ''Aléjate de él. No te haces una idea de con quién estás jugando. No digas que no te lo advertí'' fueron sus palabras exactas. ¿De qué estaría hablando? Sinceramente, no sabía si tomarme su amenaza verbal enserio. Por más que lo intentase, me resultaba imposible visualizar a Astoria haciendo cualquier tipo de daño a nadie. Era la típica chica con la boca demasiado grande pero después sin suficientes agallas para cumplir nada de lo que soltase por ella.

No pasé por alto su ceño fruncido y enseguida adiviné que su gesto arrogante era igual que el mío. Si creía que me iba a achantar ante sus jueguecitos estaba muy equivocada. No podía seguir siendo el saco de boxeo de todo el colegio. Me negaba a ser la pardilla a la que todo el mundo pudiera pisar por menos de nada. Había llegado el momento de hacer uso de la fuerza que Dumbledore tanto se empeñaba en hacerme ver que tenía.

Sí, puede que ella fuera quince centímetros más alta que yo, puede que su esbelta figura le diera cien vueltas a la mía, pero lo que yo sí que tenía era la paciencia a la altura del pecho de una culebra. Y entre todas esas cosas que ella tenía y yo no, eran ganas de soportar más mierda.

Si lo que quería era drama, mi mente no estaba por la labor.

Después de una última inspección, la rodeé y seguí mi camino.

— ¿A dónde te crees que vas? —  Me detuve en seco y me giré para verla con los brazos cruzados a la altura del pecho. Paso su peso de una pierna a otra y alzo su perfecta ceja esperando a mí respuesta.

— ¿Cuándo has empezado a ser alguien para pedirme explicaciones de nada?

Se encogió de hombros.

— Me tomo la libertad de empezar ahora.

Suspiré con hastío. La paciencia se me había agotado.

— Te agradecería que fueras al grano y me dijeses qué narices es lo que quieres.

— Advertirte.

Puse los ojos en blanco.

— ¿Otra vez? ¿No te parece que dos veces en menos de un mes empieza a ser molesto?

— Aléjate de mi novio.

— ¿A cuál de ellos te refieres, al que metes en la cama los lunes, o al que te llevas a los vestuarios los miércoles?

Sonrió.

— Al tuyo.

Eso me sentó como una patada en el estómago, no porque hubiese insinuado que se había acostado con Draco, algo que ya tuve la desdicha de comprobar, si no porque ella en realidad sabía que nunca fuimos nada el uno para el otro. O al menos, que yo no lo fui para él.

— Descuida, no tengo intención de acercarme ni a ti ni al imbécil de tu novio.

— Me parece que no me has entendido — Su sonrisa se ensanchó.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora