Capítulo 9

375 80 30
                                    

Cuando Devlin terminó de contar su historia, al menos los puntos más importantes de ella, se hizo un silencio sepulcral en el salón de Arisha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Devlin terminó de contar su historia, al menos los puntos más importantes de ella, se hizo un silencio sepulcral en el salón de Arisha. Cada una de las tres personas que había allí se hallaba sumergida en sus propios pensamientos. Alexey fue el primero en hablar. Tardó un rato en decidirse a hacerlo, pero aun así comentó:

—Y, ¿no es posible que sea una pura coincidencia? —Su voz trataba de sonar en calma, aunque sin éxito alguno—. Es decir, era casi imposible seguirme la pista. No soy fácil de encontrar si no quiero.

—¿Qué iba a hacer él aquí sino es por eso? Elegí esta maldita ciudad porque sabía que él no vendría aquí si podía evitarlo y lo sabes tan bien como nosotros —la voz de Arisha era la que sonaba. A Alexey no se le escapó que hablaba de Devlin y de ella como "nosotros" desde hacía un buen rato. Aquello sí resultaba curioso, por lo que se quedó cavilando sobre ello unos segundos, hasta que la brusca voz de Ari le sacó de su ensoñación—. ¡¡Alexey!! ¿Se te han acabado las pilas o qué?

El joven sacudió la cabeza, clavando sus ojos nuevamente en los Arisha, que lo miraban con un profundo rencor, aunque para su sorpresa, ya no había odio en ellos.

—Tienes razón —suspiró y cerró los ojos, apoyándose sobre el respaldo del sofá mientras con los dedos de su mano derecha se pellizcaba el puente de la nariz. Parecía cansado.

Arisha también se percató de aquello, de manera que rápidamente dijo:

—No debería tenerte ni a veinte metros de mí, pero dado que al salir de esta maldita casa nos expones a todos a que nos pille tu "jefe"—esa palabra había sonado con ironía— tendrás que quedarte aquí —la joven concluyó, aunque por un momento se quedó pensativa. No había más camas en la casa que la suya propia y la de invitados, que ahora mismo ocupaba Devlin, el cual observaba la conversación con gesto imperturbable.

Ari se mordió suavemente el labio. Había una manera, pero no le hacía ni pizca de gracia, aquello abriría viejas heridas, lo sabía.

—Devlin. —Esperó hasta que el muchacho posó sus ojos sobre los de ella—. Me temo que en mi cama tendrá que haber sitio para los dos. —Los ojos del muchacho se abrieron con sorpresa. Vaya, eso no se lo esperaba. Una situación similar se producía en el otro sofá.

"Vaya, vaya, la fría Arisha no quiere dormir sola", la mente de Alexey atendió a la conversación divertida.

El rostro de Devlin poco a poco recuperó su habitual expresión dura.

—De acuerdo —asintió con la cabeza de manera calmada, aunque en su interior había de todo menos calma. Sabía que aquella noche iba a ser muy larga. Sin decir una palabra, se levantó del sofá para ir a recoger sus cosas de la habitación, puesto que no quería que Alexey revolviese entre ellas y las sacó al pequeño pasillo que separaba las dos habitaciones de la casa.

Entre tanto, en el salón, Arisha y Alexey volvían a mirarse de manera desafiante. Alexey no dudó en aprovechar la oportunidad para molestar un poco a la joven.

—Vaya, vaya, Arisha no es de hielo —una sonora carcajada escapó de sus labios al ver la expresión que se le quedaba a la chica, aunque notó como sus mejillas habían cogido un poco de color.

—¿A ti qué te importa?

Alexey seguía riendo cuando Devlin volvió al salón, el cual se le quedó mirando perplejo, aunque lo ignoró al ver como Ari se levantaba del sofá e indicaba con un gesto brusco de cabeza al otro hombre para que la siguiera. Sin mediar palabra, señaló con una mano la habitación de Alex, en la que él se metió y cerró la puerta al instante.

En cuanto Alexey se marchó, se instaló un tenso silencio entre las dos personas que habían quedado en el pasillo. Durante unos instantes, sus miradas se encontraron y se mantuvieron, hasta que Arisha se giró bruscamente y entró en su habitación, dirigéndose directamente hasta su vestidor para cambiarse y poder controlarse un poco a sí misma.

Devlin suspiró y la siguió dentro, sentándose sobre la cama. Un momento después, salió Arisha, vestida con un pijama de color negro, con pantalones largos y una camiseta que dejaba entrever parte de su cadera, acertando en el lugar donde una cicatriz difuminada marcaba su cuerpo. La mirada de Alex voló inmediatamente hasta aquella cicatriz que él recordaba tan bien. La rabia surcó su rostro durante un momento, a la par que Arisha se quedaba totalmente petrificada al sentir exactamente dónde se clavaba la mirada de él, con el cuerpo tenso.

Devlin se levantó de la cama y se acercó a ella hasta que quedaron separados por menos de cinco centímetros el uno del otro. Sus miradas se encontraron. Devlin no pudo evitarlo y llevó la punta de su dedo índice a la cicatriz de ella al tiempo que bajaba la mirada y recorría con su dedo la parte que la ropa de ella dejaba visible de su cicatriz.

Al principio, ella le dejó hacer, pero después, una mirada de dolor surcó su rostro y paró su mano, agarrándola con firmeza y apartándola de su cuerpo. De nuevo, la máscara de Arisha hacía acto de presencia y le miraba con frialdad.

—Devlin —su voz sonaba peligrosa, aunque Devlin captó a la perfección la manera en la que su voz se rompía ligeramente al final de la palabra—. Otra vez no, por favor.

Y tras una mirada fría más, se dirigió a la cama, abriéndola y metiéndose en ella, quedando su cuerpo de lado mirando por el gran ventanal de aquella habitación. Devlin hizo lo mismo unos segundos después, colocándose también de lado, pero mirando hacia ella. Arisha sentía la mirada de él clavada en su espalda y sentía perfectamente la tensión que había entre los dos, como siempre que se quedaban a solas, pero lo ignoró totalmente y trató de dormirse, sin éxito.

Después de aquel largo día, la noche de los tres jóvenes no mejoró, puesto que ninguno fue capaz de dormir, cada uno sumido en sus propios pensamientos.

Por una parte, Arisha pensaba en el pasado, en todo lo que había pasado con su abuela y con Devlin, que casi había hecho que olvidase que Iván estaba en la ciudad. Casi. Estaba aterrorizada, sabía de primera mano lo que aquel hombre era capaz de hacer y no quería caer en sus manos.

Devlin pensaba en cómo salvar a Arisha y también en el tacto de la piel de su cadera bajo sus dedos, tocar a Arisha era algo que no se olvidaba de manera tan fácil, aunque trató de ignorarlo y decirse a sí mismo que no era nada, que era una tontería, que aquello no significaba nada.

Por último, Alex pensaba en la llegada de Iván a la ciudad, aunque sólo una pequeña parte de su mente pensaba en aquello, para ser sinceros, puesto que la mayoría de ella no dejaba de preguntarse qué demonios estaría pasando en la otra habitación, aunque también se autoconvencía de que no le importaba en absoluto.

Por último, Alex pensaba en la llegada de Iván a la ciudad, aunque sólo una pequeña parte de su mente pensaba en aquello, para ser sinceros, puesto que la mayoría de ella no dejaba de preguntarse qué demonios estaría pasando en la otra habitación,...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Hola! He tardado menos en escribir otra vez. ¡Espero que mañana o pasado pueda subir dos o tres capítulos! A ver si este os gusta, no sé qué pensaréis de los tres personajes principales. ¡Contadme! ¡Votad y comentad, me encantaría leer vuestras opiniones! Besitos.


La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora