Capítulo 31

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<<Papá se ha ido a Tailandia. Papá está de viaje. No sé cuándo volverá papá>> Las palabras de mi madre se reproducían una y otra vez en mi mente, y ya no sabía que pensar. Tan solo se me ocurría una cuestión ¿Habría hecho papá alguna vez ese viaje y lo habrían encontrado allí, o mamá tenía algo que ver?

¿Ella? imposible, ¿no? No lo sabía, la única cosa que sacaba en claro, era que nunca me había podido fiar ni de mi sombra, y mucho menos ahora.

Hacía un rato que Dumbledore se había ido, dejándome con la compañía de la soledad y el quebradero de cabeza. Papá había desaparecido. Lo tenían secuestrado. << Bueno, eso en el mejor de los casos>>

Cerré los ojos con fuerza reprimiendo esos pensamientos. <<Papá está bien. Está bien. Tiene que estarlo>>

Antes de irse, Dumbledore me había advertido de que Voldemort seguramente buscaría cualquier forma de contactar conmigo para negociar la libertad de mi padre. Sabía de sobra que la libertad de papá sería solo bajo la condición de mi capitulación. ¿Sería capaz de hacerlo por él? Esa pregunta era fácil de contestar. Sí. Definitivamente. ¿Por qué la vida de mi padre iba a ser más valiosa que la mía? ¿Quién era yo para decidir que el destino de mi padre sería el que yo tenía encomendado? Nadie, y por ello debía hacerlo.

Caminaba de vuelta hacia mi dormitorio. Vagaba con la mirada perdida por los pasillos, sin importarme nada ser descubierta por Filch. Un castigo en aquel momento suponía la menor de mis preocupaciones. Tan solo quería llegar a mi cuarto y hundirme entre las sábanas. ¿A quién iba a engañar? Sabía de sobra que no podría conciliar el sueño. Aunque también sentía la necesidad de meterme a la cama para no desplomarme en mitad del pasillo.

A las puertas de la sala común percibí movimiento en el interior. Alguien estaba despierto. Probablemente un alumno desvelado, aunque no era lo normal. Tal vez Blaise actuando de la manera tan rara que lo hacía últimamente. Fuera como fuese no tenía tiempo ni ganas de hablar con nadie así que no me entendería con trivialidades. 

La puerta se abrió a mis pies cuando pronuncié la clave. Avancé dos pasos hacia el interior cuando me quedé petrificada. ¿Sabes la sensación de estar buceando en la costa del mar cuando vienen una tanda de olas que te impide salir a la superficie de nuevo? Tus pulmones reclaman aire, un aire que no les puedes conceder. La desesperación abarca tu cuerpo y cuando finalmente el mar te da tregua, te golpeas la cabeza con la arena y llegas a la conclusión de que estaban nadando en sentido contrario. Entonces tienes dos opciones; o no estas a demasiada profundidad y sales a tiempo para aspirar una gran bocanada de aire, o por el contrario te has hundido de tal manera que simplemente te resignas a morir ahogado. Eso es lo que sentí cuando los vi. A ella, que sus gemidos desgarraban la penumbra del silencio. Sus dedos se clavaban con fuerza en el respaldo de cuero del sofá caro que adornaba la estancia, utilizándolo como único punto de apoyo con el que recibir sus brutales embestidas. Y a él, que con una ferocidad jamás conocida, agarraba firmemente sus caderas mientras se encajaba con ferocidad en ella.

Mi corazón se estancó para volver a restablecer su marcha a una velocidad fulminante cuando, entre las sombras que proyectaba el fuego de la chimenea, vi a Astoria con la falda remangada hasta la cintura y a Draco concentrado en el punto en el que se unían sus cuerpos.

Él gruñía entre dientes mientras que los gemidos de Astoria eran cada vez más intensos, tanto que me pregunto si tan siquiera se percataba de que aún era de madrugada.

— Cierra la puta boca — Siseó Draco al mismo tiempo que la agarraba del pelo, y proporcionaba una embestida animal. Astoria sonrió compadecida.

Till The End [Draco Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora