Capítulo 30

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Dos días después de la vuelta de vacaciones, la situación era la siguiente; ni Draco ni yo teníamos pensado volver a retomar lo que fuera que teníamos, y por fin, me sentía orgullosa de mí misma. Esta vez de verdad. Tener la suficiente madurez como para tomar una decisión como aquella, y la fuerza de voluntad para llevarla a cabo no solo me sorprendió a mí, incluso Pansy parecía asombrada. 

Al contrario que ella. La determinación con la que se autorestringió volver a salir de noche había sido un simple espejismo. Un súbito impulso. Aunque tampoco me importaba bastante, estar sola quiero decir, porque esta vez tenía a Oreo, el gatito que me regaló mamá.

La compañía de Oreo no solo me recordaba a la familia, que aunque no de sangre, amaba con todo mi corazón, si no que me calentaba los pies bajo las sábanas. En mi opinión, Oreo, era el compañero de colchón perfecto. Dicha opinión, Smay rebatía cada vez que tenía oportunidad. No se llevaban nada bien, aunque estaba convencida de que lo harían con el tiempo.

Por otra parte, Ginny parecía haber saciado su sed de venganza, y había desistido en lo que asesinarme con la mirada se refería. Hermione, en cambio, estaba segura de que me seguía odiando tanto como el primer día, sin embargo, los celos que sentía de Lavender la mantenían bastante alejada de su aversión. En defensa de Granger, diré que también me sentía bastante molesta por la relación de Lavender y Ron. No era nada personal, pero detestaba pasar las tardes en la biblioteca en compañía de los sonoros morreos que se daban. Era escalofriante.

Mis sospechas hacia Potter no habían disminuido, y algo me decía que un Harry curioso salpicaría a Draco de la peor manera que se podría imaginar.

Y hablando de ello, aún no había encontrado el autentico nexo entre Draco y el señor oscuro. Es decir, si Voldemort  tan solo hubiese querido matarme, por qué no hacerlo él mismo. A su lado yo era una mosquita muerta de la que se podría haber desecho con un simple aspaviento de varita. ¿Por qué requerir la ayuda de Draco para llevar a cabo una misión tan sumamente sencilla cuando además ha tenido numerosos momentosn en vandeja?

Había algo que no encajaba, pero hasta la fecha, me había convencido a mí misma de mantenerme al margen.

El extraño comportamiento de Zabini empezaba a preocuparme más. La imágenes de aquella nefasta noche seguían en mi cabeza, y allí persistirían hasta el fin de los tiempos. No obstante hasta la fecha, Zabini no había hecho más que jurar que él no había tenido nada que ver, y por lo que me había dado a entender, alguien habría suplantado su identidad.

Pero ¿Quién? Era un misterio del que no estaba segura querer saber demasiado. Había cosas que era mejor dejarlas tal y como estaban, eso sí, no me podría prometer a mí misma seguir durmiendo a pata suelta hasta saber quién habría sido ni si seguía merodeando por allí.

***

Hacía mucho tiempo que no pasaba una noche sometida a oscuras e infames pesadillas, pero aquella noche, la tuve. Me levanté jadeante, y con una fina capa de sudor que atrapaba los pequeños cabellos del nacimiento de mi pelo. Los latidos de mi corazón martilleaban esta vez más fuerte que nunca. No lograba recordar la pesadilla con exactitud, pero por mi reacción, deseaba no hacerlo.

Oreo subió de un salto a mi lado y se restregó mimosamente en mi brazo.

— No pasa nada, Oreo. Estoy bien.

¿Lo estaba? Era evidente que no. Sumergí mis pies en la mata de pelo azul que eran mis zapatillas, me anudé la bata-manta, y salí a tomar el aire. Necesitaba un paseo, o por el contrario, explotaría en la habitación.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora