Capítulo 24

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Arisha se despertó a la mañana siguiente y, antes de dejar que sus malos recuerdos entraran de nuevo en su cabeza, se tomó unos segundos para observar a Dev, que estaba dormido con un brazo rodeando su cintura

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Arisha se despertó a la mañana siguiente y, antes de dejar que sus malos recuerdos entraran de nuevo en su cabeza, se tomó unos segundos para observar a Dev, que estaba dormido con un brazo rodeando su cintura. Le había encantado lo que había pasado la noche anterior, pero sabía que no iba a ser nada más que eso. No quería que nadie entrase de nuevo en su vida y mucho menos en su corazón.

Todo el mundo de su alrededor acababa mal y no quería pasar de nuevo por el dolor que ya había pasado. Con un silencioso suspiro, se quitó de encima el brazo de Devlin y se levantó de la cama.

Salió de la habitación tras ponerse algo de ropa y se dirigió a la cocina. Su sorpresa fue monumental cuando se encontró allí a un demacrado Alexey, apoyado sobre la isla de la cocina y sentado en uno de los taburetes. Con el susto en el cuerpo, se llevó una mano al pecho.

—¿Qué haces aquí? Se supone que no puedes salir de la cama, ¡casi mueres hace demasiado poco tiempo! ¡La infección!-La voz de la joven sonaba alarmada, pero hablaba en susurros, no queriendo despertar aún a Dev.

El joven, sin embargo, ladeó la cabeza para mirarla fijamente, la joven no supo reconocer las emociones que pasaron por su cara. Él evitó todas sus preguntas.

—¿Qué tal anoche?

Una sonrisa burlona se instaló en el rostro del chico mientras Arisha cerraba sus ojos ligeramente. Mierda, les había oído seguro. Por favor, ¿quién era ella? Hacía dos días había besado al hombre que tenía enfrente y la noche anterior se había acostado con el otro habitante de la casa, ¿qué le estaba pasando? Ella no era así, joder, nunca lo había sido hasta que aquellos dos hombres llegaron de nuevo a su vida y, además, los dos juntos. ¡Vaya una mierda! Aun así, sólo pudo ponerse borde a continuación mientras se dirigía a servirse un café, dándole la espalda a los profundos ojos azules que se clavaron en su espalda.

—No es de tu incumbencia.

—¿Que no? Déjame pensar —una ligera risa sin rastro de humor salió de los labios de él—, dormimos bajo el mismo techo, hace sólo dos días que me has besado a mí y, para más información, no me dejasteis dormir ni un poco, ¡estoy convaleciente! ¿Cómo pretendéis que me recupere así?

Arisha se giró rápidamente incrédula, mirándole con intensidad a los ojos. Los ojos de él transmitían rabia al igual que los de ella. Su duelo de miradas se prolongó unos segundos más, de nuevo azul contra gris luchaban para quedar por encima del otro. Las manos de Arisha se alzaron, exasperada.

—¡Te hemos salvado la puta vida! ¿Qué demonios me estás contando, Ivanov?

Él entrecerró los ojos. Había usado su apellido, aquello no era bueno. Trataba de acercarse a ella, no de que se alejase más aún, pero lo que había pasado le había cabreado de tal modo que no había pensado y estaba comportándose como un capullo. Lo sabía perfectamente, pero en aquel momento le dio igual.

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora