Capítulo 11

350 65 37
                                    

Arisha no había podido dormir en toda la noche, de manera que llegada cierta hora tomó la decisión de levantarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Arisha no había podido dormir en toda la noche, de manera que llegada cierta hora tomó la decisión de levantarse. Antes de ello, se giró en la cama y clavó su mirada en Devlin, dormido a su lado. Inmediatamente, los recuerdos de tiempos que parecían tan lejanos volvieron a su mente, aquellos que había guardado bajo llave. Su cuerpo entero sufrió un escalofrío y ese fue el momento en el que ella, enfadada consigo misma se levantó.

Mientras se vestía rápidamente, con ropa cómoda de deporte, se imaginó lo que pasaría cuando volviese. Sabía más que de sobra que no debería salir sola de casa en aquellas circunstancias, pero no podía evitarlo. Las cuatro paredes de aquella casa se le venían encima, todo lo que había intentado borrar, estaba volviendo de nuevo a su vida.

Silenciosamente, salió de la habitación para intentar no despertar tampoco a Alexey. Puso los ojos en blanco al pensar en él. ¿Quién demonios le iba a decir a ella que acabaría dando asilo a aquel hombre? Bufó de manera suave para que nadie pudiese oírla y se dirigió a la puerta de la casa.

La mañana era gélida en la ciudad. Arisha salió por el portal de su casa y se dirigió a un parque cercano, donde pocos días atrás, Alexey la había perseguido y corrió por él. No había nadie a aquella hora, era demasiado temprano, lo cual la joven agradecía, no se oía demasiado ruido y podía pensar tranquilamente.

¿Cómo había podido pasar? En pocos días había pasado de no tener ninguna pista de lo acontecido a reunirse de nuevo con Devlin y volver a ver a Alexey. Seguro que todo era culpa suya, no sabía si él le había dicho a Iván dónde estaba y sólo estaban jugando con ella o realmente intentaba protegerla, pero, de cualquier manera, él había conducido a Iván de nuevo a la ciudad. Y no podía encontrarla. Sabía lo que pasaría si Iván daba con ella. Sería su fin y no sería un fin bonito.

¿Cómo había podido cambiar tanto su vida en tan sólo unos años? Ella era una joven feliz, iba al instituto, tenía amigas, tenía familia. Y ahora... ¿Qué tenía? Dolor y sed de venganza era lo único que quedaba de aquella inocente chiquilla de dieciséis años. Su vida había dado un giro total.

De repente, la joven sufrió un escalofrío. Le dio la impresión de que alguien la estaba observando. Todo su cuerpo se tensó y prestó atención a todo su alrededor, más aún que de costumbre, tratando de saber si aquello era una sensación suya o si realmente alguien estaba observándola. Tras un rato en tensión y sin ver nada sospechoso, la joven se tranquilizó y trató de convencerse de que era una respuesta de su mente a una situación de tanto estrés como la que estaba viviendo. De todas maneras, decidió volver a casa, aunque para ello dio un buen rodeo por si acaso realmente la seguían, haber podido despistar a quien quiera que fuese.

La joven entró en su portal, rezando porque los dos hombres que ahora vivían bajo su mismo techo siguieran dormidos. La suerte volvió a no sonreír a la joven en esa ocasión. En cuanto metió la llave en la puerta de su piso, ésta se abrió de un tirón y los brazos de Devlin tiraron de ella hacia dentro de la casa mientras siseaba:

La voz del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora