Capítulo 22

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Sentí un agradable calor cuando me desperté. Agarrado a mí estaba Draco. Su imagen tan relajada me hizo sonreír. Me sujetaba con fuerza con la cabeza descansando plácidamente en mi pecho. Cogí una bocanada de aire, perdiéndome en su aroma, disfrutando del momento. Allí dentro, en mi cama, rodeados por las cortinas que separaban la cruel realidad de nosotros me sentí feliz. Sí. Por una vez en mucho tiempo estaba feliz. Sin embargo, pronto todo me pareció demasiado bueno para ser real. Empecé a decirme que no duraría y que Draco no tardaría ni dos segundos en volver a ser un engreído tal y como había sucedido anteriormente, aunque esta vez con una pequeña diferencia. ¡Había confesado que lo quería! ¿Podía haber sido más gilipollas? La respuesta era demasiado clara. Siempre y cuando se tratase de Draco, no tendría límites para demostrar cuan idiota podría llegar a ser.

Llegué a un punto en el que la negatividad de mis pensamientos empezó a hacerme sentir incómoda. Con sumo cuidado, traté de desenredar nuestros cuerpos. Ya había logrado apartar su pierna de encima, ahora solo tendría que lograr escabullirme de su agarre. Lentamente empecé deslizándome por las sabanas. Se movió un poco y me paralicé al instante. Tragué con fuerza y volví a comenzar.

—  Mmmm —  Se quejó cuando levanté su brazo. <<Que no se haya despertado, por favor>> —  ¿Qué haces?

Su voz soñolienta me inmovilizó. <<Mecachis>>. No sé de que me sorprendía. En lo referente a mi buena suerte ya sabía lo que tocaba. Si de trescientas manzanas nos dan a elegir diciéndonos que solo hay una mala, tened por seguro que me tocaría a mí.

—  Es tarde y me tengo que ir a clase —  Me reincorporé y me acerqué a la caja en la que Draco había guardado mi uniforme. Él aún en la cama miró la hora.

—  Solo son las siete. Vuelve a la cama —  Me giré para contestarle y me quedé sin habla. Estaba sin camiseta y con las sábanas hasta la cadera. Tener a Draco sin camiseta en mi cama se puede decir que era una de mis fantasías echas realidad.

—  Esto... no puedo, tengo que acabar un trabajo de pociones.

—  ¿El que nos mandó Slughorn la semana pasada?

—  Sí —  Mentí. En verdad lo terminé el mismo día en el que lo mandó.

—  Hay que entregarlo hoy, ¿lo sabias? —  Dijo sonriente. Vaya, estaba de buen humor.

—  Sí, por eso tengo que darme prisa. Hoy tenemos Pociones a segunda hora.

Llevé las manos al borde de la camiseta larga que usaba para dormir con intención de quitármela, hasta que sentí el peso de la mirada de Malfoy sobre mí. Me giré y ahí estaba. Apoyado en un codo y con una socarrona sonrisa.

—  Ejemm... voy a cambiarme.

—  Vale —  No se movió.

— ¿Puedes girarte, por favor?

—  Te recuerdo que fui yo quien te desnudo anoche.

Puse los ojos en blanco y lo apremié con la mirada. A regañadientes se volteó dejándome la privacidad que reclamaba. ¡Por fin! 

Una vez con el uniforme puesto me giré para coger mis apuntes. Eché un vistazo a la cama de vacía de Pansy. No había venido en toda la noche pero tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparme de su ausencia. Amarré mi pelo en una simple coleta y me puse los zapatos.

—  ¿No vas a ir a clase? —  Me acerqué a Draco y me senté en la cama para atarme los cordones. Él se acercó por mi espalda y se me pusieron los pelos de punta.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora