EPÍLOGO
-Estás preciosa hija. –Dice mi madre con los ojos llorosos. Llevaba un vestido de novia blanco con algún detalle de encaje.
-Ya mamá, no llores que si no lloro yo. –Sonrío
-Es que aún no puedo creer que te vayas a casar.
-Pues créetelo, porque que esté en esta situación es tu culpa.
-Alison, hemos hablado de esto muchas veces. Te vas a casar con David y no se hable más.
-No quiero casarme con alguien al que no amo.
-Aprenderás a hacerlo.
-No mamá, no lo haré. No cuando mi corazón pertenece a otro hombre.
-Deberías olvidarte de Javier, te vas a casar con David y le tiene que amar.
-¡No! –Exclamo. –Estoy harta de que me digáis lo que tengo que hacer. Estoy harta de actuar todos los malditos días de mi vida.
-Alison te estás comportando como una cría.
Solté un gritito de frustración y salí de la habitación chocándome con un cuerpo que reconocí al instante.
Levanté mi mirada y vi a Javier observándome de pies a cabeza.
-¿Tan mal estoy? –Javier me mira a los ojos y sonríe.
-Tú siempre estás bien, pero hoy... Joder. –Me sonrojo al ver que vuelve a mirarme de pies a cabeza. –Tendría que ser yo el que estuviera esperándote en ese altar.
-A mí me gustaría que fueses tú. –Murmuro.
-Sabes que aún podemos irnos lejos de aquí.
-En menos de cinco minutos tengo que estar en la Iglesia.
-Entonces supongo que esto es un adiós. –Murmura.
-Supongo... -Murmuro también mirando al suelo.
Javier me coge del mentón obligándome a mirarle.
-Te amo, Son.
-Te amo, Javier.
Ambos sonreímos y nos besamos por última vez.
Un carraspeo hizo que nos separáramos.
-Es hora de irnos, Alison. –Dice mi padre.
Asiento con la cabeza y volví a mirar a Javier.
-Adiós. –Susurré antes de caminar hacia mi padre.
Cuando las puertas de la Iglesia se abrieron, todos se voltearon a verme. La típica canción sonaba por todo el lugar.
Cuando llegamos al final del pasillo, David me cogió de la mano y me besó la mejilla, entonces la misa comenzó.
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-¿David aceptas a Alison como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?
David me miró sonriendo.
-Sí, acepto. –Tragué saliva.
-Y tú, Alison, ¿aceptas a David como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
¿Y ahora qué digo?
No quiero hacerlo.
No quiero casarme con David.
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Sólo tú
Teen Fiction¿Qué pasaría si la casa de Alison se incendiara y tuviera que mudarse a otro pueblo? ¿Qué pasaría si tiene su corazón roto y cree que jamás volverá a caer en el amor? Al llegar a La Solana, ella solo se quiere centrar en su gran pasión, el baile. Pe...