Lloré durante toda la noche. Y sin saber por qué me ardía en mi estómago. Llamémoslo ira, o más bien, desesperanza. Me refugié en las sábanas, empapándolas por completo con mis lágrimas y ahogando mis llantos apenados. Nunca había llorado antes hasta quedarme dormida, pero lo que jamás habría pensado, era que como esa noche me iban a venir muchas más. A partir de ese día, no iba a dormirme de otra manera que no fuera entre penas.
Cualquier persona podría ver a leguas de distancia como Pansy disfrutaba de mi sufrimiento. Todas las mañanas me miraba con una sonrisa de superioridad cuando entraba al comedor. Cogí como ritual disimular de cualquier forma posible mis ojos, pruebas evidentes de mis noches en vela. Por fortuna, tan solo Pansy era lo suficiente pesada como para darse cuenta. Había demasiado alboroto en el colegio para fijarse en mí, lo que me llevaba a preguntarme, ¿Qué estaba pasando para que se hubiera formado tanto escándalo?
Muchas de las serpientes estaban especialmente alegres aquella mañana, al contrario que las demás casas, que conservaban conmoción en sus gestos. Pero como siempre, yo era la última en enterarme de todo. Fijé mi especial atención en Luna. Presentaba unos oscuros surcos bajo los ojos. Aquello no fue solo suficiente como para llamar mi atención, si no que la observé con más detenimiento.
No era la de siempre —alegre y soñadora—. Una actitud taciturna inundaba sus bellos y únicos rasgos. Por un diminuto instante la preocupación por mi amiga dejó a un lado mi crisis emocional. Sin embargo, tan solo fue eso, un diminuto instante. Hasta que el rubiales que en aquel momento tanto detestaba entró en el gran comedor.
Para hacer la mañana digna de entrar en la lista de los peores días de mi vida, Draco se sentó frente a mí. La atenta mirada de Malfoy (la que Pansy reclamaba a cada segundo sin éxito alguno) me atemorizaba. Los trastornos de personalidad de ese chico me cansaban y hubo una temporada en la que me confundían.
<<No más>> me dije mi fuero interno. Hice uso de toda la rabia contenida y la volqué en fuerza de voluntad para no apartar la vista de mi plato mientras sentía el peso de los ojos de Malfoy en mí. La tensión que había en la mesa, podría romperse con tan solo una pluma. Draco me miraba a mí, yo miraba al plato, y apuesto a que Parkinson visualizaba una y otra vez mi muerte en su cabeza.
El propósito de Draco de volverme chiflada quedaba fuera de mi comprensión, pero aun así, estaba segura de no querer averiguarlo. <<Tan solo faltan siete días>> Repetí mentalmente una y otra vez.
Forcé a mi estómago a comer, aunque sabía que después acabaría vomitándolo. Eché la última mirada a Luna, y me correspondió con una apagada sonrisa. Por último, oteé al trío de oro y de nuevo a Luna. No probó nada de su plato, cuando yo tenía la certeza de que si podría acabaría con el plato incluido. Se levantó y con poco garbo avanzó hasta la salida. Me puse en pie he intenté alcanzarla.
Unas pequeñas punzadas en la espalda me advirtieron de cómo Draco oteaba todos mis movimientos con sumo detenimiento. Fingí no haberme dado cuanta y me apresuré a reunirme con Luna.
— Espera Luna — No tuve que alzar demasiado la voz, por suerte. Se giró forzando una sonrisa.
— Jane.
El corazón se me detuvo cuando viró hacia mí. De cerca sus magulladuras aún tenían peor aspecto. Mi vista cayó inevitablemente a sus ojeras y permaneció ahí más de lo debido. Exhalé el aire que sin darme cuenta estaba conteniendo.
— Ejem... Me preguntaba si querrías que fuéramos juntas a encantamientos.
— Me encantaría, pero... no creo que vaya hoy a clase.
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Till The End [Draco Y Tú]
FanfictionEl día 2 de mayo de 1998, yo morí. Ahora, donde quiera que sea este sitio en el que estoy, recuerdo los últimos minutos de vida como algo incalculablemente preciado. Nunca habría imaginado que podría haber muerto de aquel modo; con Draco sujetándome...