Capítulo 21

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El aturdimiento de las caricias de Draco era potente, pero no lo suficiente como para dejar de lado la razón por la que estaba ahí; tenían a mi madre. Había recibido una carta en la que me amenazaban con herir a mamá. La gente para la que Draco trabajaba me había citado aquí, en el bosque prohibido. Y ahí estaba, no obstante, me encontraba lejos de completar con éxito mi cometido. En la carta aparecía una única condición; acudir sola al encuentro. Sin embargo, nada salió como lo planeado.

En mi mente me visualizaba aceptando mi destino. Me adentraría en el bosque y me dejaría capturar por quien quiera que fuese aquella persona a cambio de la libertad de mi madre. La situación comenzó a torcerse cuando mis instintos -y mi cobardía- me hicieron salir despavorida al mínimo movimiento de arbustos. Por si fuera poco, tras recorrerme lo que para mí supuso medio bosque, di con mis perseguidores, o más bien, ellos toparon conmigo.

Draco y Snape.

Snape. Severus Snape. Su presencia en aquella encrucijada me sacaba de contexto. ¿Que podría tener que ver Snape allí? Hasta dónde yo sabía, él me detestaba, al menos ponía bastante empeño en demostrarlo durante las clases de pociones. El último componente que había arrastrado mi voluntad al desastre absoluto. Draco. Él y su mirada, su olor, sus caricias... Todos ellos habían sido causantes de mi completa derrota. Aunque había una entre las últimas que más culpa tenía. Mi debilidad hacia él. Con un solo movimiento conseguía hacerme las piernas gelatina. La despótica sumisión, la disposición de querer (necesitar) hacer todo lo que él me pidiese me asustaba a niveles inexplicables. Supongo que hasta entonces no caí en la cuenta de que aquel chico que tanto odiaba había llegado a tocar la fibra de mi frágil corazón.

La culpa que sentía por estar besando a Draco mientras mi madre permanecía cautiva de esos mal nacidos tornó a miedo. Un pánico que me removía las entrañas. Recobré distancia de su boca, sin embargo, no la suficiente como para aplacar del todo la sensación embriagadora de su presencia. Sentía el temblar de mi labio, y no debido al hormigueo del intenso contacto. Estaba llorando.

— Eh —  Dijo en un susurro agarrando mi barbilla —  Mírame... — Lo hice en un intento de encontrar consuelo en lo más profundo de su mirada.

— La tienen a ella Draco... a mamá. Mi madre... la tienen — Mis ahogados sollozos se transformaban en figuras de vahó perdidas en el gélido aire — Draco, ellos la matarán, la van a...

— Chist — Me atrajo hacia él, oportunidad que no desaproveché para cobijarme en su musculoso pecho — Tu madre está bien, Jane. Quien te escribió la carta mintió con el único propósito de traerte aquí.

Inmediatamente abandoné mi escondite, encontrándome con su rostro.

—  ¿Cómo? Pero...

— Tranquila... ahora solo tenemos que preocuparnos de salir de aquí. Después te lo explicaré todo.

Me rodeó con el brazo protector y caminamos entre la oscura manta de la noche con máximo sigilo. El insondable silencio me aterraba. Me sentía observada a la distancia y la impotencia de no poder ver nada me consumía en un matojo de nervios. No tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos, al contrario que Draco, que parecía conocerse la senda al dedillo, pero no tuve ocasión de preguntarme el por qué, ya que un leve movimiento de arbustos paralizó mi mente.

Escuchamos un leve crujido a nuestras espaldas.

<<Será una ardilla>> me dije así una y otra vez mentando todos los animales silvestres que me venían a la cabeza. El ruido procedía de un lugar lejano. Draco y yo oteábamos el perímetro desesperadamente, recorriendo cada rincón con la mirada. Lo que en un principio había identificado como un crujido se intensificó. Sentía que un grupo de soldados correteaba hacia nosotros sin ningún indicio de detenerse.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora